Rajoy va de Zapatero

Recuerdo un día, en una tertulia postelectoral, cuando el PSC estaba en el auge de su poder y Zapatero parecía imbatible, que tuve la ocurrencia de comparar a los socialistas con el imperio austro-húngaro. Se hundirán de repente y todo el mundo se preguntará por qué, dije. Era una de mis primeras apariciones en la televisión y no olvidaré la cara de haber visto un ovni que puso todo el mundo.

Con el PP secuestrado por la caverna, el PSOE parecía imbatible, pero era evidente que estaba construyendo su futuro con aluminosis. Si el PSOE hubiera afrontado entonces una reforma constitucional ahora no estaría tan apurado. Entiendo que era un riesgo, pero uno tiene que lanzarse al mar cuando todavía está a tiempo de perder alguna cosa. Cuando todo está perdido, arriesgar es inútil y muy poco creíble.

A Rajoy le está pasando algo parecido a Zapatero. Si en la Moncloa pensaran lógicamente, los catalanes que el PP ha promovido estarían defendiendo la celebración de un referéndum y estudiando la manera de ganarlo. Pero a veces la razón de Estado y los intereses de los partidos no coinciden y los políticos, por miedo, por estupidez o por frivolidad, se abandonan a los brazos amorosos del autoengaño, la comodidad y el urco.

Cada vez que Rajoy se toma a broma Pablo Iglesias pone en peligro el futuro de su partido y de la estabilidad de España. Cada vez que los jóvenes salen a repetir los mantras de sus tutores envejecidos por el cambio histórico y político, arriesgan la eficacia de la regeneración que quieren liderar. Cuando Soraya se deja agasajar por los carcamales que le vienen a contar lo que piensan que quiere oir sobre Catalunya, su sueño de sustituir a Rajoy peligra.

No es casualidad que el PP lleve dos semanas haciendo el ridículo con la historia del diálogo. Cuando los asesores y el marketing sustituyen a las Ritas Barberá, significa que la cosa empieza a ir muy mal. Es significativo que Rajoy tenga que premiar a momias como Eduardo Mendoza o Enric Millo, cuando en otras épocas se incorporaron al universo del PP figuras como la del editor Jaume Vallcorba o Josep Piqué, que dieron un impulso a su creatividad con la protección del presidente Aznar.

No sé si recuerdan cómo empezó a morir el PSOE: todo el mundo hablaba de un libro que se titulaba No pienses en un elefante, de un tal George Lakoff. Un día el elefante entró en la política española y cogió a todo el mundo por sorpresa. No me extrañará si Rajoy se acaba ahogando en la misma miseria que le ha servido para ir envenenando las aspiraciones de sus adversarios

Rajoy está atrapado entre un pasado y un futuro que reducen cada día más su margen de maniobra. Los periodistas de Madrid, que en general son la cosa más servil que un catalán sea capaz de imaginar, van riéndole las gracias. Despreciado durante muchos años, el presidente pasa un buen momento. Igual que Zapatero cuando descubrió los dientes de la razón de estado, parece que se diga: después de mi el diluvio.

Mientras tanto el problema que tenemos aquí es que el Gobierno que debería preparar el Referéndum tiene la misma relación con la tecnología de la autodeterminación que una tribu de indígenas australianos con la aeronáutica.

ELNACIONAL.CAT