Ghawar o el declive sin retorno

¿Cuanto petróleo le queda al gigayacimiento saudí Ghawar? La disminución de la reserva de petróleo más grande del mundo podría perjudicar terriblemente la marcha de la economía mundial. Son preguntas y afirmaciones que algunos geólogos como Colin Campbell y Jean Laherrère ya se planteaban a finales del siglo pasado y comienzos de éste, cuando todavía casi ningún medio de comunicación sacaba a la luz el tema del agotamiento del petróleo.

También recuerdo un refrán, a manera de cantinela, que contiene grandes dosis de humor negro y que he oído recitarlo por boca de algunos árabes. Este refrán, más o menos, viene a decirnos lo siguiente: «Mi padre viajaba en camello. Yo viajo en coche. Mi hijo viaja en un «jet» y su hijo volverá a viajar en camello como su bisabuelo». Se trata de una especie de premonición sobre el cambio de paradigma energético y que nos enseña hasta qué punto resulta tan frágil nuestro actual modelo de vida. También nos denuncia el gran tejado de vidrio bajo el que se cubren millones de personas, al dar por hecho que nuestra actual modelo energético se ha convertido en una realidad inamovible.

Del año 2001 hasta el 2008, hemos podido comprobar en qué poco tiempo hemos pasado de una realidad, basada en el petróleo abundante y barato, a otra realidad muy diferente y basada en un petróleo cada vez más caro, tal como lo experimentamos ahora. Tras el «Peak Oil», que estimo ocurrirá antes del 2012, cuando ya la oferta de petróleo no pueda satisfacer a la demanda, es muy probable que el suministro de gasolinas y gasóleos a nuestras gasolineras deje de ser algo fiable. En estas condiciones, prácticamente todas las personas que viven en los países desarrollados como el nuestro podrían llegar a sufrir una precipitada caída tanto de su nivel como de su calidad de vida, ya que la mayoría de las comodidades disponibles desaparecerían como una bocanada de humo. El declive rápido del gigayacimiento Ghawar puede ser un buen indicador de nuestro deterioro, en caso de que no nos preparemos ya para el nuevo paradigma energético emergente.

Para aquellos que no sepan mucho sobre Ghawar, les diré que, con mucho, es el mayor yacimiento de petróleo convencional del mundo. Se sitúa en Arabia Saudita y discurre casi paralelo a la costa que da al Golfo Pérsico. Su campo petrolífero ocupa una superficie algo superior a 8.400 km2 (280 km de largo por 30 km de ancho). Actualmente, este enorme yacimiento llega a producir de 4,5 a 5 millones de barriles de petróleo al día, lo que representa el 6% de la producción mundial. Oficialmente, se afirma que la capacidad máxima de producción bruta sostenida puede llegar a ser 8,5 millones de barriles/día, si bien, aunque muchos lo ponen en duda, es la producción potencial que se mantiene oficialmente. Por ahora, la producción real se guarda como si fuera el más alto secreto de Estado. Pero lo que no es ningún secreto es el petróleo que ha producido el gigayacimiento ya que, hasta el momento, se han extraído, aproximadamente, unos 60.000 millones de barriles desde que Ghawar empezara su producción, en el año 1951.

Es necesario que subraye ahora que, hasta la fecha, no se ha descubierto -y, dados los niveles de exploración efectuados, es prácticamente imposible que se llegue a descubrir- un yacimiento de petróleo del tamaño y de la capacidad de Ghawar. Según la petrolera mayor del mundo, Saudi Aramco, que explota el gigayacimiento, en Ghawar todavía quedan una reservas recuperables de algo más de 70.000 millones de barriles por extraer. El problema es que se utiliza, a propósito, el término ambiguo de «recuperable» que es un término que nunca coincide con lo que en realidad se extrae finalmente. La experiencia nos dice que una vez que la extracción de petróleo, a pesar de las nuevas técnicas, se vuelve costosa y/o difícil, se abandona la producción en dicho yacimiento petrolífero.

Diversos expertos mundiales en extracción de petróleo, no hace mucho tiempo declararon públicamente que la producción de petróleo del gigayacimiento -y de Arabia Saudita en su conjunto- había llegado a su pico de producción más alto y que lo más probable era que su producción disminuiría en los próximos años. Por otra parte, se sabe que los datos oficiales sobre reservas suelen ser falsos. En efecto, las reservas oficiales suelen ser datos que están hinchados para satisfacer intereses políticos y geopolíticos de los países productores.

Ante tanta opacidad y mentira, nadie puede afirmar con seguridad cuál es la cantidad exacta de crudo de petróleo que los yacimientos de la OPEP contienen todavía. Existen grandes evidencias que prueban que los datos oficiales acerca de las reservas de petróleo que difunden los gobiernos que integran la OPEP son falsos o, cuanto menos, son inexactos. Así, en 1989, Arabia Saudita declaró poseer unas reservas de 170.000 millones de barriles de petróleo y, tan sólo un año después -y sin que se descubriera ningún nuevo gigayacimiento de petróleo- incrementó las estimaciones oficiales de reservas de crudo de petróleo en un 51,2%, convirtiendo así sus reservas, de la noche a la mañana, en 257.000 millones de barriles.

Obviamente, y mucho más tras la demostración de esta gran falta de transparencia, Arabia Saudita está siendo objeto de una gran vigilancia. En especial, también se debe a su importancia como productor de petróleo y al hecho que, desde hace tiempo, Arabia Saudita ha actuado como un «swing producer,» aumentando o disminuyendo la producción del petróleo al objeto de equilibrar los mercados mundiales. Esta operativa se realiza de manera concertada con el resto de países que integran la OPEP.

En 2005, un experto que trabajaba para el Banco de Montreal, declaró que tenía una convicción inequívoca de que Ghawar se encontraba en una fase irreversible de decadencia.

Gran parte de lo que puede representar el petróleo «recuperable» depende de los métodos utilizados para aumentar la producción de petróleo. Una de las formas más comunes de hacerlo es mediante la inyección de enormes cantidades de agua, que tiene el efecto de forzar que los depósitos de petróleo situados en capas profundas afloren a la superficie, desde donde el petróleo puede ser extraído fácilmente. La utilización de esta técnica no es, precisamente, una buena señal que nos indique que la producción de campo marcha adecuadamente. Al contrario, mediante el uso de esta técnica, consistente en inyectar agua, el volumen de agua que se extrae diluida con el petróleo también aumenta, mientras que la cantidad de petróleo correspondiente disminuye. Finalmente, el yacimiento llega a contener principalmente agua, momento a partir del cual, el petróleo que se extrae deja de tener valor alguno y entonces es cuando el yacimiento petrolífero se cierra.

Por lo tanto, el hecho de que el volumen de agua que se utiliza para extraer el petróleo de Ghawar haya aumentado de manera constante, representa una gran preocupación. De hecho, se sabe que, diariamente, se inyectan más de siete millones de barriles de agua para incrementar el flujo de petróleo a extraer. Según nos dicen fuentes bien informadas, hace tan sólo unos meses, la producción de Ghawar contenía ya un 55% de agua. En otras palabras, más de la mitad del líquido que se extrae a la superficie no es petróleo.

A su vez, otra serie de signos nos indican claramente también que el gigayacimiento Ghawar se encuentra en declive. Ya en abril de 2006, Saudi Aramco tuvo que admitir que sus yacimientos más maduros estaban entonces disminuyendo a un ritmo del 8% al año, lo que implica que es más que probable que Ghawar haya conocido su propio «Peak Oil». Con respecto al panorama mundial, diré que para compensar esta reducción de las extracciones de petróleo en yacimientos maduros, la única solución se basa en iniciar la producción, a partir de nuevos yacimientos. El problema es que desde hace más de treinta años se descubre muchísimo menos que lo que se agota. Con todo, casi el 80% del petróleo que se produce actualmente se extrae de yacimientos descubiertos antes de 1973 y la tasa de descubrimientos de gigayacimientos de petróleo (de miles de millones de barriles) viene descendiendo, desde 1940, y la tasa de los megayacimientos (de unos 500 millones de barriles), desde la década de 1960.

Por lo tanto, parece más que evidente que las probabilidades de que Ghawar esté en declive, junto al resto de gigayacimientos mundiales: Cantarell de México, Samotlor de Rusia, Daqing de China y Burgan de Kuwait, son muy grandes. El impacto del agotamiento de estos gigayacimientos sobre nuestra sociedad industrializada puede llegar a ser demoledor. Cuando los cortes de suministro aparezcan ya será demasiado tarde. Sinceramente, cada vez estoy más preocupado. Como un apunte final, cuando estoy a punto de finalizar este artículo, me informan que el petróleo, West Texas, ha establecido su record. Su precio ha superado el listón de los 110 dólares/barril. ¿Se habrá producido, con el declive de Ghawar, el «Peak Oil», a nivel mundial?. Sea cierto o no, el tiempo corre ya en nuestra contra y, para mi gusto, va demasiado deprisa.