Intifada al estilo español

Los alemanes lo llaman Schdenfreude. En hebreo lo denominamos simha le’eyd. Desafortunadamente, no hay un termino equivalente en inglés ni en castellano: “placer malicioso” podría ser una traducción aproximada. España me está causando semejante placer. Y sus vascos. Seguro que hemos leído algo al respecto en los periódicos estos últimos días. El Presidente Regional Juan Jose Ibarretxe ha propuesto una nueva relación de “libre asociación” entre la región vasca y el resto de España, con una posible opción de completa

independencia.

 

El Parlamento español en Madrid ha rechazado tajantemente este plan. España, ha declarado el Presidente del Gobierno español, Jose Luis Rodriguez Zapatero, nunca dará su aquiescencia a un estado vasco independiente, incluso aunque lo demandara una mayoría de los vascos. Nunca habrá un acuerdo que ponga en peligro la integridad territorial de España. Esto viene, recordemos, de un país que, al igual que todos sus ilustrados vecinos, han predicado a Israel durante años acerca de la necesidad de un estado palestino. ¿Cómo pueden ser los israelíes tan insensibles como para frustrar el derecho de los palestinos a su autodeterminación nacional? Sucede que lo que es tan urgente para los palestinos está fuera de discusión en relación a los vascos. ¿Cómo es posible?

 

Porque, al parecer, el derecho de autodeterminación no se aplica a Europa. Ciertamente, si usted fuera español, podría argumentar que hay lógica en ello. Al contrario que los palestinos, los vascos no están oprimidos, viven libremente en su tierra en igualdad de derechos con los españoles, sin barricadas, controles, humillaciones, tanques o patrullas rondando por sus ciudades. Los palestinos necesitan un estado porque la vida bajo la férula israelí es insoportable para ellos. ¿Para qué lo necesitan los vascos?

 

Dejando a un lado que el derecho de autodeterminación implica que no es cuestión de los españoles decir a los vascos si necesitan un estado o no, puede dársele la vuelta a este argumento. Precisamente por el amargo resentimiento contra Israel, un estado palestino independiente, situado en el corazón del territorio bíblico y del tamaño de un tercio del Israel supondría un grave riesgo. Podría convertirse en un territorio irredentista y reclamar partes de Israel, sembrando el separatismo y la sedición entre los ciudadanos palestinos de Israel. Podría también establecer alianzas con otros países árabes contra Israel, podría permitir a terroristas que atacaran a Israel desde sus fronteras… Hay muchas razones para que Israel tenga temor de él.

 

España, por otro lado, es un gran país. La región vasca es una parte pequeña y apartada de él. Un estado vasco independiente no supondría ni por lo más remoto ninguna amenaza o daño para sus intereses más vitales. ¿Qué otra posible razón, salvo un orgullo nacionalista español de bajo vuelo o la preocupación de que algún otro (como los catalanes, por ejemplo) pudieran

animarse, Dios no lo quiera, a optar por su autodeterminación, puede llevar a los españoles a oponerse de esta manera?

Podemos ir más allá. Los árabes de Palestina no son diferentes en lengua, cultura o religión de los árabes de Siria o Jordania, que, a su vez, no son diferentes de otros árabes de otros más de 20 estados independientes de lengua árabe. Un estado más de estas características no es estrictamente necesario para asegurar la supervivencia de la forma de vida árabe, que, no está en peligro. Los vascos viven la situación contraria. Hablan un idioma único (aunque algunos linguistas creen que está lejanamente relacionado con el Burushaki, hablado por unos pocos miles de personas en un aislado valle de Pakistan) y tienen una historia también única, descendiendo directamente, de acuerdo con las teorías mayoritariamente aceptadas, del primer homo sapiens que habitó Europa hace 40.000 años.

 

Cualquier otro pueblo europeo, por comparación, es un advenedizo recién llegado. Cuando ves un vasco crees estar viendo al descendiente directo del hombre de Cro Magnon. Incluso hoy en día, la lengua vasca no es hablada por la mayoría de los vascos. La cultura y folklore vascos están también en riesgo de desaparición. Si la región vasca continúa siendo un apéndice de España, es muy probable que se desvanezca completamente. ¿Cuál es la única fórmula que puede salvarlo? Un estado vasco, en el que todas sus instituciones de autogobierno – la burocracia, el sistema educativo, los medios de comunicación – sean puestos a su servicio.

 

Es un hecho triste que sin poner estas instituciones a su servicio, los lenguajes  y las culturas tienen muy pocas oportunidades en el mundo moderno.¿Y quién está categóricamente contra un estado vasco? ¡La misma España que, como el resto del mundo, nunca se cansa de hacer llamamientos por un estado palestino! Es evidente que esta indignante hipocresía no se circunscribe a palestinos y vascos. ¿Un Kurdistan independiente? Ni hablar, aunque 25 millones de kurdos hayan sido sistemáticamente discriminados y en ocasiones agredidos militarmente por todos y cada uno de los países en los que viven, especialemte Turquía e Irak. Los turcos también, han atacado sin rubor a Israel por negar a los palestinos su independencia mientras amenazaban con ir a la guerra para negársela a los kurdos. ¿Un Tibet independiente? Por supuestísimo que no, aunque los chinos estén firmemente determinados en destruir la cultura tibetana y en ahogar a los tibetanos entre colonos chinos (que suena mejor que judíos, ¿verdad?).

 

La cuestión es que a Europa le importa un bledo la autodeterminación nacional y nunca le ha interesado. Lo único que verdaderamente le interesa son sus propios intereses políticos y económicos, que ocultan, como las naciones siempre han hecho, bajo un lenguaje de moralidad política. Debo confesar que no experimentaría poca Schadenfreude si, el 17 de Abril, el día elegido por el gobierno regional vasco para las nuevas elecciones como respuesta al voto del parlamento español, las fuerzas en favor de una libre asociación ganaran por un gran margen.

 

¿Qué hará entonces el gobierno español? ¿Declarar el voto vasco ilegal? ¿Disolver el nuevo gobierno regional elegido? ¿Enviar al ejército y declarar la ley marcial?

 

Verdaderamente, incluso la Schadenfreude tiene sus límites. Si los vascos votaran en un futuro próximo por una independencia real y si España intentara invalidar esa decisión, la consecuencia inevitable sería una resurrección con inusitada fuerza del terrorismo vasco, que había venido disminuyendo durante los últimos años y el surgimiento de una violencia de masas. Dicho en pocas palabras, una intifada a la manera español. Si se llegara a este escenario, éste no sería en absoluto placentero. Pero a día de hoy, espero con impaciencia los próximos acontecimientos. Porque no hay nada como ver a un país hipócrita atacado con sus propios argumentos.

 

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