Arbeit macht frei

Al acceder al campo de extermino de Auschwitz en Polonia, se pasa por debajo de un arco con esta leyenda, que viene a decir «el trabajo libera». Esta cínica frase era posiblemente lo último que leyeron millones de personas, de diferentes credos, etnias, tendencias sexuales, ideologías políticas, diferentes nacionalidades y también de diferentes estados, que fueron esclavizadas, torturadas, asesinadas y muchos de sus cuerpos quemados para eliminar los cadáveres.

En ese campo de extermino u otro como Mauthausen, donde aún día se respira la muerte en el aire, miembros del pueblo vasco sufrieron la esclavitud, la tortura y la muerte, por ser en su mayoría republicanos españoles provenientes del, en un principio, campo de refugiados de Gurs, donde desde el inicio de la II Guerra Mundial tuvieron como compañeros a los alemanes prisioneros. Tras la invasión de Francia, y tras el armisticio de 1940 con el gobierno colaboracionista de Vichy, pasaron a compartir el siniestro destino de nuevos compañeros, los judíos.

Volviendo a esa paradójica frase, engañosa para las personas que entraban en esos campos de muerte, hay que decir que es un gran lema para el objetivo de nuestro pueblo, que no es otro que alcanzar la independencia recuperando la soberanía del Estado navarro. A su vez nos debe servir para recordar la maldad intrínseca existente en la naturaleza humana.

Aquel Estado, estructurado en reino como los demás de la época, se creó por el empeño en busca de la libertad de un pueblo pre-indoeuropeo que logró subsistir a la maquinaria tanto bélica como cultural del Imperio romano. Que combatió luego a invasores, los pueblos germánicos que sustituyeron a los romanos, incluso al ejército árabe que apareció por el sur, tras derrotar al reino visigodo de Toledo, que nunca logró dominar a los vascones.

Durante 8 siglos, el pueblo vasco(n) mantuvo la libertad política que le otorgaba el reino de Navarra, conviviendo con otras gentes, como los propios árabes y por supuesto también los hijos de Israel. Por ello debemos trabajar junto a los nuevos pueblos, etnias o culturas que cohabitan en la actualidad con nosotros, enriqueciéndonos mutuamente de nuestras respectivas culturas y trabajando conjuntamente para recuperar la soberanía de Navarra.

En pleno siglo XXI, siglo de las comunicaciones, hay que trabajar en ese referente político-histórico que es el Estado de Navarra. Nuestro trabajo debe estar encaminado en trasmitir a las diferentes culturas que se encuentran dentro del territorio histórico de Navarra la viabilidad, tanto política como económica, que significaría recuperar la independencia y con ello, volver a ser políticamente navarros.

Debemos recuperar ese término libre y político que es el ser navarro. Debemos aprender no sólo de las atrocidades racistas que realizaron los nazis a mediados del siglo XX, que por cierto no eran únicamente alemanes, sino de varios estados. También debemos dejar de mirarnos el ombligo y ver cómo otros pueblos, por ejemplo los celtas, no se denominan con su término étnico o cultural en sus reclamaciones políticas, sino que defienden sus respectivos estados, Irlanda, Escocia, Bretaña… y utilizan sus respectivos gentilicios, irlandeses, escoceses, bretones…

El lema «el trabajo libera» nos debe servir no sólo para recordar los horrores del pasado, sino que debe ser el lema que utilicemos aquellos que queremos conocer la libertad. Trabajando conjuntamente en ese objetivo común, los vascos y el resto de conciudadanos en esos territorios político-históricos del Reino de Navarra, alcanzaremos, más pronto que tarde, la independencia y con ello la libertad.