Triste aniversario de un genocidio

Ruanda ha recordado uno de los grandes genocidios del siglo XX. Hace veinte años que unos 800.000 ruandeses tutsis fueron asesinados en masa por los de la etnia hutu. Los recuerdos de Armenia en 1915, el Holocausto nazi, los gulags de Stalin, la Camboya de millones de calaveras en los años ochenta se plantan en la memoria colectiva del universo.

Hubo un genocidio en Ruanda. Los cascos azules de la ONU no lo impidieron. Occidente, tampoco. Bélgica y Francia no participaron en la matanza. Pero existe la convicción de que el gobierno de París no hizo lo que estaba en sus manos para impedirlo y permitió a los asesinos abandonar el país cuando los tutsis se hicieron con el poder.

El presidente ruandés, Paul Kagame, ha recordado en una entrevista lo que ha dicho en otras ocasiones. Pero ha ido más lejos al denunciar un papel clave de Francia para la preparación política y la ejecución del genocidio. Ha acusado a los soldados franceses desplazados en 1994 bajo mandato de la ONU al sur del país de haber sido cómplices y actores de las matanzas.

Kagame es un dictador que domina con puño de hierro a un país que vive todavía atemorizado. Francia ha anulado la presencia de la ministra de Justicia, Christiane Taubira, a la capital Kigali. Cuando una tragedia de estas dimensiones atraviesa la historia es difícil encontrar las causas porque no hay causas únicas.

Pero Francia pudo parar aquella masacre. No lo hizo. Su influencia en los países de la francofonía es todavía muy grande. Al recordar aquellos dramáticos hechos de hace veinte años, me viene a la memoria a tantos miles de subsaharianos que cruzan desiertos y fronteras para alcanzar las orillas de Europa. Son recibidos con verjas y alambres, tiroteados en algunos casos, devueltos en su mayoría a su origen. Europa ha explotado los recursos naturales africanos durante siglos. Ha colonizado todo el continente hasta que en los años sesenta del siglo pasado empezó a otorgar la independencia a las viejas posesiones.

Sería injusto hacer responsable a Europa en general de todo lo que ha ocurrido en África. Pero sí que ha habido muchos gobiernos británicos, franceses, alemanes, italianos, españoles y belgas que entraron en el continente para repartirse un botín.

En este sentido Europa está en deuda con África. No todo el mundo puede caber en tierras europeas. Pero sí que se puede invertir y dejar de explotar a las antiguas colonias. Invertir en educación, en sanidad y en infraestructuras. No deja de ser paradójico, por ejemplo, que el país que más y mejor cacao exporta, Costa de Marfil, tenga que importar el chocolate de Bélgica, Francia o cualquier otra antigua metrópoli.

Triste aniversario de un genocidio