Sobre la realidad y la política

La polémica sobre el currículo es la «punta del iceberg» de un debate mucho más profundo, ideológico y político. Para comprender la realidad de una sociedad no es suficiente con la descripción de sus aspectos concretos, uno de los cuales sería el educativo y, dentro del mismo, el currículo. El sistema educativo está inmerso activa y pasivamente dentro del contexto social, ideológico y político. Pienso que no se ha escamoteado el currículo, simplemente se ha profundizado en aspectos que lo condicionan de forma muy importante.

Voy a intentar resumir en puntos concretos algunas de las cuestiones de divergencia con Ramón Zallo:

1.- Pienso que Zallo confunde lo que el llama Realidad con mayúscula y la equipara con el conocimiento mediado (aquí sí que hay «mediaciones») y condicionado por los aparatos de todo tipo (educacionales, mediáticos, coercitivos etc.) de los estados dominantes. A la realidad opino que se debe acceder mediante la investigación en todo el entramado de relaciones sociales y, sobre todo, debe relativizar la «objetividad» de su posicionamiento. La percepción de la realidad, ya desde Marx, responde a los intereses sociales de quien la analiza.

2.- Debo reiterar, en el mismo sentido, que Zallo se mueve en los parámetros de la dominación. Las identidades sobre las que trabaja la «sociología cuantitativa» (evidentemente más allá del bien y del mal) no sólo no son «neutras», sino que tienen una enorme carga ideológica y política. Con los «datos objetivos» de este tipo de sociología pasa algo muy semejante a lo que sucede con los votos en las sociedades dominadas. Sólo se puede votar lo que los dominantes permiten en su propio sistema y con sus propias reglas de juego. Lo cual no quiere decir que tanto unas como otros no tengan valor para conocer la realidad de una sociedad, pero hay muchos más factores que se deben sopesar y tener en cuenta para acceder a un conocimiento más profundo.

3.- Opino que Zallo juega el papel de «reductor» de las reivindicaciones de nuestra sociedad. Las reduce, de manera semejante a como lo hacen determinados sectores del PNV, a lo que él juzga, otra vez por encima del bien y del mal, como «lo posible». Y tras despacharlas como «imposibles», por utópicas, plantea la pregunta retórica de «cómo se crea un Estado ahora ya!». Para colmo, afirma que «faltan los agentes y los actores». Es muy revelador de su papel en este juego, en el que sirve de freno y distracción de las muchas capacidades de nuestra sociedad.

4.- En este sentido, me apena profundamente la visión que tiene Ramón Zallo de la sociedad de la CFN. La equiparación que hace entre el número (una valoración puramente cuantitativa) de euskaldunes y de emigrantes sería ofensiva si no fuera ignorante. Parece que Zallo no se ha enterado de la visión política de Navarra como Estado independiente durante muchos siglos, de la memoria histórica que esto representa para la sociedad de la CFN, del valor social y político que supone para su autoestima y de su función movilizadora. Esta perspectiva supera, cuantitativa y cualitativamente, con amplitud el peso numérico de los euskaldunes en la CFN. Tal aspecto es ignorado, cuando no menospreciado, desde la muchos sectores de la CAV y de la propia CFN. Pero no creo que estemos en condiciones de tirarnos los trastos unos y otros en beneficio de quienes nos dominan.

5.- Zallo tergiversa el concepto de estrategia. Estrategia es, de algún modo, una articulación de medios y fines. Una estrategia sin fines claros se pierde en el oportunismo y eso es lo que, según creo, le sucede a Zallo. Y, para mí, es evidente que todos los medios, el corto plazo, la táctica, la gestión del currículo, etc., etc., sólo tienen un sentido político real si se enmarcan en una estrategia propia de recuperación del Estado. Ahí es, en mi opinión, donde Zallo naufraga ya que no sólo no se lo plantea como objetivo estratégico, sino que lo margina. Desde mi propia posición, u otras semejantes, nunca hemos dicho que menospreciemos ni el corto plazo, ni el día a día, pero contemplados siempre dentro de una perspectiva que consideramos estratégica.

6.- Zallo habla de «pasos que puedan ir en la buena dirección». Pero, ¡señor mío!, eso es precisamente lo que queremos. Pero para eso es necesario coincidir en definir cual es la «buena dirección». Y ahí me temo que haya también alguna divergencia. Para nosotros el objetivo de la consecución del Estado propio es democráticamente irrenunciable. Otra cosa es que en las distintas fases del conflicto se pueda llegar a situaciones «intermedias» como serían fórmulas federales o confederales. Repito, no es nuestro objetivo, pero si llegan, serán bienvenidas. No somos de los que opinan que «cuanto peor, mejor».

7.- En la interpretación que da Zallo del soberanismo creo que se produce una importante confusión entre la realidad política del Estado español y los deseos que tiene de que fuera de otro modo. El ejemplo de las andanzas de ERC en el tripartito catalán y en su relación con el gobierno del Estado español en la gestación del Estatuto de Catalunya dejan bien claros los márgenes de maniobra. Y no son precisamente confederales, ni tan siquiera federales. Siguen siendo unitaristas al viejo estilo.

8.- Quiéralo o no Ramón Zallo el choque social ya existe y no es precisamente cediendo posiciones, siendo «buenos», como se ganan los conflictos que intencionadamente se plantean como juegos «de suma cero». Pienso que no es así y que España y Francia saldrían ganando en calidad democrática si Vasconia fuese independiente. Pero ellos, sus respectivos nacionalismos, parece que no lo perciben de este modo y fuerzan un juego de suma cero: lo que tú ganas, yo lo pierdo. Será triste, pero es así. Y nuestra capacidad demográfica no nos permite actuar como misioneros para «convertir» a españoles y franceses al nuevo «juego».

9.- Tengo muy claro quienes son nuestros adversarios y dónde se ubican sus guarniciones; son los defensores a ultranza del unitarismo de los estados bajo los que se encuentra repartida nuestra sociedad. En mi opinión, aquí Zallo se despista un poco. Lo que pretendemos quienes somos miembros de Iturralde, y trabajamos a través de Nabarralde, es precisamente que entre todos aquellos grupos, movimientos, asociaciones, personas, etc., que estén próximos en su visión de Euskal Herria, se organice un debate democrático en el que los asuntos antes expuestos, y otros muchos, salgan a la luz. Nosotros aportamos nuestro punto de vista, y lo debatiremos con quien haga falta.

10.- Pienso que una sociedad adulta y con autoestima se independiza como las personas. Desde Iturralde y a través de Nabarralde trabajamos en que nuestra sociedad, Vasconia entera, adquiera el nivel de autoestima (mediante el reconocimiento de su patrimonio, historia, etc.) necesario y suficiente para exigir su emancipación, su independencia. Y pienso que esto sólo puede venir de la mano del Estado propio.

11.- Quiero terminar estas puntualizaciones con el agradecimiento a Ramón Zallo como agente de un debate, desde mi punto de vista, positivo y enriquecedor. Quiero también agradecer a los medios que han servido de vehículo al mismo, bien sean electrónicos, como Izaro News y Nabarralde, bien sea en la prensa escrita, como Berria.