Pallach no es una pipa

Ceci n’est pas une pipe. Sí, esto no es una pipa. Este artículo no es una pipa. Pero empieza con una calada: el humo del MIG-15 de Yuri Gagarin desmenuzado durante un vuelo rutinario cerca de Moscú en 1968. Los rusos se quedan sin su Superman: el primer humano que viaja al espacio exterior con la nave espacial Vostok. La URSS y el comunismo empiezan a descender del cielo a la tierra con la muerte de Gagarin: Primavera de Praga, Mayo del 68… Cataluña también se debate entre Gagarin o no Gagarin.

En 1968 el Movimiento Socialista de Cataluña (MSC) choca. Como buenos soñadores demostrados aspiraban a ser el super-gran partido socialista catalanista no comunista de un futuro sin franquismo. Uf, uf. Melón tradicional catalán roto. Un corte es el del grupo de Joan Reventós: partidarios del marxismo, de pactar con el comunismo, anticapitalistas… El otro trozo es el de Josep Pallach: defensores de la socialdemocracia europea, especialmente del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) y del laborismo británico. Guiñemos un ojo recordatorio al futuro: Reventós y su PSC-Congrés + el PSC-Reagrupament post Pallach + Federación Catalana del PSOE: PSC (1978). De momento stop en 1968.

Los alemanes estaban preocupados por España: En guardia, como ahora. Olían que el futuro fin de la dictadura podría llevar a un régimen Gagarin en la piel de toro. Desde 1968 la Fundación Friedrich Ebert (FFE), máquina de pensar del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), comienza a trabajar para fomentar la creación de un partido socialista español que pudiera contrarrestar la hegemonía del Partido Comunista Español y, claro, de los soviéticos. Los alemanes chocan con el PSOE. La vieja dirección en el exilio lo quiere controlar todo. No quiere perder influencia, ni liderazgo y… son partidarios del marxismo. Note amigo lector la puñetera olla que es este país de monos cuando unos tipos exiliados por una Guerra y una dictadura se mueren de ganas por abrazar otra dictadura… como era la soviética. Y son socialistas pero quieren ser comunistas… Quien los entienda, que los compre. A lo que íbamos. Rodolfo Llopis, secretario general del PSOE no se fía de los alemanes. Descarta colaboraciones, cursos de formación de cuadros, etc. Después de tres años de bronca lo dejan. 1970. Convencen a los españoles para que vayan a un seminario a Alemania: a Bergneustadt, a cien kilómetros de Bonn. Allá van: Rodolfo Llopis, Enrique Múgica, y seis socialistas más en representación de: Madrid, Euskadi, Sevilla, Asturias y Cataluña.

Nada más llegar Llopis levanta los ojos y ve… a Josep Pallach. Se indigna. Se va a su habitación y grita a los alemanes que si Pallach continuaba allí se marchaba. ¿Qué le pasa a Llopis? Fácil. Los alemanes no son como los españoles y ya detectaron que en Cataluña hay un movimiento socialista, el MSC, propio. Y Llopis cree que el socialismo es únicamente el PSOE… Y no lo quiere allí. Lo de siempre: el tradicional absolutismo español. Llopis califica a Pallach de «ser vomitivo»: porque claro, entiende que la existencia del MSC es antinatural y hace daño al PSOE y pudiendo ser socialista español ¿por qué narices quieres ser socialista catalán? ¿eh? Llopis vivía en la luna de Valencia y era un ignorante a pesar de vivir en el exilio. No se daba cuenta del poder de la FFE, del SPD y del sindicato socialista IG Metall (el dominante del sector del metal alemán). Vamos, que el futuro era la socialdemocracia y Europa no el marxismo y la URSS. Llopis doblemente ignorante: Pallach llevaba en el exilio desde 1939: y su currículum político era impresionante. Pallach era el socialista que tenía los contactos internacionales, especialmente con el SPD alemán: Willy Brandt y Hans Matthöfer. Brandt desde 1969 era el canciller alemán y Matthöfer sería ministro suyo.

Los alemanes vieron enseguida que Llopis era una galleta rancia y su carácter de cacique comunista que juega a ser socialista y demócrata le hizo perder la oportunidad de controlar el movimiento socialista español de finales del franquismo. Y los alemanes también vieron en Pallach al hombre que podría organizar el socialismo español. Y se lo ofrecieron. ¿Y qué contestó Pallach? Que no, que su país era Cataluña y que lo suyo era el socialismo catalán. ¿Y quién va acabando organizando el socialismo español? Felipe González.

Pienso que la historia es muy pero muy desconocida. Pallach murió en 1977. En muchos de los homenajes que le hicieron a Pallach hubo luego una cena en pétit comité. Hans Matthöfer, amigo de Pallach, no se cansaba de explicar a los políticos catalanes de la reciente Cataluña autonómica cómo Pallach prefirió ser catalán y socialista a ser español y socialista. Espetó a los comensales: «¿Sabéis cuánto dinero rehusó Pallach por eso?». Todo dicho. Y sí, al final la Internacional Socialista y el SPD sólo reconocieron un partido socialista por Estado, y aquí reconocieron… al PSOE. Y la socialdemocracia catalana no tenía ayuda internacional sin la vinculación al PSOE. Y Pallach apostó sin dudas por Cataluña. Sí, este artículo no es una pipa. Como el cuadro de Magritte, una cosa es una pipa y otra la representación de una pipa. Hay que decidir. Este es un artículo sobre los indecisos.

Nos decidirán los indecisos. Hace tiempo que lo digo: no hacen falta encuestas, sólo hay que prestar ojos, oidos y narices. Hay muchos indecisos. Y además a la moda: termómetro mareado bailando un twist. Un indeciso que lea esto puede creer que la historia de Pallach le da la razón: que es la historia de un perdedor. Género tradicional catalán: jugar las cartas del perder. Pero no: Pallach murió antes de todo. Antes del nacimiento del PSC, antes del Estatuto, de las primeras elecciones… Pero él ya estaba decidido: antes catalán y Cataluña. Y tenía razón. Tenía razón entonces y el tiempo le ha dado aún más la razón. Tanto con respecto a Cataluña como al socialismo. Eligió honestamente, eligió verdaderamente. Lo que nos ha hecho perder históricamente es que antes muchos han querido ser la URSS, España, socialistas o melocotones en almíbar antes que catalanes. Esto no ocurre en ninguna parte. La historia de Pallach demuestra cómo el catalán vive una vida de trampas, de gatos por liebre constantes y… si elige lo que no es realmente, pierde. En este capítulo de la historia del indeciso se volverá a encontrar que tiene que escoger entre la copia o el objeto real. El indeciso se volverá a encontrar que si pierde el objeto real, que si perdemos la pipa, tendremos que comer el cuadro de la pipa y la pintura puede ser bonita, pero masticada en la boca es tóxica. El indeciso se volverá a encontrar en lo que decía Pallach: «Un hombre no es libre si su pueblo es esclavo».
ARA