Boris Cyrulnik: «La evolución tiene lugar después de la catástrofe, por eso soy optimista»

Entrevista al neuropsiquiatra francés autor ‘Las almas heridas’ y fundador de la etología

Su último libro es ‘Las almas heridas: las huellas de la infancia, la necesidad del relato y los mecanismos de la memoria» (Gedisa). Boris Cyrulnik (1938) viene a Barcelona invitado por el Instituto Francés y a participar también en un acto de la Fundación Bofill. Es un placer conversar una hora larga con este gran neuropsiquiatra, fundador de la etología, uno de los que mejor han trabajado el concepto de resiliencia, y un ejemplo personal de supervivencia.

 

-¿De pequeño decidió que quería ser psiquiatra para comprender la condición humana?

A los once años decidí convertirme en psiquiatra porque perdí mi familia durante la guerra, me encarcelaron con casi 6 años y me condenaron a muerte. Comprendí que los nazis me querían matar. Me metieron en un grupo de judíos, éramos 1.700 personas y sólo quedaron dos supervivientes. Me escondí bajo el cuerpo de una señora que había recibido varios disparos en la barriga y se estaba muriendo. Me escondí, pues, bajo su cuerpo y, como el ejército francés colaboraba con la Alemania nazi, los alemanes tenían que dar una buena imagen de sí mismos y requisaron una camioneta, metieron a la mujer, una enfermera me hizo una señal y me lancé bajo la mujer. Hubo dos supervivientes: la mujer y yo. Y como casi toda mi familia desapareció en Auschwitz, hasta los 11 años nunca fui a la escuela, porque me habrían asesinado, y fui directamente al liceo. Pensé que debía ser psiquiatra para comprender cómo era posible una locura así.

 

-¿Y hoy lo comprende?

No es la psiquiatría la que puede explicar esto, es la sociología, la cultura, las novelas, los cineastas, los periodistas, los fabricantes de humor, los filósofos quienes pueden explicar esta tragedia o la reparación de una tragedia, pero no es la psiquiatría. Y cuando era pequeño me decía que todo esto era una locura: «¿Por qué mataron a mi familia? ¿Por qué mataron tanta gente? ¿Por qué me han querido matar?» Tenía seis años, no había tenido el tiempo de cometer tantos crímenes… Entonces estudié psiquiatría y me convertí en psiquiatra. Aprendí muchas cosas, pero no es la locura la que puede explicar el nazismo, ni tampoco los conflictos en Oriente Próximo, o en Francia, y que se están expandiendo en el mundo. No es la psiquiatría la que puede explicar esto, son los fabricantes de relatos, la cultura, quien puede explicarlo.

 

-George Steiner está preocupado porque la cultura no es ninguna garantía de bondad.

Es como la lengua de Esopo, la cultura puede ser una maravilla o un horror, es ambas cosas. Podemos hacer relatos magníficos, obras de teatro, películas apasionantes, y al contrario. Pero pienso que hay una explicación. Cuando se instaura una dictadura, hay sólo un solo discurso, el del jefe. Este fin puede ser religioso, ideológico, laico, científico…, y a todos aquellos que no piensan como el jefe, se convierte en moralmente correcto matarlos, deportarlos, torturarlos; es moral, es por el bien de la humanidad por lo que se cometen crímenes contra la humanidad. Pero cuando hay más culturas, y podemos pasar de una a otra, y cuando podemos comparar estas culturas, es una maravilla. Cuando podemos hacer la comparación entre culturas todo el mundo puede enseñar algo al resto, pero cuando hay una sola cultura es la tragedia. Una cultura se quiere imponer a otra y aparece el régimen totalitarista, que en Francia hemos conocido, y en España también.

 

-Y en Alemania.

En 1930 los judíos alemanes estaban enamorados de la cultura alemana. Los judíos eran comerciantes durante el día y por la noche se cerraban ellos mismos dentro de los guetos y entonces empezaba la fiesta: música, teatro, filosofía, literatura, comedias musicales, etc. Y Goethe y la emperatriz Sissí se vestían y se encerraban dentro de los guetos para hacer la fiesta con los judíos cada noche. Lo mismo ocurrió con los judíos en Shanghai. Cuando los judíos huían de Polonia, de Rusia y de Alemania, hubo 20.000 o 30.000 judíos que durante el día trabajaban y de noche hacían fiestas. Y en Israel hoy en día pasa exactamente lo mismo.

 

-La psiquiatría no nos ayuda a comprender la locura, pero sí la condición humana. ¿Qué nos ayuda más, la neurociencia o la psicología?

La neurociencia permite comprender el efecto de los problemas sociales en el desarrollo de un niño. Son los conflictos sociales los que esculpen el cerebro y que provocan los conflictos de comportamiento en un niño. Cuando hice mis estudios no se podía razonar de esta manera: el cerebro por un lado y el espíritu por otro, como decía Descartes. ¡Debemos condenar a muerte a Descartes! [Se ríe.]

 

-O sea que avanzamos mucho.

Ahora, con la neurociencia, si a una persona le gusta la música, fotografiamos, por ejemplo, la parte posterior del hemisferio derecho, que consume más energía cuando escucha música. Si tocas algún instrumento, si eres pianista o violinista, es la zona cerebral en torno a la zona del lenguaje la que consume más energía. Y si tocas algún instrumento, tienes el hemisferio izquierdo del cerebro hipertrofiado y te conviertes en alguien muy sensible de cara a la música, y la percibes mejor. El oído musical no está en la oreja, está el cerebro. Y el cerebro está en la cultura, y es la cultura la que esculpe las zonas cerebrales que convierten a los niños en capaces de escuchar la música. Lo mismo ocurre con el lenguaje. El lenguaje esculpe las zonas cerebrales; si le hablamos mucho a un niño, y le enseñamos el placer de las palabras, vemos que esta zona cerebral funciona mejor. Si no le hablamos a un niño, si dejamos unas ciertas zonas sin teatro, sin cine, sin filósofos, sin educadores, esta zona cerebral no se diferenciará y entonces el niño pasará a actuar sin reflexionar. Y puede convertirse en un delincuente, su cerebro está mal formado por la desorganización social. La neurociencia confirma la importancia de la cultura.

 

-¿Estamos muy determinados?

Tenemos la libertad de actuar sobre el medio, que a su vez actúa sobre nosotros. Somos nosotros los que decidimos cómo nos debemos organizar políticamente, cómo hemos de organizar la educación precoz para que los niños aprendan a disfrutar de la música, de hablar, de leer, de comparar culturas de una manera no totalitaria.

 

-¿Y lo hacemos bien?

En Francia, nuestro presidente anterior suprimió la cultura en los barrios diciendo que costaba mucho dinero, eliminó los educadores diciendo que eran inútiles, y los niños están abandonados en estos barrios. ¿Y quien se encarga de estas criaturas? Pues imanes totalitarios que les enseñan que Francia es un país detestable y que está bien poner bombas y matar gente, incluyendo musulmanes, porque hay una fractura política.

 

-Supongamos que yo le hago presidente, ¿qué es lo que cambiaría?

No dudo ni un segundo. Me voy corriendo, me escapo, porque la democracia es muy difícil, tengo amigos que han sido ministros en Francia: Bernard Kouchner o Xavier Emmanuelli. Admiten que no podían gobernar, son los jefes de oficina los que mandan.

 

-¿Qué deberíamos cambiar en relación con la educación precoz de los niños?

¡Los países del norte de Europa son impecables! Los políticos de los países nórdicos han tenido en cuenta los descubrimientos neurocientíficos y han hecho reformas educativas inspiradas en estos descubrimientos. Retrasan el desarrollo de los niños, políticamente, intencionadamente. La baja de maternidad es muy larga, seis meses para las madres y tres años para el hombre y/o la mujer, y así retrasan la entrada en la escuela. En Francia es a los 2 o 3 años, y en Finlandia es a los 7 u 8 años. Se les ayuda a tener confianza en sí mismos, no se le enseña gramática ni matemáticas, se les enseña a tener confianza. Aplazan las notas hasta los 11-12 años. Y en las evaluaciones de la Unesco, ¿quién tiene las mejores notas? Finlandia, los países del norte de Europa. Tienen tanta confianza en sí mismos que recuperan el retraso de 2-3 años porque les gusta estudiar. Son los mejores estudiantes del mundo, junto con los coreanos y los japoneses. Y desde que existe esta nueva política finlandesa en la Europa del norte, los conflictos psíquicos han disminuido un 50% y los suicidios de los adolescentes en 10 años han disminuido un 50%. Los coreanos y los japoneses, en cambio, maltratan a los niños en la escuela.

 

-¿Y pasa factura?

Los índices de suicidios coreano y japonés eran muy elevados. La gente es muy inteligente, agradable, trabajan mucho, pero tienen una falta de intimidad grande. El punto de partida son los valores culturales, que hacen que los padres inviertan en las escuelas; obtienen buenos resultados pero tienen un desgaste humano desorbitante, problemas psíquicos, angustia… Los finlandeses tienen muy buenos resultados y menos problemas psíquicos, suicidios…

 

-¿La escuela es la solución?

Cuando yo hubiera tenido que ir a la escuela, no pude ir porque me habrían matado. La escuela era un factor de integración. La felicidad para mí fue ir al liceo: tenía amigos, profesores que me hablaban amablemente…, era una fiesta ir a la escuela. Y, en ese momento, los niños españoles, italianos, polacos, rusos, judíos o alemanes fueron integrados todos muy rápidamente. La escuela para mí y para muchos niños era una fiesta.

 

-¿Tiene que cambiar?

Francia es el único país que ha conservado la selección de maestros en forma de concurso, a pesar de que los americanos y los alemanes seleccionan cada día sobre el terreno. Es decir, la selección en Francia se hace sobre el papel. Esto es muy abstracto y complicado. Los profesores son artesanos, los médicos son artesanos, y creo que hemos olvidado un poco esto…

 

-Y hay que tener una visión más global…

Analizamos, fragmentamos el conocimiento. Para ser especialista se deben tener unos conocimientos muy amplios, y en Francia nos lo reprochan a menudo, la fragmentación del saber lleva a incoherencias epistemológicas. Lo que es parcialmente cierto puede ser totalmente falso. Por ejemplo, estás en un laboratorio y descubres el metabolismo de la serotonina, un neuromediador, y esto es parcialmente cierto. Y entonces dices: he descubierto el metabolismo de la serotonina y por lo tanto el psiquismo humano se explica gracias a los conflictos de la serotonina. Y esto es completamente falso.

 

-Esto es un problema para los enfermos. Nadie se encarga de ellos enteros (completos).

Correcto, y es lo mismo para la educación, para la medicina, para el deporte. Hoy en día si en algún deporte se quiere obtener alguna medalla hay que especializarse y ser el fuerte, el mejor sprinter, o el mejor nadador, y entonces se recibe una medalla. Pero si se quiere ser un ser humano completo, sólo hay que correr un poco. No tendremos ninguna medalla pero seremos felices.

 

-¿Qué piensa de la medicación en la psiquiatría?

Parcialmente cierto, totalmente falso. Los italianos han jugado un papel muy importante en la apertura de hospitales psiquiátricos. Basaglia, desde una óptica comunista, decía que el capitalismo provoca la esquizofrenia y que, por tanto, suprimiendo el capitalismo no habría más esquizofrenia. Es bien intencionado pero no es cierto… Gracias a Basaglia, en Venecia, los italianos fueron los primeros en poder deshacerse de los hospitales psiquiátricos. ¿Y quien tomó ventaja de esta situación? Reagan, en EEUU, que dijo: «suprimiré los hospitales psiquiátricos y así ahorraré dinero». Dos o tres años después se veían enfermos de esquizofrenia muriendo en la calle porque nadie se ocupaba de ellos. Basaglia tenía parcialmente razón, se deben abrir los hospitales porque si encerramos a la gente no hay libertad y no pueden ser humanos, pero hay ciertas personas que tienen problemas de desarrollo, debido a una enfermedad, de la familia, de la sociedad, de lo que sea, y esta gente tiene un psiquismo difícil, comparable a la esquizofrenia. Si no se dan medicamentos, muy pocos lograrán salir bien, si damos sólo medicamentos, muy pocos saldrán bien, y si damos, con la ayuda de las familias, un tanto de medicamentos y un poco de teatro, palabras amables, y otras cosas, un 50% se curarán y no volverán al hospital, un 25% saldrán de los hospitales pero volverán y un 25% no saldrán nunca de los hospitales psiquiátricos. Sigue siendo terrible, pero antes sólo un 8% se curaban completamente. Es un gran progreso, pero sigue siendo una enfermedad grave. Si lo explicamos todo con los medicamentos es una tragedia y si eliminamos todos los medicamentos también es una tragedia.

 

-La educación es la vía.

En mi generación, el 3% de los niños llegaban hasta la selectividad. El resto iban a trabajar. Niños de 12 años bajaban a trabajar en las minas. Yo trabajé como granjero. En esa época, la inteligencia no tenía valor, era sólo para la aristocracia, para los grandes artistas. O sea que estaba hecha para una pequeña parte de la población y los demás sobrevivían, morían, etc. Y en dos generaciones, la tecnología ha cambiado la condición humana: la imprenta, la medicina, la escuela, internet, han cambiado completamente la condición humana. Y hoy en día las mujeres juegan un papel igual o superior al de los hombres, incluso en la escuela las chicas son mejores que los chicos. Es una nueva condición humana que la tecnología ha puesto en su lugar. Pero la escuela de hoy empeora la justicia social. Cuando era pequeño, la escuela permitía a integrarse a los inmigrantes.

 

-La meritocracia peligra.

Las condiciones de estudio son tan difíciles que si el estudiante no vive en una familia estable, en un barrio cerca de una buena escuela, es excluido. Debido a las mejoras, la escuela empeora la desigualdad social.

 

-Sin embargo, usted es optimista porque dice que estamos cerca de la catástrofe. [Risas.]

La evolución sólo se produce gracias a los traumatismos, a las catástrofes. Si no hay ninguna catástrofe, se establece la rutina y la atrofia psíquica. Lo podemos constatar en los hijos de ricos que están tristes y para dar un poco de acción en su vida se van a la yihad. Y se van porque necesitan un relato, un evento importante que la cultura rutinaria elimina. Se han hecho estudios en Francia que dicen que hay 8.400 personas adscritas a la yihad. Sobre estas 8.400, hay 100 psicópatas, o sea, muy pocos. Y la psicopatía no es una enfermedad psiquiátrica, es una carencia educativa. Se dice que son enfermos mentales, y no, son niños sin educación, todo el mundo los rechaza. La otra gran mayoría está bien educada. Aquí hay, pues, un error político.

 

-Hay también un relato de la dignidad y la humillación.

Los franceses han humillado a los argelinos, los españoles humillaron a los indios de Sudamérica, con la complicidad de los indios de Sudamérica, porque todos cargan las culpas a Cortés, pero los indios también se mataban entre ellos. Y hay que decir que ningún hombre acepta la humillación. Así que, cuando se humilla a la gente, se crea conflicto. El catolicismo ha jugado un gran papel en este sentido, en el nombre de la moralidad. Sobre todo en la época de la Inquisición, los españoles jugaron un gran rol, se pensaba que era una obra moral y que había que llevar a los bárbaros e ignorantes la buena escuela católica, la buena medicina, y es en nombre de la moral como se destruyó su cultura, a pesar de que tenían una cultura rica. Ha habido muchos genocidios, 6 millones de judíos en Europa, pero ha habido otros, como por ejemplo el genocidio en Armenia, en Ruanda, los tutsis… Y el hecho es que si queremos imponer nuestra cultura es lo que está pasando hoy en día en Oriente Próximo, habrá una globalización de la guerra. En cambio, si discutimos de una manera democrática, no habrá ninguna guerra. Sé que es un poco optimista todo esto… [Ríe.]

 

-¡Me gusta que sea optimista!

Toda evolución siempre tiene lugar después de una catástrofe, ¡y por eso soy optimista!

 

-¿Conocemos bien la memoria?

Diría que bien, no, pero mejoramos poco a poco. Antes se creía que la memoria era el retorno del pasado pero hoy en día se cree que la memoria es la representación del pasado. Si estoy de buen humor voy a buscar al pasado situaciones y ejemplos que expliquen mi buen humor. Si estoy triste voy a buscar en el pasado intencionadamente situaciones y ejemplos que me hayan hecho estar triste. En ambos casos es la anticipación del pasado, no el retorno del pasado. La neurociencia explica mucho eso. Es decir, la memoria es un trabajo de reconstrucción, de la idea que nos hacemos nosotros mismos del pasado, pero no es el regreso del pasado, y no es ninguna mentira, es una reconstrucción.

 

-Cuando habla de resiliencia, de cómo curar estos traumas, ¿debemos hacer una representación de lo que ha pasado?

Sí y no. Hay que representar el pasado para saber quiénes somos, de dónde venimos, cuál es nuestra cultura, nuestra familia. Todos los países tienen historias bonitas y todos los países tienen tragedias en sus historias. Y por el lado del ‘no’, si nos volvemos prisioneros del pasado repetimos los errores y queremos vengarnos de todos, de los alemanes nazis, de Franco… O sea, como sea que la historia es bonita, participa en la creación de nuestra identidad, pero no tenemos suficiente con la historia, si no, caeríamos en la repetición del pasado.

 

-Y debemos avanzar.

Mi mujer fue elegida concejala por la municipalidad próxima a Toulon, y varias veces ha casado a gente musulmana. Al final de la boda, da dos besos a la novia y le da la mano al novio. Y si el hombre esconde la mano, mi mujer le dice que la boda es un reconocimiento social en el que la sociedad reconoce que los casados vivirán juntos y tendrán hijos, y que ella está contenta de felicitarle y es un ser humano, así que le da la mano. Le dice: si usted no me da la mano queriendo decir que no soy humana, no podré entregarle el certificado de la boda, ya que sólo los humanos tienen ese poder. ¡Le ha pasado dos veces, ya! [Ríe.]

 

-¿La memoria no es real?

Sí, pero es una quimera. Todas las partes del animal son reales: cabeza de águila, cuerpo de león, pero el animal es imaginario.

 

-¿El estudio sobre la resiliencia es lo más importante que ha hecho?

No estoy solo en este campo. Todos los países hoy día hacen investigación sobre la resiliencia y creo que es un nuevo paradigma para organizar la investigación en el campo de la psicología.

 

-No es una moda, ¿verdad?

Durante un tiempo fue una moda pero hoy es un trabajo científico. Entró muy rápido en la cultura y se deformó, pero en todos los congresos sobre resiliencia, todas las etapas de la resiliencia son evaluables biológicamente por la neurociencia, psicológica y socialmente.

 

-¿Hay demasiada psicología en el mundo de los niños? A veces vemos padres acomplejados, leyendo libros de autoayuda, etc.

La cultura tiene la culpa. Cuando era pequeño, las niñas iban a la fábrica con once años y los niños iban a las minas, algo que hoy en día está prohibida por ley. Y todas mis amigas de infancia deseaban casarse para quedarse en casa y no tener que trabajar en la fábrica. Hoy en día es todo lo contrario! Y esto forma parte del progreso y de la condición humana. A los veinte años, todas mis compañeras tenían dos hijos. Hoy en día tienen el primer hijo a los treinta años. No han tenido ningún otro hijo, el marido es incompetente, la abuela juega al tenis o a lo que sea y no se quiere ocupar de los nietos, y resulta que las madres están solas sólo con la ayuda de los libros y los profesionales. Los padres y los abuelos no pueden decir nada, y estas madres, tan inteligentes y preparadas para el mundo laboral, no saben qué hacer. La cultura no les ha enseñado cómo deben actuar cuando tienen un bebé. Ahora lo controlan todo con termómetros, medidores. O sea, nuestra cultura hace progresos fantásticos, pero tiene efectos secundarios. Ya no saben cómo cuidar de los bebés, recurren a libros de psicología y a profesionales, pero no piden consejo a sus madres y familiares cercanos. Antes, cuando había una pequeña enfermedad, preguntaban a sus madres. Hoy en día llaman directamente al médico. Este es el efecto secundario de la cultura.

 

-Usted dice que el sentido del humor le ha salvado.

Para que un niño o un adulto tenga sentido del humor es necesario dar un paso atrás. El humor es la cortesía de los desesperados. Es decir, cuando estamos desesperados, o me pongo a llorar, o bien le cuento lo que me ha pasado y le hago sonreír y seguimos juntos. Esto permite la complicidad y socializar.

 

-¿El humor nos puede curar?

No utilizo la palabra curar, porque esta gente no está enferma, no son enfermos mentales, sólo son infelices. Han sufrido un gran trauma pero no son enfermos mentales. Tampoco utilizo la palabra víctima. Así que el humor permite el seguir juntos. Si lloro me quedo solo, ya sea porque me quedo solo o porque los demás me rechazan. Ahora bien, si consigo hacerles reír, seguiremos juntos.

 

-¿Y en relación con los niños?

Muchos niños crean o interpretan obras de teatro en las que hay un héroe, pero los héroes son en realidad ellos mismos, portadores de la palabra. Hacen decir al héroe lo que ellos no se atreven a decir, y es por eso que la ficción es tan importante. De ahí la importancia del teatro, del cine, y actualmente en Francia hay asociaciones que están salvando a los niños por medio del arte, no de la psicología. Y el punto débil de nuestra cultura es que antes los buenos padres no eran los intelectuales, sino que eran los artesanos, ya que enseñaban la tradición y los trabajos, y eran ellos mismos los héroes para sus hijos.

ARA