Historias de santos

Tiempo llevamos arrastrando un aburrido debate en torno a la historia y su importancia en nuestras vidas, en el presente de una globalización imparable, y ante la incertidumbre de un futuro más que impredecible. Para unos, la historia no pasa de ser un relato más o menos fantasioso, fabulado, una recopilación de datos y sucesos que ya dieron de sí lo que podían dar. Capítulo cerrado. El presente está aquí, hoy y en nuestras manos.

Para otros, en cambio, aunque seamos sujetos de nuestro acontecer (o «debamos serlo», en sentido estricto; otra cosa es que nos lo permita la autoridad competente), sujetos de nuestros actos y decisiones, la historia representa un ámbito de estudio y recuperación; porque la memoria colectiva constituye un terreno compartido de las poblaciones, que hace país, que sienta bases de convivencia y vínculos comunitarios. Además, en ella encontramos antecedentes: los orígenes de situaciones actuales, las causas de los conflictos, las raíces de los problemas y una perspectiva necesaria para afrontarlos.

Pero mientras perdemos tiempo y oportunidades en estos dimes y diretes, como los bizantinos con el enemigo a las puertas de Constantinopla, discutiendo si en la punta de un alfiler caben tantas legiones de ángeles celestiales, el Gran Turco, menos puntilloso, aprovecha para avanzar posiciones.

La reciente celebración del santo patrón navarro ha servido de pistoletazo de salida para un año de actos y festejos. El 3 de diciembre coincidieron la festividad de Francisco Javier, patrón de Nafarroa Garaia, la fiesta del euskara y de la escuela nacional vasca. Y el gran turco puso en marcha la maquinaria del V Centenario del nacimiento del santo.

Frances de Jaso y Azpilicueta, que nació en el castillo de Xabier (cercano a Zangotza) el 7 de abril de 1506, justamente hace 500 años, pertenecía a una familia agramontesa, comprometida en la resistencia y la lucha por la independencia navarra en la época de la conquista castellana. Sus hermanos mayores pelearon en Amaiur y Hondarribia contra las tropas invasoras, y la familia hubo de exiliarse para escapar de las represalias. Frances estudió en París y en esta ciudad se unió al núcleo inicial de los jesuitas. Su figura está unida al desarrollo de las misiones y la evangelización de lejanas colonias y reinos orientales.

Frances de Jaso se definió a sí mismo como vizcaíno de lengua y de nación navarra. Viajó por el mundo con pasaporte portugués, para no aceptar la nacionalidad del ejército español que ocupaba militarmente su tierra y su propio castillo familiar.

Y mientras discutimos si la recuperación de la historia es importante (o no) en nuestra vida presente, cotidiana, el gobierno español ha creado una «Comisión Nacional para el V Centenario de San Francisco de Javier», a cuyo frente ha nombrado al historiador Fernando García de Cortázar. El gobierno de Miguel Sanz ha aprobado un presupuesto desorbitado de 4,4 millones para financiar este invento. A su vez, la CAN (Caja de Ahorros de Navarra) lo ha dotado con otro millón de euros. Con la partida inicial, más de mil millones de las antiguas pesetas para un año de cohetes, fuegos de artificio y otros despilfarros.

No se puede perder de vista la elección del comisario de esta celebración. Como explica el propio García de Cortázar en una entrevista, «no soy especialista en el siglo XVI». Algo tendrá entonces para que lo nombren, ¿no? Él mismo se explica: «Yo creo que pensaron en mí porque tengo una clara idea de España y de su proyección en el extranjero».

Según sus declaraciones, con la conmemoración de V Centenario «se pretende realzar la proyección de España hacia Oriente». Los mensajes que prepara se dirigen a difundir «la cultura y la historia y la realidad española».

Personalmente no me encandilan las vidas de santos. Y mi visión de la historia, de su papel en la memoria colectiva y en la percepción que la sociedad tiene de sí misma y de sus orígenes, intenta ser laica. Pero, ¿no da qué pensar tanto dinero, tantas inversiones, tanto empeño deliberado en retorcer la lectura del pasado, y disfrazarnos de hispano rancio un personaje que expresamente rechazó la ocupación española? Cualquier día veremos a Txomin Iturbe en el santoral de héroes españoles.