IRUÑA DE OKA (VELEIA): DESMONTANDO LA VASCONIZACIÓN TARDÍA

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Los principales opinadores y acusadores de falsedad de las ostracas euskaldunas encontradas en Iruña de Oka en el asentamiento romano de Veleia en año 2006, se repiten en gran parte en la hipótesis de «la vasconización tardía» (renombrada como «euskaldunización tardía») del programa de EITB «Una historia de Vasconia» del año 2014, escrita y presentada por el historiador bilbaíno Alberto Santana.

Las 180 palabras en euskera así como 10 frases de estas ostracas, no encajan en las dos hipótesis principales de los acusadores: la primera hipótesis es de cómo podía ser el euskera hablado al comienzo de nuestra Era y la segunda es la hipótesis de la «vasconización tardía», sin olvidar la cuestión nada secundaria de la temprana cristianización de la Llanada alabesa (aunque en este caso también había antes pruebas más que suficientes). Ninguno de los acusadores de falsedad ha podido probar nada ante el juzgado por falta de pruebas científicas porque se niegan a realizarlas, lo que quita valor a sus acusaciones y cierne sobre ellos una oscura sombra (aunque aún no hay una resolución judicial).

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Sin embargo, todos ellos olvidan las dos inscripciones en el concejo de Trespuentes (Transpontem) del municipio de Iruña de Oka que fueron descubiertas mucho antes que las ostracas encontradas por la empresa LURMEN en el 2006. En una casa cercana al yacimiento aparecieron en el siglo XIX dos lápidas con las inscripciones “Illuna” y “Tichia”, citado por el Padre Fidel Fita (1883) testigo de su existencia ya que después desaparecieron: Rhodanus Atili f(ilius) servos an(norum) L Tychia uxor [Ill?] una socra. I(c) e(st). (Aquí yace Ródano, siervo, hijo de Atilio, de 50 años de edad. Pusiéronle esta memoria su mujer “Tychia” y su suegra “Illuna”). Era Veleia la ciudad eúskara más importante y la tercera ciudad de la provincia Tarraconense, después de la capital Tarraco y Caesaragusta, albergando hasta 10.000 habitantes en su momento de máximo esplendor.

Desde el 2006 han aparecido otras dos palabras «imposibles»: VELEIA(N) (escrita con «V», lo cual uno de los acusadores dictaminó que era imposible en tan temprana época y encima declinada en euskera) y UR (ver fotos). Sin embargo, nadie se ha atrevido a acusar a los nuevos arqueólogos de falsedad en los mismos (aunque han sido cesados temporalmente sin que nadie sepa el motivo más que ellos mismos). Esto que se sepa, pues se ha enseñado muy poco de lo excavado en los últimos años.

LA CIUDAD ROMANA DE VELEIA

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El astrónomo, geógrafo y matemático greco-egipcio de época romana Ptlomeo (vivió en Alejandría-Egipto en el s. I d.C.) en su libro “Geografica (II.6.(7) comenta que “los autrigones son contiguos de los cántabros en la costa y tienen la desembocadura en el río Nerua (Nervión) y la ciudad de Flaviobriga” (…)

“Cerca de los autrigones, entre el río Ebro y Pirineo, se encuentran los caristios, y sus ciudades interiores Suestasion, Tullica y Veleia (II.6.(53))”.

“Al oriente de los caristios están los vardulos y sus ciudades Gebala, Tullinion (Alegría-Dulantzi), Alba, Segastia, Penámica, Tritio Tubóricon y Taberca (II.6.(66)). Más allá están los vascones y sus ciudades (…)”. Existe además una importante inscripción a César Augusto en Veleia dedicada por los “cariete y venneses”, al cual deja bien claro a qué Pueblo prerromano pertenecía Veleia en la actual Iruña de Oka.

Esta descripción rompe el nuevo mapa de Pueblos o tribus planteado por «Una historia de Vasconia» de Alberto Santana, asesorado por el filólogo en lenguas modernas Joseba Abaitua (el único que junto a Santana defiende la hipótesis en el documental) y el arqueólogo de la Diputación Mikel Unzueta. Joseba Abaitua es además el controlador de la entrada de la Wikipedia sobre Iruña-Veleia, pese a estar especializado como hemos dicho en lenguas modernas y no se le conoce trabajo alguno sobre lenguas antiguas.

Mapa tradicional de los Pueblos euskaros:

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Extraño mapa propuesto en «Una historia de Vasconia: euskaldunización tardía»:

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La calzada Akitania-Hispania atravesaba los Pirineos por Urkulu y Turisa (alto de Orreaga, Auritzberri-El Espinal) y bajaba a la capital baskona, Pamplona, por Alantore, Araceli, Alba, Tullinio y Suessatio llegaba a la karistia Veleia (el pueblo actual de Iruña de Oka), para seguir hacia la capital autrigona, Briviesca, dirección Asturica Augusta (Astorga).

El nacimiento de las ciudades de época romana es descrito por Julio Caro Baroja en su libro “Problemas vascos de ayer y hoy”: “Los romanos tenían por principio el de hacer bajar las poblaciones vencidas de sus asentamientos en la altura y que poblaran más los llanos, con dos objetos: el de controlarlas mejor y el de aumentar la producción del suelo, el origen de la parte de las aldeas del Occidente Europeo”.

Había tres grandes ciudades en la provincia Tarraconense de época romana con el nombre “Irun”, “ciudad”, en lo que hoy es el País Vasco: Iruña de Oka (Llanada alabesa, cerca de Vitoria-Gasteiz, llamada Veleia por los romanos), Irun en la costa (Oiasso, Gipuzkoa) y la capital baskona Iruña (Pamplona).

Era Veleia la ciudad romana en tierras vasca más grande al sur de los Pirineos con 10.000 habitantes en su momento de máximo esplendor, con una cohorte permanente, sólo superada en habitantes en la provincia Tarraconense por Zaragoza (César Augusta) y Tarragona (Tarraco) con 20.0000 habitantes cada una y en la península hispánica era Mérida (Emerita Augusta) la ciudad romana más grande con 25.000 habitantes. Por tanto Veleia era “enorme” para su época.

“El yacimiento de Iruña de Oka (Veleia) está situado en una posición centrada en la Llanada alabesa. Ocupaba unos 100 Ha., delimitadas por un meandro del río Zadorra que era salvado por dos puentes -los actuales de Trespuentes y Víllodas-, uno en cada extremo del espolón.

Iruña fue ante todo un gran poblado indígena que ocupaba desde el espolón de Arkiz hasta la base de la colina de Iruña. Sus orígenes se remontan al siglo VIII antes de Cristo, en el final de la Edad de Bronce y continúa habitado en la IIª Edad del Hierro (en el siglo IV a.C.). Sus viviendas, rectangulares y circulares, se parecían a las excavadas en el cercano poblado de Atxa (Vitoria-Gasteiz). Se trataba de cabañas asentadas en la roca natural del terreno, con paredes de adobe, tapial y ramajes y techumbres vegetales. En muchas ocupaciones romanas se da una continuidad entre los poblamientos indígenas y las nuevas ciudades romanas, como en la ciudad de Veleia.

En Iruña de Oka (Veleia), en la primera mitad del siglo I.d.C.-época tardoaugustea o julio-claudia-las cabañas del poblado son sustituidas por las primeras casas hechas «a la romana». Las habitaciones de de estas viviendas urbanas o domus rodeaban un patio central dotado de cisterna de opus caementitium u hormigón romano. El final de ese siglo -época flavia- constituye para la ciudad de Iruña/Veleia su momento de mayor esplendor. Algunas de las domus se rehacen completamente, edificándose con mayor porte. Espacios y edificios públicos completaban este espacio típicamente urbano.

Conocemos mejor la ciudad de fines de siglo III y mediados del IV d.C.-época tardoantigua-. La recesión económica del momento hizo que paulatinamente se abordaran edificios antes ocupados. Es en estos años cuando se emprende la última gran obra pública en Veleia, la construcción de la muralla que delimita una ciudad de algo más de 11 Ha. Veleia, al igual que otros privilegiados núcleos urbanos de la vía entre Asturica Augusta (Astorga) y Burdigala (Burdeos) se amuralla. La irrupción de los bárbaros en la península a principios del siglo V d.C. no supuso un corte total en la historia de Veleia. Los últimos datos arqueológicos sobre la ciudad corresponden a enterramientos de finales del siglo V d.C. ocupando espacios de habitación ya abandonados”. Diputación Foral de Alaba.

La muralla tenía entre 4,5 y 5,5 metros de ancho y 8 de alto (el doble que una muralla medieval normal por ejemplo), aunque no está claro contra quién defendía la ciudad, pues además de los bárbaros del norte, es época de movimientos bagaudas, masas de campesinos descontentos que se organizan militarmente y que provocan un caos inicial en Baskonia y territorios adyacentes.

Veleia era el principal centro de consumo y sobre todo de distribución de mercancías del País Vasco peninsular interior, como en la costa lo era Forua (también del pueblo karieta o caristio, pero donde no había una ciudad). Veleia debió de ejercer una influencia política y comercial importante en el mundo vasco de época romana.

Notitia Dignitatum escrita en la primera mitad del siglo V, es la única fuente para conocer algo de la organización militar en Baskonia, por la cual sabemos que la fortaleza de Baiona (Lapurdum) había una cohorte (600 hombres) y un tribuno, por el norte el siguiente destacamento era ya en la frontera con los “bárbaros” germánicos en las Galias del norte, sobre el río Rhin.

El tribuno de la cohorte Primera Gálica de la Tarroconense residía en Veleia. En toda la península hispánica sólo había tropas romanas en Séptima Gemina (ciudad de León), en Zamora (Royinos de Vidriales), Lugo, Juliobriga (cerca de Reinosa, los cántabros y asturianos no fueron conquistados hasta el año 26 a.C.) y en otro lugar de Galicia, todas en el norte peninsular y en zonas rebeldes durante años a la ocupación romana («Guía para la historia del País Vasco hasta el siglo IX» Alberto Pérez de Laborda).

Por tanto, tanta presencia armada en nuestro territorio es cuando menos sospechosa, más si se ven los acontecimientos que siguieron a las invasiones bárbaras del siglo V donde el pueblo llano vasco se alzó en armas y llegó a tomar ciudades amuralladas como Tarazona o sembró el terror en la mismísima Zaragoza, los mencionados “bagaudas”.

Con todo, en la vida cotidiana se impusieron las costumbres romanas. En la dieta diaria, se incorporó la fruta en variedad, siendo los melocotones una de las más consumidas. Con la llegada de los romanos se produce una expansión brutal de todo tipo de técnicas de horticultura. El comercio y la dieta de los antiguos vascos era de una variedad impresionante.

Parece muy difícil de averiguar si estas ciudades, donde sólo la clase dirigente sabría latín, tuvieron la influencia que después tendrán Vitoria o Pamplona sobre el euskera, pero la lógica nos dice que debió de ser así. Incluso mucha de esa clase dirigente, sobre todo fuera de las grandes ciudades (los “possesor” o latifundistas), hablarían el latín como segundo idioma. Ausonio (s.IV), en una carta asevera que en la ciudad de Dax su abuela habla euskera, así como todos los “salvajes” habitantes del campo (“saltus vasconum”).

La importancia del Imperio romano en los idiomas se refleja en que sólo el euskera y el gaélico sobrevivieron en Europa a su devastadora maquinaria bélica y burocrática y religiosa después.

Los hallazgos en Iruña de Oka de ostracas con textos en euskara, confirmarían que el idioma de las ciudades vascas de época romana era el euskera, incluso entre la clase dirigente que serían básicamente nativos como el claro ejemplo del baskón y proconsul romano de la Tarraconensis, Aurelio Prudencio , nacido en Calahorra en 348, por tanto se trataría una situación parecida a la que vivimos tras la invasión castellana de la Nabarra Occidental en 1200 o en Alta Nabarra en 1512-24 y 1620 en Baja Nabarra.

No serían las de Iruña de Oka, ni mucho menos, las palabras más antiguas en euskera, pero darían mucha luz al desconocimiento que tenemos sobre la evolución de nuestra lengua, como el posible temprano uso del artículo “-a” frente a lo que pensaban muchos lingüistas, también reforzaría la idea del uso de la “h” aspirada en todo el territorio euskaldun, nos hablaría de la antigüedad de muchas palabras y otros elementos gramaticales de enorme interés filológico, incluida la posible dialectización en época romana entre el sur (Tarraconensis) y el norte (Novempopulania o Akitania I) donde hay sobre 400 palabras en euskera cincelados en lápidas, aras o similares.

La romanización de la tierra vasca se ve claramente en la gran influencia del latín en el euskera. La raíz latina aparece en muchas palabras vascas, según una tesis de Luis María Mujika más de la mitad del vocabulario tradicional del euskera en los últimos siglos es latino o románico, pero hay que distinguir las recibidas con sustrato antiguo importante de las recibidas durante los siglos en los que imperó el latín en la liturgia de la Iglesia o las que vienen del castellano.

Según Gerhard Rohlfs, el primer sedimento de palabras trasvasadas al euskera son de carácter jurídico (unas 30), luego fueron palabras de culto cristiano (unas 50), relacionadas con fiestas (unas 30), por influencia de maestros romanos (unas 30, maestros que usaban ostracas o piezas lisas de cerámica y un punzón a modo de “pizarra y tiza”, como las encontradas en Veleia) y otras 15 de contenido abstracto.

La mayoría de las palabras de origen latino hacen referencia a técnicas de todo tipo, productos agrícolas introducidos por los romanos, cuestiones de organización, economía y actividad textil; no así para animales domésticos (salvo aves de corral), árboles y hortalizas.

Las palabras de origen latino en euskera son muchas: «eta» (conjunción «y»), «zeru» (cielo, frente al «ortzi» anterior), «pago» (pagus), «errota» (molino, de «rotar»), eliza (iglesia), aingeru (ángel), sekula (nunca), gaztaña (castaneam), piku (ficum, higo), geriza (caereseam), golde (culter), akulu (aculum), aingura (acorum), solairu (solarium), gaztelu (castellum), kate (catenam), errege (rex, regem), lege (legem), katu (gato, animal procedente de Egipto), bake (pacen, pax), foru (forum, en un principio designaba un mercado público, no confundir con las leyes), meta (montón de grano), zekale (centeno), txertatu (injertar), Deusto (barrio de Bilbao), Donostia, berba (verbum) etc.

El latín incluso influyó en la gramática del euskera de forma notable, sufijos, declinaciones etc., o la creación de infinitivos con terminaciones –tu y –du, según defendía, entre otros, Caro Baroja, como: piztu, hartu, gurtu etc. Antes del contacto con el latín no habría un signo para el infinitivo sino que cada verbo tendría una terminación como hoy ocurre en contados casos como en los verbos más significativos: egin (hacer), joan (ir), ekarri (traer), eraman o eroan (llevar), izan (ser) y egon (estar).

Del latín vendría también «agur» (adiós), de «auguri» (buena suerte), de donde viene también la palabra en castellano «augurio».

 

La ocupación alto medieval del territorio occidental por el pueblo baskón

Pero sobre todo, las ostracas de Iruña de Oka (Veleia), desmontaría una teoría que se enseña en muchas universidades españolas de historia y que apoya el documental de la EITB «Una historia de Vasconia», un profesor de lenguas modernas (Joseba Abaitua) y el responsable de arqueología de la Diputación de Bizkaia Mikel Unzueta, a pesar de la poca consistencia de la misma y con un alto contenido político más que histórico.

Sánchez Albornoz (Madrid 1893-Ávila 1983), catedrático de historia en las universidades de Madrid, Barcelona y Buenos Aires y presidente en el exilio de la Segunda República española, entre otros textos, en su libro «Orígenes de Navarra y destino de Navarra. Trayectoria histórica de Vasconia», habló de un posible desplazamiento del pueblo de los “baskones”, ocupando en el siglo V-VI los territorios de bardulos, berones, karistios y autrigones básicamente, pero también a los akitanos de Novepopulania, llevando el euskera consigo, idiomas que esos pueblos no hablaban antes.

Hipótesis de Sánchez Albornoz que Caro Baroja o K. Mitxelena descartaban, el segundo por la epigrafía anterior vasca y el primero por absurda, la zona más romanizada no llevaría el euskera sino el latín al “saltus” o si se prefiere, a las zonas boscosas centrales desde el Pirineo hasta los montes vascos.

Varios libros del arqueólogo Xabier Peñalver, revelan la existencia de castros vascos amurallados anteriores a la invasión romana con restos de hasta hace 5.000 años y prestos para la defensa del territorio siguiendo los grandes ejes de los valles fluviales, en sitios elevados y con el terreno previamente preparado para acoger la posterior edificación Estos castros estarían relacionados entre sí (se sitúan en altos con una vista natural los unos de los otros), autónomos en recursos naturales, pastoriles (guardaban el ganado dentro de las murallas) y agrícolas (se han hallado todo tipo de cereales propios de la época, dentro y fuera de la muralla), todos ellos en las actuales provincias occidentales de Bizkaia, Gipuzkoa y norte de Alaba, pero también en el norte de Lapurdi, Baja Nabarra y Zuberoa, iguales que los que hacían sus vecinos celtas, astures y cántabros.

Han aparecido de momento 2 de estos castros en el norte de Alaba, 8 en Bizkaia, 8 en Gipuzkoa, 10 en el norte de Lapurdi, 28 en el centro y norte de Baja Nabarra y 17 en Zuberoa, éstos en plenos montes Pirineos. En todos ellos se observa una continuidad en la población. En estos castros de Pueblos euskaros no hay teseras, armas ni simbología que se pueda atribuir a celtas y si abundante simbología autóctona, como cruciformes o estelas dentadas que tienen una continuidad altomedieval y, sobre todo, aproximadamente una docena de palabras en euskera (ninguna en idioma celta). En el siguiente mapa se ve bien a las claras la máxima expansión del idioma celta, siempre fuera de los Pueblos euskaros (mapas de Koch del libro «The background of celtics languages» escrito por Catriona Gibson y Dogman S. Wodtko – información facilitada por el propio Alberto Santana-):

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Algunos historiadores españoles se apoyan en la supuesta “baskonización” alto medieval de Bizkaia, Alaba y Gipuzkoa, en un texto del cronista franco Gregorio Tours (538-594) diciendo que los Baskones «descendieron de sus montañas en el año 587”. En ningún texto franco (s. VI y posteriores) se distingue a vascos del sur de los continentales o auskos (akitanos de Novempopulania), como hacían al principio los romanos, nos ven como un solo Pueblo, por tanto es normal que G. Tours hable de baskones, es decir vascos y un gentilicio, por eso llamaron Baskonia al territorio que ocupaban hasta la creación del reino de Pamplona o Nabarra en el sur del mismo (los “nauarri” escrito por primera vez en el 769). Los bagaudas, a los que algunos hacen referencia para apoyar esta tesis, aparecen tanto en el norte como en el sur pirenaico, sin que se sepa más de ellos, y, como dice el propio Sánchez Albornoz, sería un movimiento de carácter nacional en busca de los territorios que perdieron durante la ocupación romana.

También se usa para argumentar la supuesta “baskonización” la frase escrita por el historiador vasco Oihenart (1592-1667): «de la región de Novempopulania ocupada por los Baskones» (escrita más de mil años después de éstos hechos por tanto), para hacer una interpretación abusiva de la misma, queriendo ver una invasión del Pueblo basko(n) sobre el resto y sobre tierras que antes no poseían y que el propio Julio Caro Baroja la refuta en su libro “Sobre la lengua vasca”:

“Yo no me explico cómo teniendo a la vista varios textos de Estrabón, varios autores se han empeñado en sostener que la existencia de la lengua vasca en Francia (sic) es debida a invasiones medievales, idea que ya mantuvo Oihenart (…)”.

Las lápidas con numerosas palabras en euskera no dejan espacio para la duda sobre la idiosincrasia euskaldun de los akitanos de Novempopulania (del Pirineo al río Garona y alrededores; ausko, plural latino auski y el gentilicio “–tano”: akitano ).

Más claro es aún el hecho que ya un siglo antes Idacio (año 449) hablaba de «Baskonias» en referencia tanto a la norpirenaica como al territorio al sur de ésta cordillera montañosa. En el 581 los francos y los godos ya lo hacen en singular «Baskonia».

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Conclusión

No hay referencia a los Pueblos euskaros prerromanos a partir del siglo IV-V, por tanto los romanos ya no distinguían las demarcaciones territoriales de los Pueblos prerrománicos euskaros pues ya no existían tales Pueblos ante la presión política romana que habría desmantelado su estructura defensiva y organizativa en casi su totalidad (cabe recordar que sobrevivió el derecho indígena o pirenaico), sólo quedaba una gente con una misma cultura e idioma, lo que en sí mismo explica por qué los posteriores autores francos, godos o musulmanes hablan de un solo pueblo organizado en un Estado, Baskonia, de la que será hija el reino de Pamplona-Navarra.

Por tanto, además de la importancia que tendría para el conocimiento del euskera en los primeros siglos de la Era cristiana, las ostracas de Iruña de Oka (Veleia) desmantelarían definitivamente esta teoría usada para negar la existencia de euskaldunes en gran parte de nuestro País hasta la caída el Imperio Romano Occidental y también la supuesta pervivencia del euskera en base a su aislamiento frente al mundo romano y la escasa romanización del territorio, por lo que urge una segunda datación de carbono 14 para confirmar o no la manipulación de las mismas.

Mapa con la «p» inicial y entre vocales atribuida a los idiomas celtas, donde se ve que todos ellos aparecen fuera de los territorios de los Pueblos euskaros salvo excepciones en la zona de contacto que era río Ebro.

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