Lo que el alcalde de Batea no dice

A estas alturas, incluso los bebés saben que el anuncio del alcalde de Batea, Joaquim Paladella, de hacer un referéndum local para incorporar este pueblo a Aragón, no es más que una de las muchas maniobras que lleva a cabo el PSC-PSOE para intentar desestabilizar el proceso catalán. En este sentido, todos sus esfuerzos, coordinados con PP y Ciudadanos, se concentran en ‘fabricar’ una imagen de ‘fractura social’ en Cataluña que vendría a transmitir este mensaje subliminal: «Hay pueblos que, horrorizados ante la idea de una Cataluña independiente, quieren dejar de pertenecer a ella». No importa que en realidad todo se reduzca a una mera controversia entre dos administraciones, sin ninguna relación con el Proceso, porque de lo que se trata es de hacer ruido a golpe de titular.

Y el titular, en este caso, lo ofrecía el diario español ‘El Mundo’, el mismo diario que, como correa de transmisión del Ministerio del Interior de ese país, se dedica a publicar calumnias y pruebas falsas contra políticos catalanes con la intención de alterar el resultado de las elecciones en nuestro país. Vean, qué casualidad, que fuera también ‘El Mundo’ el primero en publicar los planes de Joaquím Paladella sobre la anexión de Batea a Aragón. Este era el titular literal: «Batea, el pueblo catalán que quiere hacerse aragonés». Y abajo, como es marca de la casa, un destacado con esta mentira: «El derecho a decidir que esgrime la Generalitat en su espiral secesionista corre el riesgo de propagarse a su territorio». Ay, los delirios elevados a la categoría de hechos…

Ocurre, sin embargo, que ‘El Mundo’ conoce muy bien la ideología españolista del alcalde de Batea y, para poder decir lo que él no puede decir, elabora una noticia más en consonancia con la operación que se esconde detrás que con el hecho en sí mismo, que es irrelevante. Y es que la ‘operación Paladella’ consiste en utilizar las divergencias administrativas locales con la Generalitat como tapadera del verdadero móvil. Un móvil que tendría una raíz emocional -según explican ciudadanos bateanos, el odio del señor Paladella al gobierno catalán es antiguo, feroz y visceral- y una raíz ideológica que llevaría a dicho alcalde a adoptar una posición de topo del nacionalismo español a fin de boicotear, en la medida que le sea posible, el derecho de autodeterminación de Cataluña. De hecho, la sola elección del diario ‘El Mundo’ como receptor inicial de la ‘operación Paladella’ ya es suficientemente elocuente.

Pero hay muchas otras cosas que el señor Paladella no dice. Repite todo el tiempo, eso sí, que los agravios a Batea datan de 1991, año de su llegada como alcalde, y tienen más de un cuarto de siglo de historia, pero no dice por qué, si tal cosa es cierta, no había planteado hasta ahora la anexión del pueblo a Aragón. ¿Quizás porque sin el Proceso no había necesidad de ello? Resulta curioso, igualmente, que reconozca haber dicho lo que dijo sin haber hablado antes con la Comunidad Autónoma de Aragón para ver las maravillosos ganancias que le ofrece a cambio de abandonar Cataluña. ¿No es ésta una prueba fehaciente de que la ‘operación Paladella’ no es más que una falacia? ¿Dónde está, por otra parte, el clamor popular de los bateanos para dejar de ser catalanes? ¿Dónde está la cifra de vecinos que suscriben la ‘operación Paladella’? ¿No habría sido más lógico que, habiendo dispuesto de veintiseis años de tiempo para hacerlo, hubiera tenido el valor de presentarse primero a las elecciones con este punto en el programa?

No importa. La auténtica ideología del señor Paladella se hace patente en los argumentos y justificaciones que exhibe cada vez que lo entrevistan. En la entrevista que le hizo Cataluña Radio el 19 de julio pasado, Paladella repitió hasta cinco veces que él era «muy catalán»; cinco veces en veinte minutos. Minuto 2:25: «Tenga en cuenta que nosotros nos sentimos catalanes, muy catalanes, y yo, concretamente, soy muy catalán». Minuto 3:25: «Nosotros nos sentimos muy, muy catalanes». Minuto 5:10: «Esto no tiene que ver con sentirnos más o menos catalanes». Minuto 8:01: «Somos un pueblo que nos sentimos absolutamente catalanes y muy catalanes». Minuto 13:35: «Nací en Cataluña, me siento catalán y sueño con Cataluña». ¡Qué pesado es el peso de la mala conciencia!, ¿verdad, señor Paladella? Ya cuenta la sabiduría popular que para saber de qué pie cojea una persona, basta con escuchar de qué se jacta. Simone de Beauvoir también se pronunció en uno de sus libros: «Cuando un hombre afirma que es ‘muy comunista’ indica así que no es comunista; un ‘gran hombre honrado’ es un hombre que no pertenece a la simple categoría de los hombres honrados, etc.». Pues bien, dime de qué presumes y te diré de lo que careces, señor Paladella.

Hay, sin embargo, un par de elementos descriptivos de la ideología del alcalde de Batea. Por un lado, él no dice nunca «el gobierno español», él siempre dice: «el gobierno»; y lo dice porque el gobierno del señor Paladella, el gobierno que constituye el centro neurálgico de su vida y ante el que siempre se ha mostrado muy sumiso, es el gobierno español. El otro elemento es esta frase suya: «Si unos tienen el derecho a decidir por un lado, otros podemos tener el derecho a decidir por otro». Francamente, sorprende que alguien que está en contra de que este 1 de octubre Cataluña pueda decidir su futuro nacional se presente como abanderado del derecho a decidir de Batea. Eso no parece muy coherente. En todo caso, si el señor Paladella quiere ejercer verdaderamente el derecho a decidir de Batea, lo primero que tiene que hacer es plantarse ante las consignas del PSC-PSOE y dar todo su apoyo institucional al Referéndum de autodeterminación de Cataluña. Me permito recordarle, sin embargo, que las leyes bíblicas del Estado español hacen quimérica por completo la anexión que propone. Absolutamente quimérica, por más que el diario ‘El Mundo’ quiera hacernos creer lo contrario. Basta con leer el artículo 141.1 de la Constitución española. Me parece, además, dicho sea de paso, que Paladella y ‘El Mundo’ no han pensado mucho en los pueblos de la Franja que, ya puestos, podrían querer incorporarse a Cataluña. Sugiero al alcalde de Batea que lo comente con el subdelegado de Madrid, cuando éste le reciba.

Finalmente, un pequeño detalle que llama la atención de todo esto es que el señor Paladella, que dice sentirse terriblemente agravado por los sucesivos gobiernos catalanes, nunca se haya sentido agravado por el expolio fiscal que sufre Cataluña bajo dominación española. Al contrario, es notoria la indiferencia cómplice con que siempre ha aceptado esta expoliación. Tal vez es por eso que tampoco se ha planteado nunca vivir en un Estado catalán -¡sólo faltaba!- o de pedir la anexión de Batea al Estado francés, a Gran Bretaña o a Andorra. Sin duda le queda más cerca el País Valenciano, pero ya se entiende que no le guste la idea: cambiar Cataluña por los Países Catalanes sería lo mismo que huir del fuego para caer en las brasas. Quizás la solución serían los Países Bajos.

EL MÓN