Puertas al campo

La declaración del presidente del Gobierno de España, anunciando su intención de iniciar conversaciones con E.T.A. insiste en la decisión de no hacer ninguna concesión a la citada organización, ni volverse atrás en decisiones ya tomadas por España, como puede ser la ley de partidos que ilegalizó a Batasuna. La oposición del P.P., por lo demás, reclama que no se acepte otra medida que la propia autodisolución de E.T.A. misma. Es cierto que el P.P. representa a la más sana tradición española que prefiere la honra sin barcos…, a la que la Historia ha venido poniendo en su sitio desde 1817 en Río de la Plata, pasando por Santiago de Cuba en el 98, el desastre de Annual ante los rifeños en 1921, hasta llegar a El-Aiún en 1975, porque es ocioso poner puertas al campo.

No tiene por qué extrañar tal exigencia del P.P.; de hecho puede contar con gran respaldo en España. También es cierto que son numerosos los que pueden llegar a pedir que se autodisuelvan todos los partidos vascos y, finalmente, el conjunto de las fuerzas soberanistas y nuestro pueblo en cuanto tal. Quien se siente fuerte se ve tentado a exigir la renuncia de todas sus reivindicaciones al contrario a quien estima débil, pero puede incurrir en error de cálculo. Sentirse fuerte puede responder a un intento de reafirmación y a la larga lleva a correr riesgos mayores, si la realidad no se corresponde con la propia percepción. España se ha sentido fuerte frente a E.T.A. y contado, al parecer, con el respaldo de la comunidad internacional. Sin embargo, el cese de la actividad armada de la organización ha traído al primer plano del debate el conflicto, libre de condicionantes, y el conflicto es el contencioso del pueblo navarro con España. No voy a perder ni un segundo en convencer de que existe el contencioso a quienes se empeñan en negarlo. Para ir por el campo no tengo porqué pasar por la puerta que me señala mi contrincante dialéctico. A éste ya le convencerá la realidad.

Quienes conocen la realidad histórica de nuestro pueblo y su relación con España saben dónde se encuentran las causas del problema y cuál es la solución. Probablemente parezca éste pobre bagaje para abordar la cuestión. Puede ser que a corto, medio o más largo plazo el problema se resuelva. ¿Para que fijar decenios, lustros o años? La Historia es un magnífico instrumento para explicar racionalmente el pasado. Muchas personas con una sensibilidad fina son capaces igualmente de intuir en alguna medida el futuro, aunque es necesario que se cumplan los procesos históricos para conocer si acertaron. No obstante, es también cierto que la maduración de los procesos históricos no se corresponde con el tiempo cronológico y los mejores observadores han sido sorprendidos con mucha frecuencia por la llegada de acontecimientos que han modificado profundamente las coyunturas políticas. Todo el conjunto de problemas que en el presente envenenan las relaciones entre España y Navarra podrán ser resueltos con la negociación y los recalcitrantes terminarán por aceptar la solución, o se darán de narices con la realidad.

E.T.A. no constituye el problema, sino un síntoma del mismo. En el pasado también se dieron otros episodios de enfrentamiento violento con España en los que se vio a nuestro pueblo alzado en armas, casi al completo. La perduración del conflicto podía hacer entender a España que lo va a tener difícil a la larga. Los momento de mayor fuerza del Estado español -el centralismo monárquico y la dictadura de Franco- han pasado y las transformaciones que tienen lugar en el mundo actual terminarán por afectar a los Estados más sólidos de la Europa occidental; Francia, Inglaterra, Italia… se resienten ya en su interior por importantes convulsiones sociales y políticas ¿Cómo va hacer frente España al creciente distanciamiento que se observa en Navarra y Catalunya? Un Estado que no se atreve ni a considerar el Plan Ibarretxe, ni a aceptar el Estatuto consensuado por las principales fuerzas políticas de Catalunya, aunque dé un portazo en el primero de los casos y se sienta obligado a cepillar el texto en el segundo, no da muestras de fuerza, sino de altivez. Muy propio de los Tercios de Flandes… «España y yo, señora, somos así»… Tal vez no sepan ser de otra manera.

Pero lo cierto es que la cuestión vasca -soberanía de Navarra- no es de hoy y será imprescindible afrontar los diversos aspectos de la misma…, legalización de partidos y presos de una manera más inmediata. Es comprensible que un Estado que se impone mediante la fuerza a otro le exija que acepte su Estado de derecho, sus tribunales, su policía y hasta sus multas. Eso lo han hecho Francia y España con africanos y americanos hasta 1960. A Navarra se lo imponen también en el 2006 ¿Qué pretenden, que nos convenzamos de su justicia? Hitler no llegó a tanto con los judíos, ni con los eslavos. Pero ¡Ya lo sabemos! «Lo nuestro son errores, lo suyo crímenes», afirmaba el segundo de Suárez y ministro del interior, Rodolfo Martín Villa, a raíz de la masacre de Sanfermines del 78. Nosotros entendemos las cosas de otra manera y, aunque sepamos reconocer que desde nuestro campo se ha incurrido en excesos injustificables, retamos a cualquiera de nuestros oponentes a que tire la primera piedra; antes y ahora. No voy a afirmar que la cuestión de los presos políticos sea innegociable. Lo que estamos exigiendo es precisamente la negociación, pero no aceptamos que se nos opongan argumentos éticos. Nos encontramos en una cuestión política y mis perspectivas éticas no tienen por qué coincidir con las de mi oponente. ¡Qué cínico soy! Lo cierto es que desde Navarra se tiene conciencia de que España ha sido la agresora y el agresor no tiene derecho a plantear exigencias; otra cosa es que tenga la capacidad de hacerlas, aunque el escenario puede modificarse.

Sería conveniente que los españoles se fuesen convenciendo de que no siempre van a tener la capacidad de imposición que sienten tener en este momento. Cada vez es mayor la convicción en el seno de nuestra colectividad de que la autodeterminación es el único objetivo, la única salida a nuestra problemática. Zapatero y Rajoy están en su papel negándola, pero no son ellos quienes tienen que imponer límites a un planteamiento de Navarra que es resultado de la convicción, porque, igualmente, la Historia en todo tiempo y la realidad actual ponen en evidencia que es una decisión irrenunciable de nuestro pueblo. Es inútil poner puertas al campo…