Sueños de un seductor (español)

Esto pronto parecerá una columna de tele, pero de nuevo no puedo evitarlo: el pasado domingo, TV3 emitió un ’30 minutos’ sobre Gibraltar, y la primera conclusión puede ser que, madre mía, la que nos espera. El reportaje explica que, con la ventana abierta del Brexit, la mosca cojonera de España ya vuelve a rondar el peñasco. Es como aquel pesado de discoteca que aprovecha que la amiga se fue al baño para volver a atacar. Ya puedes intentar hacerle entender que estamos en el siglo XXI, que el no es no, y que el nunca es nunca: él es un ‘conquistador’, lo lleva en la sangre, es su naturaleza, y no parará hasta que no te pueda decir al oído: ‘¿Qué pone en tu DNI?’

Pues eso, que aprovechando que Gibraltar no quiere salir de la UE, España ha visto una oportunidad de apretar la víctima contra la pared: si quieres seguir en la Unión, ya sabes, di que ‘Gibraltar (también) español’, y después ya discutiremos como te acabo de poseer del todo. Los gibraltareños no salen de su asombro: ‘¿Me están diciendo que suba al Titanic, que estaré mejor que el Queen Elizabeth, ‘pisha’?’ Pues sí, niños: ya veis que el amor propio del Reino de España es para estudiarlo en las facultades de psicología. Margallo mismo, en el reportaje, explica que el primer paso es convencerles, y luego ya los seducirán. Un sistema que recuerda los antiguos matrimonios arreglados por los padres: ‘Cuando lo conozcas ya verás como es buena persona, niña’.

Que ‘no nos haréis españoles’ lo han dicho y repetido el 99% de los gibraltareños en dos referendos y algunas generaciones de diferencia. Pero, a pesar de la ‘indirecta’, España todavía los quiere suyos, que los referendos no valen nada por sus ‘cohone’. De hecho, un momento clave del reportaje, que cuenta trescientos años de historia y los que te rondaré, nos la ofrece el senador por el PP y alcalde de Algeciras cuando le dicen: ‘Pero en Gibraltar no hay ningún partido, ninguna asociación, nadie que esté a favor de la cosoberanía que propone España’, a lo que el ‘conquistador’ español le espeta: ‘Muy bien, ¿y?’

‘¿Y?’ Nunca una simple letra no ha querido decir tantas cosas. En ese momento, a muchos de los adoctrinados espectadores nos pasó por delante la vida en diapositivas: ¿cómo luchas contra esta lógica? ¿Qué demonios se puede hacer ante esto? A algunos incluso nos dieron ganas imaginarias de salir a sacudir las solapas de los de la ‘España del cambio’ para preguntarles también qué parte no entienden ellos del ‘no es no’. En este caso, la resistencia con dientes y uñas del Congreso y el Senado españoles. Porque los ‘españacambistas’, tan modernos y feministas, también nos quieren vender los métodos de viejos conquistadores: para cambiar a quien no quiere cambiar sólo hace falta paciencia, caballeros, y sobre todo insistir mucho. Insistir e insistir, durante el tiempo que sea necesario, indefinidamente, una legislatura, un siglo, tres siglos si conviene. Si insistimos bastante, ella caerá. El buen seductor español nunca tiene prisa.

Total, que aquí los únicos que han entendido el ‘no es no’ del Congreso y el Senado son los ‘indepes’, permitidnos por una vez la inmodestia. Y en medio, oh paradoja, los ‘equidistantes’ parecen los más despistados en esta larga historia de desamor. Como los federalistas de una España donde, como dijo ayer un máximo federalista, el proyecto [federal] no tiene mayoría, como ellos no son mayoritarios en Cataluña, pero no por eso dejarán de creer en ello. O como los fraternalistes de una España donde, como dijo un máximo fraternalista, ‘se puede tardar un par de generaciones en entender el derecho a decidir, pero que si se admite ya será un paso adelante’. O como los asaltadores de cielos de una España donde, como dijo un máximo ídem: ‘Estamos a punto de ganar al PP’, y un poco más abajo: ‘Y por supuesto Gibraltar español’. En fin: que cuando hemos dicho ‘equidistantes’ era ironía.

Y como quien no quiere la cosa hemos vuelto a Gibraltar y a sus lecciones, que para los ‘indepes’ no son muy esperanzadoras. Tanto les da que seas el 48%, el 51% o el 99%, que expreses tu voluntad en un referéndum, en el parlamento, por ‘activa y por pasiva’, como dicen los tertulianos. La respuesta del seductor con amor propio siempre será la misma: ‘¿Y?’ Ahora ya lo sabemos: por soberano que llegues a ser, por libres que sean tus decisiones futuras, el conquistador español nunca descansa.

VILAWEB