El ministro siniestro, un fraude de director, las ratas de alcantarilla: el sistema

El escándalo es colosal. Por muchas razones. Un ministro de Interior haciendo de rata de alcantarilla. Un director de una oficina ‘independiente’ al servicio de las cloacas. Un grupo editorial y de comunicación haciendo servicios para las cloacas. Un ministro que no da la cara y esconde la cabeza bajo el ala. Un director de oficina antifraude que miente en directo en la televisión. Un ministro explicando que el presidente de su gobierno actúa con la mano derecha mientras la mano izquierda no lo sabe. Un jefe antifraude afirmando que han conseguido reventar el sistema sanitario y que han filtrado la información que lo ha hecho posible.

Si fuese escribiendo todas las cosas escandalosas que hemos sabido en cuarenta y ocho horas no terminaría. Aún más grave que dos altos cargos prevaricando de manera descarada es que la fiscalía del Estado no abriera una investigación de oficio en el momento en que se publicó la filtración y no la pusiera en manos de un juez. ¿Recuerdan que fue el mismo Fernández Díaz quien dijo, en el debate, que el fiscal del Estado era completamente independiente? Si lo fuera, ya habría actuado de oficio.

Y también es gravísimo que los implicados no hayan presentado la dimisión inmediata. No sólo no lo han hecho, sino que aún han tratado de plantar cara. Es una reacción al estilo chulo que se cultiva tanto en la política española.

Y lo peor de todo, tal vez por la parte gremial que me afecta, es la reacción de prácticamente todos los diarios españoles y de los unionistas catalanes. Escondiendo miserablemente uno de los escándalos más graves de los cuarenta años de pseudo-democracia española. ¿Cómo se puede pretender pasar por periodista y ocultar un escándalo de estas dimensiones? ¿Ha habido llamada de la Moncloa como ocurrió el 11-M? ¿Hay consigna en pro de la unidad de España para ocultar una cloacaza que se ha destapado?

La cadena de disparates es la siguiente: el ministro de Interior español y el director de la Oficina Antifraude de Cataluña se dedican a organizar ‘investigaciones’ contra dirigentes independentistas con fines políticos; alguien graba la conversación y la filtra; un diario publica la filtración cuatro días antes de unas elecciones; los dos implicados no dimiten y aún alardean; la fiscalía del Estado mira la Eurocopa y no tiene tiempo de investigar qué ha pasado; los diarios españoles y unionistas catalanes tocan el violín (algunos de estos periódicos habían publicado grandes portadas con las falsas informaciones filtradas desde las cloacas); los compañeros de partido del ministro siniestro le abrazan y contraatacan diciendo que Cataluña es un país totalitario que hace un juicio sumarísimo contra el pobre ministro siniestro…

A mí ya me perdonarán, pero esto no es ningún hecho aislado. Esto es un sistema. Toda la cadena funciona al servicio de una idea superior: la unidad de España. Y, claro, quien hace peligrar esta idea superior son los partidos independentistas mayoritarios. De hecho, son los partidos independentistas los que dan miedo al Estado porque quieren conseguir un Estado para Cataluña sin alejarse de la centralidad política. Y aquí hay unos que deberían hacerse una pregunta: ¿por qué las alcantarillas no actúan contra ellos? Es que hay quienes se presentan como los grandes transformadores y las fuerzas del cambio y parece que no preocupan mucho al Estado. Bueno, sí que les sacaron unos supuestos cobros desde Venezuela y cosas así, pero nada comparado con la guerra sucia que se ha hecho contra el independentismo.

Y lo más triste es que el domingo las cosas no cambiarán mucho. Entre otras razones, porque hay un independentismo más pendiente de hacer ganar a su partido que el hacernos ganar a todos. Con una lista conjunta independentista, que ERC rehusó de plano, este domingo la respuesta pudo ser histórica. Pero ganarán los del referéndum imposible e iremos tirando como podremos. Como hemos hecho siempre. Si no somos capaces de aprovechar situaciones como la de esta semana desde la unidad, ¿seremos capaces de lograr la independencia?

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