La carpa electoral abre la puerta

El caucus de Iowa y las primarias de New Hampshire significan el comienzo de la carrera para que los partidos Republicano y Demócrata de Estados Unidos nominen a sus candidatos a la presidencia del país. Esta cita es la apertura oficial de todo un espectáculo, cirquense para muchos, que acabará con la nominación del futuro presidente de la potencia que quiere seguir dominando el mundo.

Durante el año 2007, el debate político e institucional norteamericano ha estado centrado en una media docena de temas. La llamada inmigración ilegal, la crisis inmobiliaria, el aumento de los productos alimenticios, el petróleo, la ocupación de Iraq y las amenazas hacia Irán han sido entre otros los principales motivos de debate y preocupación para parte del país. Siguiendo con esa misma tónica, la campaña que se pone en marcha girará en buena medida también en torno a unos temas similares o incluso se abordarán de nuevo los ya citados. La mayoría de candidatos han diseñado su campaña y sus propuestas en esa dirección. La actitud norteamericana hacia Iraq o Irán, la situación económica y la dependencia energética, la seguridad nacional (bandera de enganche para justificar buena parte de las medidas internas y externas que se tomen), la inmigración, la reforma o no del sistema sanitario y otros asuntos sociales, como el aborto, los derechos de los homosexuales o el control de armas, serán los temas estrella durante estos meses de campaña.

Durante estos meses previos a las citas de Iowa y New Hampshire, los diferentes candidatos se han organizado para lograr una «imagen pública», necesaria para atraer a los votantes de los caucus y primarias. También han desarrollado una importante maquinaria organizativa para lograr recaudar los fondos necesarios para su campaña y conseguir al mismo tiempo el status de «ser tomado en serio» por los medios de comunicación. En los últimos años, estas actividades cada vez absorben más tiempo y recursos a los diferentes candidatos.

Ahí queda claramente retratado cuáles son los pilares del sistema electoral, el dinero para afrontar la campaña y la virtualidad que otorgan los medios de comunicación. Por todo ello, para muchos analistas este sistema se muestra ineficiente si lo que se busca es una participación democrática en su totalidad. Y la muestra más cercana la encontramos en las citas de Iowa y New Hampshire, donde unos estados con pequeña representación pueden condicionar en buena parte todo el proceso de nominación. Como expresaban dos expertos locales, «la mayoría de los aparatos de los candidatos están centrados en estos dos estados. Los contendientes han visitado más que nunca esos lugares, la cobertura mediática es mayor que nunca, hay más televisiones comerciales y se gasta mucho más dinero que en el pasado». Y esto no deja de ser paradójico, pues «la carrera presidencial puede depender de los resultados de dos pequeños estados con muy poca representatividad en el conjunto del país».

Teóricamente, el sistema de primarias buscaba un mayor consenso a la hora de presentar un candidato para la presidencia, una mayor unidad dentro del partido político y sobre todo una mayor y más abierta participación en las convenciones. Sin embargo, desde los cambios de finales de los sesenta, cuando el sistema de primarias se convierte en dominante, ninguna de esas predicciones se ha llevado a cabo. La fragmentación del proceso y la naturaleza del federalismo norteamericano han condicionado en parte ese resultado. Hoy por hoy no se puede afirmar que de los vencedores de Iowa y New Hampshire salga el futuro presidente de EEUU, ni que la nominación de candidatos haya concluido, pero sí es cierto que los que mejor colocados salgan de estas dos citas contarán con más posibilidades que los derrotados, alguno de los cuales se diluirán en las próximas semanas. Los triunfadores acaparan más tención en los medios de comunicación y sus apoyos financieros también miran con lupa el resultado, para seguir aportando más fondos o no.

Hablar de diferencias sustanciales y de fondo entre el proyecto demócrata o republicano sería absurdo, sin embargo entre los diferentes candidatos sí se pueden apreciar importantes discrepancias de forma, más que de fondo también. Así, mientras que los demócratas apuntan diferentes factores tácticos y personales para diferenciar a unos u a otros, en el campo republicano podemos estar asistiendo a un importante resquebrajamiento de la unidad y la estrategia que forjaron los diferentes sectores conservadores hace unas décadas.

Los datos apuntan mayoritariamente a un Partido Demócrata más unido ideológicamente, donde el nominado final tendrá el apoyo del conjunto del partido, mientras que el caso del Partido Republicano, la división está más acentuada, y los factores «que determinen el vencedor son menos claros». Hay quien se atreve a señalar que podemos estar ante una tormenta dentro del campo republicano, incluso los hay quienes anticipan el final de la dominación neoconservadora.

Cuando finalice todo el proceso de primarias podremos observar con más nitidez que toda esta carrera hacia la Casa Blanca, son las dos caras de la misma moneda, y encontrar diferencias de peso entre las políticas que aplique un presidente demócrata o uno republicano es mera ilusión. Y como muestra está la actitud de la mayoría de ambos partidos ante la invasión de Iraq, donde votaron a favor, a pesar de que algunos en estos momentos intenten desdecirse de lo aprobado. De todas formas, estos días uno de los mayores espectáculos del mundo abre sus puertas bajo la carpa electoral en Estados Unidos.

* TXENTE REKONDO.- Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)