Generación… sí, pero para la independencia


El pasado día 15 el presidente del PNV declaraba en Radio Nacional de España que la «inmensa mayoría de la sociedad vasca apuesta por un acuerdo político que nos permita vivir dentro del Estado desde una relación de bilateralidad» y afirmó que «el debate sobre la independencia de Euskal Herria es ‘forzado’ y ‘virtual’ estando por ello ‘fuera de la mesa'». Insistió en que «desea seguir conviviendo y trabajando conjuntamente en el marco del Estado, pero en un acuerdo de respeto y de mutuo acuerdo entre todas las partes» y que para ello las fuerzas políticas deben «alcanzar un acuerdo estable para una generación, como mínimo, de lo que tiene que ser la estructuración del Estado y la relación de Euskadi dentro de ese Estado». Y desde su «originalidad y frescura» innatas pregunto «¿Qué va a pasar cuando nuestros hijos y nietos tengan mayoría de edad, qué va a ser de los conceptos de independencia, frontera o soberanía en el marco de una Europa en la que posiblemente no vamos a tener ni fronteras ni nada que se le parezca?».

La «nueva» generación adopta un discurso de 1978, obviando que ha transcurrido un cuarto de siglo. Por algunos no pasa el tiempo, es lógico. Después de 25 años «de estatuto» provechosamente gestionado, el PNV necesita de otro sucedáneo para que los hijos y nietos de Josu Jon gocen por lo menos de «otra generación» de rentable «chiringuito» atado y bien atado, y puedan así aplicar la popular máxima jelkide resumida en la famosa y «profunda» pintada de Ugao: «yo como mis aitas: PNV» o sea el fin en sí mismo «Alderdia da gure Aberria».

Es legítimo pero cutre y egoísta. El modelo del niño pijo «hecho a sí mismo» no es un modelo nuevo. Siempre ha habido «personas humanas», (la presidenta del Parlamento de la Navarra Occidental dice en una entrevista que es una «persona muy humana») que insolidariamente han vivido a costa del sacrificio y el esfuerzo de las «personas animales» o personas sin más, que han dedicado su existencia a la búsqueda de la justicia o el desarrollo social, además de a trabajar y buscarse la vida sin coberturas, sin «parientes», sin el Partido. Esa es la sensación general. El PNV es políticamente el paradigma del esquirol que sin arriesgar nada se beneficia de los acuerdos logrados por sus compañeros huelguistas. Craso ejemplo. El PNV verdadero es el que vive de la vocación empresarial. Ese «empresario emprendedor», forrado con «dineros ajenos», con licitaciones públicas perpetuas, que «construye país» y lo «saca al mundo» montando eventos privados (ahora le llaman parapúblicos) con financiación pública, es decir, con pérdidas públicas versus ganancias «privadas» o viceversa. Ese es el «modelo» de «patriota» y tiro porque me toca.

Esa «generación» que necesita «como mínimo otro acuerdo estable para otra generación» es la cuadrilla de «personas muy humanas» que han crecido en el seno del orondo autonomismo y que se ha enrocado gestionándolo, imponiendo como interés público la proyección y protección de su interés particular, el del «Partido», no es otra que la no menos famosa generación de «buruegitxus» que intentó en su momento dilatar la militancia en EGI ¡hasta los 40 años! para mantenerse «en el poder» y compaginar la «dirección» con «los cargos políticos de medio kilo mes». «Todo» por la patria.

Y los ex egitxus, expulsados en su momento, y hoy bien colocados en los órganos de poder Partido-autonomía, desean que todo siga como desde el 78 pero con más IPC, pero además, sin fiestas populares, ni txosnas. Sin participación ciudadana, ni comparsas, ni cuadrillas, ni coñazos. Sin oposición, como en Boroa (¡por lo visto nunca existió!), «proyecto paradigmático de democracia y voluntad popular», pero eso sí; con decenas de actos «multiculturales e internacionales» que nos ponen en consonancia con ciudades europeas como Sevilla, Valencia, Madrid o Valladolid y «nos abren al mundo»: Carliñhos Carnaval Movistar, World’s Series de «tercera regional» o «El Rocio en Euzkadi» (sic).

Pero Josu Jon y compañía mean fuera de tiesto como sus ancestros recientes. Según el unionista Euskobarómetro de la UPV, el 39% de los ciudadanos afirma tener «grandes deseos» de independencia, una consulta «libre» en pleno escenario en el que el independentismo está más que perseguido: hoy por hoy es ilegal y «anticonstitucional». Pero es que además, según los datos de dicho estudio, el 63% de los votantes de EA-PNV son claramente independentistas, por lo que el concepto de que la «inmensa mayoría» de la sociedad vasca apuesta por un acuerdo político que nos permita vivir dentro del Estado desde una relación de bilateralidad, que utiliza el presidente del PNV es un deseo irreal.

Así es, al margen del modelo «pijo» de pseudo-país que plantean los jelkides en el poder, la Sociedad Vasca intuye, necesita y aboga por una salida nueva y justa al actual impass postfranquista de democracia negacionista de Euskal Herria.

Y si la Sociedad Vasca, mucho más plural y «mayor de edad» que lo que los partidos y sus «lecturas» interesadas promueven pudiera hablar en libertad pediría, sin ambages la recuperación de la estatalidad de Euskal Herria, de Navarra.

No hay duda. Nacionalistas, independentistas, asépticos de la política, socialistas, no unionistas… la mayoría social de los vascos y vascas, de los navarros y navarras en general, cree que por intereses políticos, o por rigor histórico, o por el respeto a los derechos individuales y colectivos, pero también por interés económico individual, o por egoísmo colectivo legítimo, la recuperación del Estado de Navarra en la Unión Europea, o sea de una Euskal Herria independiente en el seno del discutible proyecto europeo, es viable, necesario, vital o incluso opcional.

Por eso, es vital la generación de políticas pragmáticas que permitan la expresión democrática popular, que vehiculicen registros que permitan que la Comunidad autónoma de Euskadi pueda pedir su ingreso formal en la Comunidad Foral de Navarra, y así superar la partición territorial que ha impuesto el neofranquista estado autonómico español. Políticas consensuadas en pos del real deseo mayoritario de la población por superar la partición con Iparralde, ya sea por interés político que económico. Políticas que canalicen las relaciones con Rioja, Cantabria, Alto Aragón, Alto Burgos, Bearn… y resuelvan en histórico vacío que los conflictos han abierto en el seno de los territorios de la Navarra histórica, de la Euskal Herria política histórica.

La viabilidad económica, política y sociológica del estado vasco independiente en el actual contexto europeo es más abierta que nunca, más necesaria y vital que en los tiempos. En el próximo capítulo: las bases y claves para un Estado vasco independiente. No es una utopía, sólo la negación del «pragmatismo» Josujoniano, y la necesidad vital de la supervivencia antiglobalitatoria. –

Publicado por Gara-k argitaratu