Lo que no es celta en nuestra toponimia

Ya hemos hablado de los muchos errores y muy importantes que comete el documental, más propio de una tesina de universidad o de un blog particular que de un documental de divulgación de la historia del Pueblo vasco, con el agravante de estar pagado con dinero público de la parte “celta” de los vascos. Más cuando la tesis omite queriendo una pléyade de documentos, libros y profesionales de reconocido prestigio en temas vascos, que no veían ni ven fundamento alguno a esta hipótesis.

Si nos centramos en las supuestas palabras celtas en territorio de la Comunidad Autónoma Vasca de las que habla el documental, el prestigioso historiador ronkalés B. Estornés Lasa (1907-1999) decía de ellas que: “La capa céltica de nuestra toponimia, aunque escasa, marca un contacto de euskera y celta, cuya naturaleza y alcance ha de precisarse pero previamente sanados de la enfermedad de atribuir al celta cuanto semejante o parecido se señale entre ambas lenguas”.

La realidad es que las propuestas de palabras en euskera y toponimia vasca que proviene del celta son muy endebles en general. Según Juan Carlos Etxegoien “Xamar” en su libro “Euskera jendea”, vendrían del Celta: gezi, gori, landa, maite. Otros ejemplos que se dan muchas veces son: mando (mulo) y tegi “lugar de”. Según el mismo autor, habrían pasado del euskera al celta: adar (adarc), (k)arri (carrac), Andere (ainder).
El bagaje, de considerarlo cierto, es muy escaso si tenemos en cuenta que los Pueblos euskaros y los Pueblos celtas fueron fronterizos durante varios cientos de años. Las palabras que el euskera tendría provenientes del árabes estarían en un número similar y conocemos muy bien la relación entre ambos Estados (califato cordobés-reinos de taifas y el reino baskón de Nabarra): albaitari (veterinario en ambos idiomas), alkate (alcaide, aunque sólo se usaba en algunos euskalkis del sur y no en todos), azoka/sokoa (mercado), atorra (camisa “ad-adurrá”), Kuntun (carta), o aitzaki («al xaki», excusa) y poco más. Por mirar otro ejemplo, la influencia del euskera en el castellano sería muy superior, ya que según el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) hay noventa y cinco (95) palabras en euskera, además de otra posibles influencia del euskera en el origen castellano primigenio.
Es más, algunas de las palabras que se dan como de origen celta en euskera no son consistentes. En algún caso como “landa” (prado, similar a Island, Ireland etc.), parece más bien que llegó a través del latín; tanto el celta como el euskera tienen vocablos en latín en profusión debido a los siglos a los que estuvieron sometidos celtas y euskaros a los romanos y después por la influencia de la Iglesia Católica. Otra palabra que no parece venir del celta de las propuestas es “maite”. El lingüista germánico Manfred Owstrowski en “historia del lenguaje vasco”, señalaba que “Maite” en euskera “amada, querida” es en irlandés maith “bueno” y la vieja forma celta debe haber sido *mati-, la cual debería haber dado *madi- en Vasco. En el caso de “-tegi” también existe en armenio con el mismo significado, lo que cuando menos requiere de una mayor profundización. Por tanto, poquitas palabras pudieran ser celtas en euskera y en ningún caso está definitivamente demostrado.
Se ha especulado también con la palabra “hogei”, veinte, pero ya el filólogo gipuzkoano Koldo Mitxelena por ejemplo lo negaba. Ocurre que en euskera existe el sistema vigesimal como base para contar como en muchas lenguas celtas. Así tenemos hogeita hamar: veinte más diez (treinta), berrogei: dos veces veinte (cuarenta) etc. Pero el sistema de numeración vigesimal se encuentra también en el danés, en el francés y en un dialecto del bereber, el tachelhit. En el inglés medieval, todavía se podían encontrar restos de este sistema vigesimal.
Respecto a la toponimia, hay quien cree indoeuropeo prerromano el nombre del río Nervión, como en el documental de la ETB mencionado, lo cual no tiene fundamento alguno. En realidad Ptolomeo y los escritores romanos escribían “Nerua” o “Nerva” (la “u” y la “v” se escribían igual), emperador romano del s. I que construyó el foro a la diosa romana de la sabiduría y de la guerra, “MiNerva”, en Roma. Por tanto, es más creíble que sea un nombre traído por los romanos, como otros tantos de la ría de Bilbao: así el nombre de la localidad de Zierbana vendría del antropónimo «Cervius o Cerviana», Somorrostro (Muskiz) de «Summo rostro» (literalmente «prolongación de la tierra»), tenemos el río Barbadun que desemboca en Pobeña (Somorrostro-Muskiz), el Ballonti y las aguas del río Cotorrio nacen en Triano, la famosa mina de hierro romana según Plinio. En el Casco Viejo bilbaíno han aparecido monedas romanas y otros materiales.
Comentaba Alberto Santana en una alocución a Radio Euskadi que mucha toponimia vasca no se entiende desde el euskera actual y elige el monte Gorbea como ejemplo, incluso se burlaba de que un euskaldun zaharra de la calle le dijo una vez que sería “Gor= sorda” y “be(hi)a=vaca” (sic). Si este licenciado en historia y no filología se hubiera simplemente molestado en consultar en internet el diccionario gratuito de Euskaltzaindia (Real Academia de la Lengua Vasca), la etimología euskaldún de Gorbea es muy clara: “solar en el alto”, de Goi=alto y “Orbea” topónimo y apellido muy difundido, elipsis de “Orubea”. Es cierto que mucha toponimia antigua ha llegado deformada y puede que incluso esté en algún caso en algún idioma indoeuropeo sin determinar, tal y como comentó en su día Koldo Mitxelena, pero esto hay que demostrarlo con un estudio pormenorizado y por lingüistas.
Es más, ¿son realmente celtas los nombre acabados en –ama como muchas veces se ha dicho? Es evidente que tampoco. El origen de la polémica viene de la araveca-celta Uxama Argaela (hoy Burgo de Osma en Soria) y de Uxama (I)barca (Burgo de Osma en Valdegobia), pero éste del pueblo euskaro de los autrigones. Se supone que Uxama significa “supremo o en el alto” en celta, era escrito en el caso soriano Auxama (Floro) y en una tessera de hospitalidad “Usama”. Pero, si miramos a la segunda parte del término de la población alabesa “Ibarca” parece netamente euskérica (Ibarca= ibar+ka) de “ibar” (vega). Hay además un barrio Osma en Mallabia y otro Oma en Kortezubi (karietas o karistios), ambos en Bizkaia.
Del mismo modo, nombres como Lezama, Beizama, Zegama, Arama, Aldama etc., no son celtas ni indoeuropeos y tienen su equivalente en Lezana, Be(i)zana, Arana o Aldana. Se trata de dar un origen celta a toponimia claramente euskérica por contener el término “ama” como el mencionado Uxama, cuando todos tienen traducción desde el euskara: Lezama (leza-ama): vallado; Eizama: zona de caza, Zegama: prado mayor y mucho más fácil Arama: comienzo del valle o Arana. Se puede encontrar su significado en el libro de Koldo Mitxelena “Apellidos Vascos” o en el “Diccionario de apellidos vascos” N. Nabarte revisado por Eusko Ikaskuntza en 1992.

 

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(-briga, topónimo que se considera celta, «ciudad», sin embargo su distribución es sólo peninsular y no corresponde únicamente al territorio celta, ni siquiera su mayor presencia)

Es paradigmático de la imposibilidad de un préstamo celta el caso del valle alto Nabarro de “Ulzama”, cuya traducción desde el euskera sería “presa del desfiladero” (N. Nabarte). Aparece escrito como Hutçama en los primeros documentos de los siglos XII-XIII, por tanto se acerca aún más su sonido a “hur” –agua-, pues sabemos que se escribía también con “h”. En el año 1366 aparece mencionado como Urçama, lo que hizo que José María Satrústegui lo relacionara con ur (‘agua’). El filólogo gipuzkoano Koldo Mitxelena (1961-1962) demostró en el trabajo “Los nombres indígenas de la inscripción de Lerga” que el uso frecuente de la “h” sería indicador del euskera, como en la lápida encontrada en esa población de Alta Nabarra (baskones): Umme Sahar fi[lius] Narhungesi Abisunhari filio. Anno XXX (Hijo mayor, hijo de Narhunges, hijo de Abizunhar)”. Luis Nuñez Astrain en el libro “El euskera arcaico” comentaba que: “Es muy característica del euskera arcaico la existencia de la h (signo de aspiración), porque no existía en ninguno de los idiomas circundantes (idiomas celtas e íbero), lo cual facilita grandemente la identificación de una palabra arcaica como vasca”.
La no existencia de restos arqueológicos celtas en ninguna de esas zonas (con sus tesseras, cascos, lanzas etc.), lo aislado de estos topónimos rodeados de zonas euskerikas 100% y lo alejado de los asentamientos de la zona celta demostrada, deberían de descartar la procedencia Celta de los mismos y buscar un origen más natural desde el euskera.
Otro topónimo imposible de considerar celta es “Arno”, una montaña entre las poblaciones gipuzkoanas de Mendaro y Mutriku (karietas o karistios) así como un río de Italia en la Toscana, el cual nace en los Apeninos y muere cerca de Pisa. Sin embargo, el filólogo Hans Krahe lo consideraba de base paleoeuropea, derivada de la raíz indoeuropea *er- “fluir, moverse”, con significado hidronímico. Es más, no eran celtas sino etruscos los habitantes de la toscana previa llegada de las legiones romanas. El etrusco era un pueblo muy avanzado tecnológicamente instalado en el norte de la península italiana entre los ríos Arno y Tíber durante los siglos X al VII a. C. provenientes de Asia Menor y que desaparecieron como pueblo tras la conquista romana en el siglos III a.C. De los etruscos se han encontrado más de 10.000 inscripciones no descifradas pero sin aparente relación con el euskara. El monte Arno en Gipuzkoa es de piedra caliza, por lo que coincide con el topónimo “Ar=(h)arri”.
De la poca toponimia que nos dan los romanos, tomándolo con toda la precaución necesaria, tenemos claramente euskérika entre baskones y auskos (aquitanos): Iliberri (Akize-Dax), Oiasso (Irun), Iturissa (Auritzberri-Espinal), Andelos (Ande- Muruazabal de Andion), Turiasso (Tarazona), Araurona (Alagón), etc. Otros antiguos nombres de lugar vascos que incluyen ese componente Ili- son Ilumberris Auscorum (Auch), Ilumberritani (habitantes de Lumbier), Iluro (Oloron) etc. además de Pompailun-Pompaelo (-ilun).
Pero también los nombres de la costa de Bizkaia-Gipuzkoa de karistios y bardulos tienen reminiscencias euskaras: Moroaga, Portus Amanum, Menosca… Lo que es indudable, es que el euskera actual y el de hace 2.000 años no puede ser exactamente el mismo, por lo que cuanto más antiguo es el topónimo más deformado está y más difícil es su interpretación, más si nos llega, como es el caso, mediante escritores grecolatinos.
Sí es celta el nombre del río Gallego, que nace en tierras de Aragón y se adentra en Alta Nabarra, derivada de la palabra «Gallaicus». Era el río por donde bajaban los galos para intentar conquistar a los baskones, pero ya en plena Edad Media.
Parece celta el nombre «Deva» (quizás de «divino»), en el caso del río gipuzkoano sería el único vestigio en esta provincia de que hubo celtas. Existe un río con el nombre Deva en el Miño, en Avilés, Cantabria, Huesca, Francia (Dives) y Escocia. También tenemos ríos Deva en la India o en Mesopotamia, pero allí se atribuye su origen al sáncrito o incluso a un idioma anterior con el significado de “celestial o diosa”, siendo los devas deidades en el hinduismo y el budismo. Fuera de los ríos existe Deva como puerto de montaña en Pontevedra, Portetla de Deva en Sobradelo de Braga (Portugal), Riodeva es un lugar en Teruel, en Avilés existe Debarray, también es el nombre de una laguna en Huesca, cerca de Piedrafita. Pero existe Debba en Sudan, Debao en China, Debal’cevo en la URSS, Devenna como puerto de Francia, Deiva es una población de Italia y Deva otra población de Rumanía. Pasará “deua” al latín como “deus”, al griego como “zeus”, al castellano como “dios” o al francés “dieu”. Por lo que es posible que el topónimo sea de origen latino.
Varios autores vieron en Deva la palabra «Ibai» (río), autores como Tovar o Schuchardt de reconocido prestigio, de donde viene «Ibar» (vega del río) y de ahí la palabra castellana y portuguesa «vega». Además existe en catalán este vocablo para describir el lugar donde un río aflora desde el subsuelo, siendo difícil en este caso que sea un préstamo celta en un lugar donde habitaban pueblos íberos y euskaros. Con todo ello, atribuir a los celtas el nombre de estos ríos no es tan claro. El topónimo sí es al menos de época romana pues Claudio Ptolomeo s. II escribe: «Deva fluvia ostia» emplazado a 13°. 45. y 44°.25′ que corresponde a Gipuzkoa.
La explicación nos remonta a la conquista romana, tal y como comentamos también en otro capítulo más extensamente (“El celtimo en la hipótesis de la baskonización tardía”), cuando los pueblos celtas llegaron a las depresiones beronas y autrigonas del Ebro con las legiones romanas y las posteriores repoblaciones, se situaron en las cuencas de los ríos más importantes, pero la población indígena se retiró en gran parte hacia la montaña (el “saltus”). Lo mismo ocurrió que en la costa con casos tan conocidos como Flaviobriga de legionarios celtas-romanos sobre una población indígena anterior, Puerto Amanum (¿Ría de Bilbao o Castro Urdiales?), que sólo podrían ser euskaldunes. Los soldados que controlaban el importante puerto de Forua también serían de origen celta en todo o en parte, algunos de ellos italianos según una lápida encontrada, el asentamiento data de los siglos I al IV d.C.
La conclusión es que las posibles palabras celtas en el euskera son escasas y es difícil llegar a una con conclusión al haber desaparecido los idiomas celtas peninsulares y ser muchos y muy diferentes los idiomas celtas. Teniendo en cuenta que fueron pueblos fronterizos durante mucho tiempo, la escasa toponimia existente (sólo demostrable en el caso del río Deva), descarta la presencia masiva de pueblos celtas en nuestros territorios de la Nabarra Occidental (llamada en España Comunidad Autónoma Vasca desde 1978), salvo aquellos casos documentados y puntuales donde está demostrada la presencia de legionarios romanos de origen celta.

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