Navarra o Madrid

¿Estupefacción? Tal vez debería ser la palabra adecuada, para expresar la sensación que me produjo la intervención del portavoz de U.P.N., Íñigo Alli, en la última sesión de investidura en las Cortes de Madrid. A decir verdad, no me suelen sorprender, desde tiempo a, las intemperancias de un grupo que no se limita a afirmar, sino que tiene interiorizado que la Comunidad Foral de Navarra (C.F.N.) es propiedad de sus adherentes, porque, según parece, se la debió dejar en herencia Sancho el Fuerte. El citado padre de la patria reclamó la atención de las Cortes españolas desvelando la maniobra de Bildu, cuando arrastró al cuatripartito que respalda al Gobierno de Uxue Barkos en la C.F.N. a promover la anexión de este territorio por parte de la Comunidad autónoma vasca (C.A.V.).

Son dos los aspectos a resaltar en este cansino discurso del seudonavarrismo; la paranoia, finalmente hecha carne en la mente de los seguidores de U.P.N. y similares, que les ha llevado a la convicción de que la C.F.N. constituye una realidad autónoma, toda distinta de lo que sea una circunscripción administrativa del Estado español, provincia o comunidad autónoma; resultado de su pertinacia en negar la realidad histórica humana de esta parte de Euskal Herria y mirar con hostilidad a quien defienda el carácter euskaldun de la misma, hecho este último reconocido universalmente. Lo que reviste mayor gravedad es la demonización que lleva a cabo U.P.N. de un planteamiento político, acorde con el principio universal de libre decisión individual y colectiva, recogido por lo demás en toda declaración de principios de derechos humanos universales, que, se afirma, es la base del sistema jurídico vigente en España. De acuerdo con tales principios es totalmente legítimo plantear que un territorio -la C.F.N.- forme parte de una entidad política determinada, como es la pertenencia de este territorio, provincia de Navarra, a la realidad histórica de Euskal Herria ¿No es este el caso que nos ocupa, señores de U.P.N.? ¿A qué viene, en consecuencia, la caterva de recriminaciones que acostumbran ustedes a echar sobre quienes defendemos la identidad vasca del territorio denominado Navarra? Los hechos, como se acostumbra a decir, son tozudos; Ustedes señores de U.P.N., al igual que el resto de los autodenominados navarristas, no son demócratas. Les rogaría que no me remitieran a las ocasiones en que, de acuerdo con la interpretación que acostumbran a realizar ustedes y adláteres, …los navarros vienen definiéndose contrarios a Euskal Herría en cuantas ocasiones se han manifestado en las urnas… ¡Lo siento por ustedes! Estas son las urnas de Stalin, Hitler y, por supuesto, de Franco. Navarra jamás dijo no al Estatuto vasco, escribió el inolvidable José Mª Jimeno Jurio. Navarra -añado yo- jamás dijo que renunciaba a su independencia, jamás dijo que renunciaba al orden jurídico que había creado para sí misma: los Fueros, que resultaron destruidos de manera unilateral por España mediante las leyes de 25 de 0ctubre de 1839 y de 16 de agosto de 1841. La sociedad navarra se rebeló en contra de los intentos españoles de eliminar los residuos competenciales en materia fiscal que España dejó a la administración Navarra, con ocasión de la Gamazada en 1893 y hasta nuestros días; de lo que somos testigos quienes nos movilizamos en la época de Franco y posteriormente en contra de Falanges españolas de todo signo ¡Esta es, señores de U.P.N., la única definición válida de los navarros, no desmentida en ningún momento hasta el presente! Por el contrario, sí ha sido evidenciado el rechazo de nuestra sociedad a todos los pasos dados por España en la integración de este territorio de Navarra circunscrito a la C.F.N. en el ordenamiento jurídico español; desde la conquista, pasando por la supresión de los Fueros en 1839, hasta los  ataques al Convenio económico, de lo que constituyen las últimas manifestaciones las imposiciones arbitrarias del ministro Montoro del P.P., a quien U.P.N. se encuentra vinculado ¡Con tales amigos Navarra no necesita de enemigos!

El señor Iñigo Alli, planteando en Madrid lo que corresponde a Pamplona, evidencia la servidumbre fundamental de U.P.N. con respecto a la política española ¿Navarra sola? ¡No! Navarra sometida a España. Que decidan en Madrid lo que pueda interesar respecto a Navarra, con la mirada puesta en la España de las provincias o autonomías… El Convenio económico parece representar un punto de encuentro entre los navarros de todos los colores. A decir verdad, son muchos los navarros en defenderlo en tanto que último baluarte de la supervivencia de nuestra colectividad. La administración española lo contempla igualmente como el último obstáculo antes de conseguir el dominio absoluto de los territorios de la Nación Navarra. El gobierno de España cuenta en esta guerra con el apoyo de todas las fuerzas políticas españolas, en las que de continuo se oyen voces de protesta en contra de los Convenios y Conciertos de Navarra, que los españoles en general consideran un agravio comparativo para ellos; y lo proclaman en medio del despilfarro y corrupción intrínseco a la administración española, paradigma de la gestión corrupta a nivel universal.

A todos aquellos navarros que aceptan formar parte de organizaciones españolas, no les exigiría, sino que tuvieran capacidad de convicción suficiente, para convencer a sus congéneres  españoles de que aceptaran sin remilgos el derecho de Navarra a disponer de un instrumento financiero, constituido por recursos que pagamos íntegramente los navarros con nuestros impuestos, como es el Convenio con el Estado, que, por lo demás nos obliga a los navarros, a cambio de gestionarlo, al pago de supuestos servicio estatales que ni necesitamos, ni queremos. Es sobradamente conocido que el cupo a pagar por Navarra constituye el tributo de una Nación sometida -Navarra- a la Potencia que la sojuzga -España-. El cupo, impuestos que pagan los navarros en beneficio de inversiones que el Estado lleva a cabo en territorios que contempla como más propiamente españoles. Aquí es donde tiene U.P.N. trabajo a realizar y suponemos que eficaz, atendiendo al ascendiente que debería tener por su alianza inquebrantable con el P.P., partido del que en tantas ocasiones se han oído voces en contra de Navarra. Espero que la señora Beltrán se esfuerce en convencer a sus correligionarios de lo que constituye una evidencia luminosa como el Sol. Le sugiero ante las dificultades con que tropezará en el intento que haga una peregrinación a la Pilarica al objeto de superar un obstáculo insalvable. Y termino con esta invocación a las alturas del sabio tafallés: ¡De nuestros amigos líbrenos Dios, que de mis enemigos ya me liberaré yo!