Qués es y qué no es una perspectiva nacional

Es asombroso leer los argumentos que determinados sectores de nuestra sociedad utilizan para respaldar proyectos que son injustificables, por lo menos desde una perspectiva centrada en los intereses de la propia nación.

Asombra también el enfoque reducido y cortoplacista con que se abordan la mayor parte de los problemas que nos atañen como sociedad imbricada en la Europa del siglo XXI.

Veamos algunos casos altamente significativos de la escasa perspectiva nacional que manifiestan la mayor parte de nuestros agentes sociales, económicos y políticos:

Comunicaciones e infraestructuras

Comunicaciones

Un ejemplo muy claro está en los intentos de racionalizar la ampliación del aeropuerto de Hondarribia. El territorio navarro tiene cinco aeropuertos: Biarritz, Foronda, Hondarribia, Loiu y Noain. Las distancias entre los más extremos superan escasamente los cien kilómetros, pero Biarritz está separado de Hondarribia por, aproximadamente, treinta. ¿Qué sucede? Que la mentalidad de muchos «vascos» del sur del Pirineo, aunque se autodefinan como «abertzales», ha internalizado que «Biarritz es Francia» (lo que implica, aunque no lo digan, que «Hondarribia es España»). El aeropuerto de Biarritz está perfectamente ubicado y dotado para cubrir las necesidades de una amplia zona de nuestro país que incluye, por supuesto Donostialdea. Pienso que quienes pretenden ampliaciones fastuosas del aeropuerto de Hondarribia carecen de una perspectiva nacional propia y autocentrada.

Otro, son las necesidades en vías de comunicación por tierra: ferrocarriles y carreteras. La apuesta por una red de ferrocarriles, completa y equilibrada, parece que no se contempla en las propuestas de los partidos políticos o grupos económicos. Sólo se percibe el aroma espeso de la «alta velocidad».

El transporte interno, de personas y mercancías, debe de estar coordinado por una red ferroviaria muchísimo más compleja y completa tanto en el espacio (poblaciones a las que acceda) como en el tiempo (frecuencia de los servicios) que la que actualmente nos «sirven» desde RENFE, desde la SNCFF o desde los propios FEVEs. Parece que esto no es importante, lo importante es TAV. Las dimensiones y distancias entre las principales poblaciones de Vasconia son relativamente reducidas. ¿Cuántos minutos se ahorrarían en un viaje Iruñea-Bilbo en un TAV con relación a un tren convencional adecuado? ¿Llegarían a quince?

Por supuesto que es muy importante la comunicación externa, pero es posible que con dos ejes (norte-sur y este-oeste) de trenes rápidos que cubrieran nuestro territorio, al margen de los aeropuertos, sería suficiente.

Mejor no hablar de los onerosos proyectos de carreteras de gran capacidad (autovía pirenaica, por ejemplo) con gran impacto paisajístico y que conducen únicamente a seguir con el actual, costoso y obsoleto modelo de transporte, sin realizar el esfuerzo en la búsqueda de alternativas.

Telecomunicaciones

Las telecomunicaciones, sobre todo la telefonía móvil aunque también la fija, están completamente en manos de operadoras extranjeras, que imponen sus tarifas y criterios de acceso en función de los intereses de sus respectivas naciones, con los costes que suman por el hecho de atravesar sus «fronteras»; sí, ésas que según ellos no existen. Otro tanto puede decirse de las redes de servicio para datos.

Y todo lo anterior no se manifiesta en las principales preocupaciones de los diversos «gobiernos» y «gobiernillos» que, aun afirmándose «patriotas» en muchos casos, responden completamente a los modelos hispanos y franceses impuestos y de los que dependen en todos los sentidos, desde el de la pura legitimidad política hasta el de su supervivencia económica.

Infraestructuras de comercio e industriales

El intento de construcción del superpuerto exterior en Jaizkibel constituye un hecho de enorme gravedad, no sólo, que también lo es, por el terrible e irrecuperable impacto ecológico y paisajístico que conlleva necesariamente, sino desde la propia perspectiva nacional.

En Vasconia existe un superpuerto, el de Bilbao. Es nuestra gran urbe y el «destrozo» ya está hecho. Es nuestro «buque insignia» comercial e industrial frente a Europa y el mundo. ¿Qué sentido tiene que Gipuzkoa pretenda «competir» con Bilbao en ese punto? Sólo sirve para crear rencillas artificiales, desestructurar más el país, en resumen, no tener una perspectiva de lo que es la propia nación. No se debe olvidar la existencia de un buen puerto comercial e industrial en la ría del Adour en Baiona.

Lo que se denomina como «ordenación del territorio» tiene que considerar todas las variables de que se es capaz en un momento dado, pero, sobre todo, debe integrarlas en un sistema nacional. Este sistema no es simplemente la suma o agregación de unas partes preexistentes. O se concibe la nación como un sistema completo o no es nada. Por supuesto que existen subsistemas (provincias, merindades, valles, comarcas etc.), pero EL sistema es la nación. A su vez en el mundo actual, cada vez con mayor intensidad, se está produciendo la integración de los sistemas nacionales en sistemas más amplios.

Hoy por hoy y, previsiblemente todavía por bastante tiempo, los estados serán los sujetos por antonomasia de la política a cualquier nivel. El sistema nacional, para ser efectivo, tiene que presentar la faceta estatal como necesaria para su supervivencia y evolución. La política de infraestructuras debe ubicarse, como mínimo, en este nivel y también en todos aquellos de mayor extensión.

Patrimonio e historia

Patrimonio

Cuando se consumó el monumental atentado, perpetrado desde el Ayuntamiento de Iruñea y el gobierno de la CFN, sobre el patrimonio contenido en el subsuelo de la Plaza del Castillo de la teórica capital de Vasconia, pocas fueron las voces que desde la Navarra Occidental o Marítima se alzaron como protesta ante tan enorme desaguisado. Parecía que, aunque fueran «abertzales», el asunto no iba con ellos; era exclusivo de los «pobres navarricos». No concebían Iruñea como su Jerusalén, ni Navarra como su nación.

Historia

La visión de la propia historia se encuentra sometida casi por completo a la norma impuesta por el canon hispano-francés. Somos «regiones diversas» en cuanto a origen, historia etc. que han conseguido su culminación, respectivamente, en la monarquía española y en la república francesa. Habrá podido haber etapas de mayor o menor «independencia», sálvese quien pueda, pero nuestro destino «universal» se cumplió con la «voluntaria entrega», pacto o cualquier otra fórmula, excepto la real, la conquista, en una de las dos estructuras.

La realidad histórica del reino de Navarra, único Estado independiente que hemos tenido los vascos y que, a lo largo de su dilatada historia, ha conformado las instituciones jurídico-políticas propias que tras las sucesivas conquistas y minoraciones condujeron al conocido como «Sistema Foral», es ignorada por tirios y troyanos.

El muy abertzale gobierno de Gazteiz, al plantear su famoso «Plan Ibarretxe», a la hora de repasar los sistemas jurídico-políticos propios de Vasconia ¡no hace una sola mención a su principal estructura jurídico-política: el reino de Navarra! ¿Es eso tener una «perspectiva nacional»?

Lengua

En este apartado existe un capítulo en el que parece que sí hay una visión «nacional». Se trata de nuestra lengua privativa: el euskara.

Aparentemente esta sí concita una perspectiva global al menos desde el punto de vista territorial entre grupos y personas que se consideran abertzales e incluso en otros sectores, por lo menos teóricamente. Es evidente que los grupos que controlan el gobierno de la CFN, declarados nacionalistas españoles, no tienen esa perspectiva territorial y trocean y controlan el territorio para conseguir, todavía más si cabe, su reducción y exterminio.

No obstante el planteamiento lingüístico no se relaciona, o lo hace escasamente, con la reivindicación política del Estado propio. No parecen demasiados los euskaltzales que asumen que una política de recuperación lingüística efectiva procede necesariamente de instancias que tienen autoridad moral y material para normalizarlas. Y esas instancias, se ha demostrado históricamente, sólo proceden de la autoridad que otorga un Estado. Una perspectiva realmente nacional de la política lingüística no puede sustentarse sobre el voluntarismo de sus hablantes, debe basarse en la autoridad de un Estado propio.

Conclusión

No basta con utilizar frases grandilocuentes y hablar de Nación por activa y por pasiva. Hay que ser coherente en todos los campos. En política no se puede decir que se busca como fin la independencia de Euskal Herria y poner los medios que conducen justamente en la dirección contraria, aumentando su sometimiento a España y Francia. En los aspectos económicos no se puede hinchar el pecho hablando de patria y actuar por parcelas aisladas, sin una cohesión global, fomentando disensiones internas y, normalmente, al servicio de los intereses más rastreros de las naciones dominantes.

Por último, considerar ajeno al interés nacional y relegar al limbo de los justos la destrucción de elementos patrimoniales fundamentales es delito de lesa patria. Como también lo es colaborar en el ocultamiento y tergiversación de la propia historia realizado por quienes nos conquistaron y sometieron.