Un repaso al unionismo político tras la marcha de Paisley

El anuncio de Ian Richard Kyle Paisley, conocido como “el reverendo Paisley”, el hombre del “nunca, nunca, nunca!!!” o “mister no”, ha movido las aguas políticas del ya de por sí complejo escenario irlandés. Las alabanzas o reconocimientos (sobre todo de sus últimos años) se han sucedido, desde Blair o Ahern, pasando por McGuinness y Adams, la mayoría del espectro político ha reconocido la importancia de esa figura, para lo bueno y para lo malo, pero al mismo tiempo toda una serie de rumores e incógnitas han acompañado la noticia.

El futuro del propio DUP y de los seis condados del norte de la isla, el inicio de una nueva era sin el gigante unionista o incluso si su partida ha sido voluntaria o ha sido “forzado a hacerlo”. Esta segunda teoría, no obstante, no encajaría con el perfil de Paisley y a pesar de los reveses recientes es más que probable que este paso lo hubiera meditado con antelación.

Hace un año, en un debate celebrado en Antrim y que pasó bastante desapercibido, el político dejó entrever su marcha cuando señaló que “dentro de un año” se le podrían hacer recomendaciones sobre lo que supone “la retirada de la política, pero ahora no”. El legado que Paisley ha querido dejar a la comunidad unionista y a su propio partido es la el de una organización fuerte y unida, el único referente importante para la mayoría de los unionistas, ya que según él, la división del voto unionista favorece a los republicanos, de ahí su apuesta por presentarse como la única alternativa, en línea con el lema “un partido, un escaño, un candidato”.

El fallecimiento de Geroge Dawson el año pasado es para algunos analistas una de las primeras grietas en la “casa Paisley”. Dawson era un aliado clave para Paisley ya que posibilitaba mantener puentes con el sector ultraderechista del partido, y su desaparición ha estado seguida del abandono de representantes de ese sector, como Jim Allister (que en diciembre formó un nuevo partido, Traditional Unionist Voice (TUV)), así como la lucha interna dentro de la Iglesia Presbiteriana Libre, fundada por Ian Paisley en 1952. En su seno se enfrentan los hasta hace pocos dirigentes en torno a Paisley, partidarios de unir política y religión, otro sector minoritario partidario de la separación de ambas, y finalmente los que buscan una mayor relación con el resto de Iglesias protestantes.

El Democratic Uninist Party (DUP) se enfrenta ahora a posibles divisiones o nuevos realineamientos. La salida de Paisley puede suponer que las incógnitas sean puestas sobre la mesa, y algunos ya han mostrado el temor a que las facciones contrarias al gobierno compartido se hagan con su control. Es sabido que ninguna transición en la dirección de un partido es sencilla, pero el legado de Paisley de momento no parece encontrase en peligro.

Los tres sectores del DUP buscarán medir sus fuerzas en los próximos meses, sobre todo de cara al congreso del partido el próximo otoño. Los pragmáticos (Dodds), los modernizadores (Robinson), los ultraderechistas 8que no han seguido los pasos de Allister), los fundamentalistas (McCrea), e incluso los llamados “nuevos realistas” (Donaldson) esperan colocarse con ventaja en este nuevo período.

De momento el favorito para suplir al veterano dirigente es Meter Robinson, con el otrora “elegido” de Paisley, Nigel Doods, como su segundo. También se esperan “promociones” para Gregory Campell, Jeffrey Donldson, Arlene Foster, Iris Robinson o David Simpson. Lo que parece casi seguro es el seguimiento de la estrategia diseñada por Paisley, aunque probablemente con un cambio de estilo (no más fotos de los “hermanos risitas”. El peso que adquieran figuras más jóvenes puede ser determinante también, ya que estarían muy interesados en que el proceso siga adelante, lo que significaría mayor solidez para su propia carrera política. Finalmente, el declive del UUP puede ayudar a mantener la actual hegemonía unionista del DUP.

El Ulster Unionist Party (UUP) sigue con serios problemas para acabar con la sangría de votos que acabó con su privilegiada posición de primera fuerza en los seis condados. Sus opciones son varias, seguir los pasos de los disidentes unionistas (y acabar como ellos), intentar apropiarse del antiguo discurso paisleyta (la mayoría de la comunidad unionista no desea volver al pasado), o iniciar una política más pragmática para hacerse con el centro político, una especie de “unionismo liberal constructivo”. Sin unos dirigentes con carisma o referenciales, y con ese vaivén ideológico, su futuro inmediato, a pesar de éxitos coyunturales como las recientes elecciones parciales en un ayuntamiento, es bastante pesimista.

La nueva formación de Allister, el Traditional Unionist Voice (TUV), creada en diciembre ha supuesto la plasmación de antiguos proyectos. El año pasado ya se formó en marzo un grupo de presión (Voice for Democracy Umbrella Group) que reunía a “víctimas, organizaciones de marchas orangistas, grupos eclesiástico y disidentes unionistas en general. Partidarios del discurso más duro del unionismo, se muestran contrarios al proceso actual, defienden “la unión de Gran Bretaña” y apoyan los valores de la familia tradicional.

Algunos lo presentan como la unión de sectores ideológicos cercanos al desaparecido Partido de la Reforma Protestante, de euroescépticos similares al Partido de la Independencia del Reino Unido o incluso a movimientos antimigratorios como el Partido Nacional Británico. De momento en su primera cita electoral ha logrado restar importantes votos al DUP, y gracias a sus votos el candidato del UUP logró vencer. No obstante más allá de situaciones coyunturales, su futuro es todas una incógnita, y bien pudiera seguir los pasos de las anteriores escisiones unionistas, que han acabdo en el cubo de la historia.

Otro sector importante lo representan los partidos o grupos lealistas. Recientemente se han producido reuniones en Shankill entre dirigentes de la paramilitar UVF y el Progressive Unionist Party (PUP) para evaluar las relaciones entre ambos, por otras parte la UDA sigue inmersa en divisiones y enfrentamientos internos, ligada a las mafias de la droga y otras actitudes mafiosas, e incluso se ha distanciado de su voz política el Ulster Political Research Group. En general, los lealistas se muestran confundidos, con poco apoyo, ya que el DUP se ha adueñado de los votos de la clase trabajadora lealista, y muchos todavía los perciben como “algo extraño al propio unionismo”. El lealismo necesita su propia transición hacia la política, alejándose del pasado que acabó con buena parte de sus líderes en guerras internas, y definir su sitio dentro de su comunidad y en el conjunto del nuevo escenario político que se vislumbra.

Por último la propia Orden de Orange también tendrá que redituar su discurso o mantener sus posturas intransigentes, que chocan con los nuevos parámetros políticos que pueden presentarse como consecuencia de la buena marcha del proceso de paz.

En medio de esta compleja situación del campo unionista podemos encontrar otros factores, como la crisis identitaria, que hacen albergar algunas dudas sobre la configuración definitiva del unionismo político y de su discurso. Por su parte, el Sinn Féin, que acaba de celebrar su congreso anual, mira hacia el año 2016, centenario del levantamiento y proclamación de 1916, como fecha de referencia para la posible materialización de la unificación irlandesa, y un paso más hacia la constitución de una república socialista en los treinta y dos condados.

* TXENTE REKONDO.- Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)