El Archivo General y el escudo de los Austrias

En las últimas fechas se han producido en Iruñea tres hechos que, por novedosos, quisiera comentar. El pasado día 3 de diciembre se celebró el Día de Navarra. Con tal motivo el Gobierno presidido por Uxue Barkos inauguró un monolito a la entrada del actual Archivo Real y General de Navarra. Dicho monolito, además de una representación del escudo de Navarra datado en 1575, presenta un texto grabado, en euskera y castellano, que alude al que fuera Palacio de los Reyes de Navarra en Pamplona evocando la historia viva de un pueblo abierto, dinámico y plural, y rindiendo homenaje a quienes forjaron y mantuvieron, a lo largo de los siglos, el Reino de Navarra.

Recientemente también, el Ayuntamiento de Iruñea ha tenido una iniciativa en la misma línea, al nombrar a dos de las zonas aledañas al palacio, como plaza Jardines del Reino de Navarra/ Nafarroako Erresumaren Lorategietako plaza y ronda de la reina Catalina de Foix/Katalina Foixkoa Erreginaen Ingurabidea. Aplaudo abiertamente ambas iniciativas llevadas a cabo por las nuevas representaciones oficiales surgidas de los últimos plebiscitos. Mi más sentida enhorabuena. Zorionak.

El palacio de los Reyes de Navarra en Iruñea fue construido como tal en la segunda mitad del siglo XII, cuando Sancho VI el Sabio consolidó el reino de Pamplona para tener, a partir de entonces, la consideración de reino de Navarra. Desde entonces el palacio fue la residencia de los reyes de Navarra cuando estos se encontraban en Iruñea, y así lo fue hasta los inicios del siglo XVI. Cuando las tropas castellanas del duque de Alba conquistaron de forma violenta el reino, usurpándole también sus palacios y pertenencias. A partir de esa fecha el Palacio Real pasaba a ser Palacio de los Virreyes, virreyes impuestos desde la corte castellana. Poco tardaron en colocar en su puerta su escudo, el escudo de los Austrias. A mitades del siglo XIX fue el propio ejército español el que pasó a utilizar el palacio, como sede de su máximo representante en la plaza, el gobernador militar, conociéndose como capitanía hasta nuestros días. El posterior abandono del edificio por parte de la jerarquía militar supuso que, en pocos años, acabara, por desidia, prácticamente en estado de ruina. Cuando el afamado arquitecto Moneo realizó la reforma para transformarlo en lo que hoy es la sede del Archivo Real y General, apenas dejó algunas pequeñas muestras en su interior de lo que realmente fue el edificio primigenio. Su aspecto externo poco o nada nos recordará el porqué y para qué fue construido en el siglo XII. Eso sí, el escudo de los Austrias no solo se conservó, sino que quedó bien visible, desafiante, chulesco, en la puerta principal del edificio. Y así permanece en la actualidad.

La tercera noticia a comentar es el censo provisional de símbolos franquistas, 224 elementos, que la Comisión Técnica de Coordinación en materia de Memoria Histórica ha realizado y que hace tan solo unos días fue ratificado en sesión por el Gobierno de Navarra. Uno de los más visibles, el escudo con la laureada de San Fernando del frontispicio del Palacio de Diputación ya ha sido retirado del mismo. También resulta una buena noticia. Sin embargo, me parece interesante matizar que la memoria histórica no tiene o no debiera tener fecha límite. Es hora de entender que nuestra memoria no termina o no empieza en 1936. Para entonces ya llevábamos varios siglos siendo agredidos y no de forma puntual sino permanentemente y aún lo seguimos siendo. El nacionalismo hispano nos recuerda machaconamente, a diario, en sus medios públicos y privados, en series televisivas, novelas o libros de texto, a sus reyes conquistadores, a sus emperadores, a sus imperios conseguidos por la fuerza bruta, vanagloriándose impunemente de ello. El escudo de los Austrias en la puerta de nuestro Palacio Real, hoy Archivo Real y General, pinta tan poco como la laureada del Palacio de Diputación. Es más, es una afrenta directa al antiguo palacio, al recién inaugurado monolito y a nuestra historia.

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