Casi cien años de ‘L’Orient Le Jour’

Desde hace décadas L’Orient Le jour es mi primer diario matutino. En 1971 escribí una crónica sobre la fusión de Le Jour de Michel Chihah y L’Orient de Geoges Nacache, aquel gran periodista que modernizó el rotativo, enalteció la profesión en El Líbano y pronunció una frase que ha pasado a la historia de este país. ¨Dos negaciones -escribió refiriéndose a que los musulmanes renunciaban a sus tentaciones proegipcias o prosirias y los cristianos a sus querencias proccidentales, en los albores de la independencia no constituyen una nación¨.

Como la redacción del diario se encontraba en Hamra, en el mismo edificio de la UPI (United Press International) desde cuyo télex transmitía mis crónicas en cumplimiento del acuerdo firmado por Augusto Assía, ¨el príncipe de los corresponsales¨ como le llamaba Horacio Sáenz Guerrero -con aquella agencia entonces muy activa- pronto establecí algunas relaciones con sus redactores como Edouard Saab, jefe de su Redacción y corresponsal de Le Monde, muerto después casi al principio de la guerra civil libanesa por francotiradores, o Ethel Adnan, poeta y pintora, de origen sirio, que me entrevistó por vez primera en Beirut . Con Eduard Saab hicimos un viaje a Tabka, en la inauguración de la gran presa del Eufrates en 1971, por el Rais Hafez El Assad, un revolucionario proyecto que aspiraba a mejorar las condiciones de vida de campesinos y habitantes del norte de Siria. En Alepo pernoctamos en el famoso y modesto Hotel Baron, ahora abandonado, por el que pasó el mítico Lawrence de Arabia en los años de la gran revuelta árabe contra el dominio otomano.

Con la fusión de los dos diarios francófonos más importantes del Líbano y del Asia menor, incluyendo Irán que todavía en 1979 al principio de la revolución jomeinista contra el Shah contaba con Le Journal de Teheran, se publicó una revista mensual de gran calidad literaria con el evocador título de L’Orient L’Express, dirigida por Samir Kassir asesinado en los años dos mil en Beirut, cuyos ejemplares guardo como oro en paño en mi biblioteca.

Ahora se ha celebrado el noventa aniversario de la aparición de ambos periódicos. En este Levante de fragilidad patética pero de inagotable vitalidad popular es una proeza. L’Orient le Jour pudo publicarse durante los años de la guerra. Recuerdo que en días de bombardeos interminables, como los repartidores lo hacían llegar a sus abonados, y los dejaban en el portal de mi casa.

El diario es un portavoz conservador de las clases maronitas y cristinas, de una ¨cierta identidad libanesa¨. Defiende un sistema liberal para el Libano, pluralista, independiente, basado en la coexistencia comunitaria. Se ha podido mantener desde la Primera Guerra Mundial hasta el nuevo orden o desorden del Oriente Medio. No es solo un periódico sino una institución nacional, un desafío, un modelo del Líbano en entredicho.

Han desaparecido diarios como Le Reveil, Le Soir, As Safa, revistas como La Revue du Liban. El primer jueves de cada mes se edita un suplemento literario dirigido por Alexandre Najar abierto a todas las novedades francesas incluyendo las traducciones de escritores de lengua árabe. Como diario liberal junto a los editoriales de una línea muy conservadora y pro occidental de Issa Goraieb, publica artículos muy bien informados de Scarlett Hadad en los que se reflejan las opiniones de los partidarios del Hezbollah, Siria e Irán. Las columnas de Fifi Abou Dib, con un estilo muy lírico, a veces abordan con gran valentía cuestiones como el empobrecimiento de la lengua árabe, sometida al dogmatismo religioso, la demagogia política, el machismo. Maria Chaktura, cuyo libro sobre las pintadas en los muros de Beirut durante la guerra obtuvo gran éxito, se encarga de las páginas de Cultura. Son frecuentes los obituarios escritos por los propios allegados del difunto con su retahila de elogios. Revela un cierto aire provinciano de este periódico que se define ¨cotidano libanés de expresión francesa¨. Fue fundado en un tiempo en que el francés era, ante todo, lengua de referencia de las elites locales.

LA VANGUARDIA