La difícil condición de inmigrante


Por puras razones de distancia geográfica, en Navarra no se viven directamente las tragedias diarias de la muerte traída por la corriente a las orillas del mar. El drama de las pateras, ahora cayucos, llega atenuado por el filtro de las imágenes de la televisión o las fotografías de los periódicos, que piadosamente ocultan lo que ofendería a la vista por crudo, por inhumano. Los espíritus más sensibles, por pura solidaridad, llegan a compadecerse de los miles de personas que dejaron su vida en el intento o, si llegaron, malviven en la selva de inconvenientes que deben superar para normalizar su situación en un mundo para ellos opulento pero inhóspito. En la jornada de ayer, cinco pateras llegaron a las costas Canarias con un número indeterminado de inmigrantes, de los que 146 fueron detenidos y algunos lograron escaparse para tratar de iniciar una nueva vida. Es la parte más visible de un fenómeno (la mayoría de los inmigrantes sin papeles llegan a Navarra como turistas, no en pateras o en bajos de camiones) en el que lo más grave es la discriminación y la falta de derechos básicos que padecen después. El proceso de normalización fue relativamente bien (se bajó ese porcentaje de irregularidad del 50% al 30%), pero todavía hay en Navarra, según SOS Racismo, 13.900 inmigrantes sin papeles. Personas que pueden ser más por nuevas llegadas o porque no consoliden su contrato. Una persona de aquí que pierde el trabajo se va al paro; un inmigrante, al oscuro pozo de la irregularidad. Es cierto que los procesos migratorios desbordan cualquier normativa que pretenda controlarlos, pero sobre todo queda en evidencia que subyace un racismo social fruto de nuestras fronteras mentales, nuestros prejuicios, que instintivamente etnifican problemas sociales como la delincuencia, la inseguridad y el pandillaje adolescente. Problemas que, aun siendo incuestionable que a veces son protagonizados por inmigrantes, no siempre ni necesariamente deben de ser señalados con el dedo de la culpabilidad. La difícil condición de inmigrante lleva aparejada la precariedad laboral. Una precariedad específica, en la que a la limitación general de cualquiera que logra un puesto de trabajo se le suma la precariedad administrativa que les es específica. Porque ellos, los inmigrantes, necesitan un permiso de residencia y de trabajo para poder vivir.

Publicado por Noticias de Navarra-k argitaratua