‘Los santos inocentes’ y ‘La escopeta nacional’

Pequeña de un bolsillo de nada. Oscuro carbón de miseria. Estridente como si expulsara del alma. La dulzaina. El Azarías (Paco Rabal) no tenía nada más. ¡Y pum! El señorito Iván mata a su amado pájaro de un tiro. Es la Extremadura del franquismo. Es también la España eterna. De unos mandan y otros obedecen. De unos tienen y otros no. El gobierno de las escopetas crueles, violentas, del señoritismo de cacería: ‘Los santos inocentes’. Miguel Delibes escribió ficción más real que la realidad (Mario Camus hizo la película). Vuelven ‘Los santos inocentes’. Quizás porque nunca se han ido.

 

LA TIERRA.

Uno de los problemas nucleares de España. La bomba. En la República 361 familias (prácticamente todas de Castilla y Andalucía) son propietarias de los grandes latifundios españoles. El gobierno republicano, con la ley de reforma agraria, activa un detonador a la española: nacionalización y colonización de la tierra. Lo que no pudo hacer estallar la República lo hizo estallar la dictadura franquista. Y, recordemos, también en nombre de la justicia social. Las mismas promesas populistas: redimir Extremadura, la tierra más pobre de España. Comienza la nivelación, la homogeneización, el igualamiento… Comienza el proto café-para-todos. España una. España o toda rica, o toda pobre. Redención vía bolsillo. Un intento de milagro. La transformación económica y social de la Piel de Toro. Lo bautizaron como el Plan Badajoz: obras hidráulicas, electrificación, colonización, industrialización, carreteras… Una inversión de un millón cien mil pesetas diarias desde 1953 hasta 1966 (se continuó invirtiendo hasta los setenta). El socialismo franquista desembarcó sobre 2.165.300 hectáreas. Sobre la provincia más extensa. Sobre las 800.000 personas que allí vivían. Sobre una densidad de 37 habitantes por kilómetro cuadrado. Sobre 257.661 fincas, el 75% de las cuales estaban en manos de unos pocos (caciques extremeños y ‘señoritos’ de Madrid). Y también hizo bum. No lo consiguieron. Bueno, hasta que… en los años setenta desembarcaron catalanes para ordenar la metralla. Cataluña, potencia agrícola. El modelo de gestión, producción y comercialización frutal de Extremadura es de matriz catalana. Lo investigué en ‘El imperialismo dulce. Cataluña salva Extremadura del Plan Badajoz’. Hoy, en fruta de hueso, Extremadura es referente. Pero vuelven los inocentes.

 

ES UNA REGIÓN SIN NOMBRE.

Entre Sierra Morena y los Montes de Toledo. Con una superficie equivalente a Cataluña y Aragón. Con una de las densidades de población más bajas de Europa. La nada. La nada que tiene que ser todo. Objetivo prioritario de los fondos de la UE. Aquí se proyectan 2.500 kilómetros de autovías. Aquí está el mayor número de aeropuertos privados de Europa. Aterricemos. Porque aquí hay fincas de caza. Pum, pum del ‘señoritismo’ español y planetario. Y carretera y manta: los trazados de las autovías que se proyectan en Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía transcurren por los umbrales de estas fincas. Fincas de los promotores de las infraestructuras del corredor central español. Propietarios de las empresas que construyen, financian y gestionan esta cremallera antinatural que quiere volver a trabar España en nombre de una justicia social de cemento. Un país artificial necesario para este corredor ferroviario que defienden los partidos españoles (y que afectará a la posición de En Común Podemos). Todo esto lo explica cristalinamente el estudio que ha presentado esta semana el Círculo Catalán de Negocios (‘El modelo de gestión y las prioridades de inversión de la red viaria española’). Todo eso…

Todo eso ya no sabemos si es ‘Los santos inocentes’ o ‘La escopeta nacional’, de Luis García Berlanga. La cacería mesetaria de zombis del franquismo. Y el catalán Jaime Canivell (José Sazatornil) pagando todo para no llevarse nada. Todo esto es el drama y la comedia de siempre. Porque en la parrilla, sea animal o humana, siempre le rascan el bolsillo y luego le vuelan la cabeza.

ARA