Las despensas de Ceres

Las despensas de Ceres

rebosan todavía

Y no han osado aún las vetustas arañas

de Catulo

hacer su nido ocioso en tu bolsillo.

En los largos altares de Dionisio

los vasos arden

como cirios de cristal

que una y otra vez

vuelven a encenderse

ante la mirada complacida del dios.

Miras atrás: los años han pasado

Como un ejército invencible

Arrollándolo todo: los recuerdos, los sueños, la esperanza…

Sobreviviste al romanticismo,

el infarto, la cirrosis precoz, el matrimonio

Y otra media docena de males emboscados

nel mezzo del cammin de nostra vita…

Y si ya tienes casa y coche y un par de hijos;

si tienes internet y has descolgado

los viejos cuadros de la pared para que quepa

la pantalla gigante de la tele,

¿qué más puedes pedir?

¿Tal vez deseo,

La verdadera, la única

Sal de la vida?

(aparte de la puerta, claro está).

Es tan escaso ya a ciertas edades…

El hielo va fundiéndose cada vez más de prisa

con esa verborrea incontenible

de cura charlatan,

y corrompe implacable

el corazón transparente

de la ginebra,

mientras el último cigarro busca un sitio

donde morir también

entre tanto cadáver y ceniza…