Aznar, la historia y algún perdón que otro

REALMENTE, escuchar a José María Aznar, especialmente si es en inglés, es como estar frente a un programa de los Teletubbies. La simplicidad de sus pensamientos, más si están referidos a la historia, le hacen a uno dudar de si realmente este individuo estuvo en algún momento capacitado para presidir un gobierno.

La cuestión es que Aznar volvió a soltar hace pocos días una de sus peculiares teorías históricas. En la misma criticaba a los musulmanes porque todavía no les habían pedido perdón a los españoles por ocho siglos de dominio peninsular. Mal asunto ese de andar exigiendo perdón por invasiones que llevaron a cabo gentes que vivieron hace casi un milenio, pero una vez abierto el debate bueno es puntualizar algunas cosas.

Entrando al trapo de un discurso tan simple como el de Aznar, bien pudiéramos decir que en toda América aún están esperando las disculpas por varios siglos de ocupación, robos y exterminio. Tal vez, también pudieran excusarse las autoridades españolas por su violento dominio de los Países Bajos o por las guerras que provocaron en Europa por culpa del fanatismo religioso. Esa sería la vía fácil, pero hay algo más, algo que parece necesario destacar.

En realidad, el problema es una cuestión de educación. Aznar, Rodríguez Ibarra, Bono, Zapatero, y todos los españoles en general, han aprendido una Historia generada desde la visión unitaria y totalitaria de España. En el mismo discurso al que estamos haciendo referencia el ex presidente afirmó que sus personajes históricos favoritos eran Isabel y Fernando. Muchos se llevaron las manos a la cabeza acusando a Aznar de facha por esto, sin embargo, cualquiera puede coger una enciclopedia o el libro de Historia que su hijo utiliza en el colegio y leer las grandezas de estos dos soberanos.

Por otro lado, está muy enraizado en la cultura española el considerar como buena o mala a una misma situación histórica según esté protagonizada por unos u otros personajes. Los ejemplos son múltiples. Así, cabe preguntase por qué no se denomina a la invasión llegada desde Roma de la misma forma que se cita a la invasión musulmana del siglo VIII. Mientras que en el primer caso se habla de Romanización, evitando de este modo cualquier tipo de sentido violento, en el segundo se habla simplemente de Invasión. ¿Por qué los romanos son buenos que colonizan y los musulmanes, malos que invaden?

Otro ejemplo lo encontramos en América, ya que desde el referente histórico de los españoles habitualmente se habla de la Conquista de América para referirse al proceso invasivo iniciado desde Inglaterra y que afectó a los territorios septentrionales del continente. Mientras tanto, para hacer referencia al genocidio sufrido por los pueblos de Centro y Sudamérica se utilizan eufemismos como descubrimiento, colonización o evangelización de América.

Finalmente, los ejemplos más modernos los tenemos a la orden del día. Las dictaduras son malas o no, según de dónde provengan. No hace muchos días los medios españoles daban la noticia de la condena que se le había impuesto al represor argentino Etchecolatz. El asesino fue acusado de genocidio nada menos y se decidió su internación en una cárcel a pesar de sus 77 años. Está claro que mientras que en países como Argentina, que algunos incultos consideran como tercermundista, se alcanza la madurez democrática al juzgar su propio pasado, en otros, como por ejemplo España, se dedican a vivir de la mentira de su magnífica transición y de una Ley de Memoria Histórica que parece más una de punto final y obediencia debida. Lo irónico del caso es que todavía puedes escuchar por la calle decir a la gente lo terribles que fueron las dictaduras de Chile o Argentina, mientras que cuando uno pregunta por los 40 años de asesinatos y represión que se sufrieron por estos pagos lo más normal es que se te diga que no es lo mismo.

Aún hay más. Mientras los nacionalismos del Este de Europa han sido vistos con cierta simpatía, o al menos de forma neutral, por parte de las sociedad española, los movimientos nacionales afincados en la península son vistos como terribles demonios exterminadores de inocentes siempre dispuestos a expulsar a aquellos que no les son afines. Vamos, que los nacionalismos moldavo, bosnio o eslovaco son buenos, pero el nacionalismo vasco o catalán son otra cosa (principalmente para los que sufren delirium tremens) y sobre todo malos, muy malos.

Si volvemos al discurso fácil de Aznar, en Euskal Herria podemos presumir de al menos tres invasiones violentas no excusadas aún por los españoles. En primer lugar, la invasión visigoda, ya que la monarquía española se considera heredera del reino germano de Leovigildo y compañía. En segundo lugar, la invasión castellana de las tierras de Araba, Gipuzkoa y el Duranguesado en el año 1200, tierras pertenecientes al Reino de Navarra y que le fueron hurtadas por la fuerza. Por último, qué duda cabe, la invasión de Navarra en 1512 con la que se dio muerte al único Estado independiente que hemos conocido los vascos. Seguro que los lectores podrían encontrar muchas más, no lo dudo, pero éstas sirven a modo de ejemplo.

A pesar de todo, hay que mirar lo positivo de las palabras de José María Aznar porque, aunque parezca increíble, algo de lógica puede extraerse del absurdo ideológico de este individuo. Aznar habla de los ocho siglos que le costó a España expulsar a los musulmanes (vete tú a saber dónde mete este señor a Portugal) y configurarse como un nuevo Estado dentro del escenario europeo. Pues bien, Navarra fue invadida en 1512, por lo que dentro de seis años se producirá el quinto centenario de tan nefasta fecha. Lo que quiere decir que si a España le costó ocho siglos desembarazarse de sus molestos invasores, a nosotros nos quedan, como mínimo, trescientos años por delante para conseguir convertirnos en un Estado independiente (y todo esto, por supuesto, sin tener que asesinar o expulsar a nadie). Aún nos queda tiempo de sobra, pero no nos durmamos.

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