Tambores de guerra por Cachemira entre la India y Pakistán

Foto: Thorguds

Kashmir principis del 1900 (Thorguds)

Tras cuatro guerras entre la India y Pakistán, dos potencias nucleares, una quinta se avista en el horizonte. Según el gobierno pakistaní, un millón de soldados indios están preparados en Cachemira, región disputada por ambos países, para ocupar la parte pakistaní. El portavoz de la oficina de exteriores, Nafees Zakaria, asegura que las fuerzas armadas de la India ya han matado a algunas personas y no respetan sistemáticamente los derechos humanos de la población de su parte de región, poniendo en riesgo la estabilidad, pues amenazan con no cumplir las resoluciones de Naciones Unidas.

El gobierno indio basa sus esfuerzos diplomáticos en aislar a Pakistán. Así, ya ha establecido acuerdos militares bilaterales con Afganistán y también un puente aéreo entre ambos países.

El ministro del Interior indio, Rajnath Singh, ha declarado que el reciente el ataque a la base militar india de Nagrota era un atentado terrorista y ha responsabilizado a Pakistán. El asesor de Exteriores del Primer Ministro pakistaní, Sartaj Aziz, tildó estas acusaciones de no tener ningún fundamento y recordó que en la lucha antiterrorista están en el mismo bando.

Este escenario dibuja dos concepciones muy diferentes sobre el conflicto de Cachemira, la militarista que encabezaría la India y la diplomática que encabezaría Pakistán. En esta rivalidad, sin embargo, la India ya ha perdido aliados, el principal entre ellos el Reino Unido, la ex-metrópoli de ambos estados. Desde 1947, cuando Pakistán se convirtió en un estado independiente con el fin de proteger a la minoría musulmana que vivía en la India, cada uno país ha reclamado para sí la totalidad de Cachemira. Eso ha provocado diferentes guerras (en 1947, en 1965 y en 1999), y múltiples escaladas de tensión.

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Kashmir region 2004 (CIA)

El perímetro rojo es Cachemira (CIA)

Tras el «Brexit», el Reino Unido busca proyectarse de nuevo en su antigua esfera colonial. Busca nuevos mercados y nuevos países con quién establecer relaciones bilaterales. Esta acción diplomática tiene consecuencias: varios gestos hacia China, el envío de más formadores militares a Iraq, la creación de una línea de apoyo militar a las facciones kurdas iraquíes… y también la voluntad de prestar soporte técnico y formación a Pakistán. Compañías británicas y francesas trabajan en dirección al Pakistán por el Corredor Económico China-Pakistán (CPEC), ruta que incluye ferrocarriles, carreteras y oleoductos para comunicar el interior de China, la prefectura de Kashgar, y la costa pakistaní, en Gwadar. El CPEC atraviesa Pakistán, incluyendo la parte pakistaní de Cachemira y supondrá beneficios de decenas de miles de millones de dólares para Pakistán y China y se verán afectadas positivamente las regiones por las que discurre. El Reino Unido es uno de los principales inversores en este proyecto.

Por su parte, los Estados Unidos han marcado distancias y emiten señales diferentes. El presidente electo Donald Trump considera que Pakistán es un gran país para invertir, pero que está dirigido por «incompetentes». Además, el nuevo Consejero Nacional de Seguridad, el exgeneral Michael T. Flynn, considera que debe ser castigado por sus vínculos con la militancia islamista radical. Aun así, Trump se comprometió a visitar el país, hecho que ha irritado al gobierno indio.

La alianza militar entre Pakistán y China también puede provocar que los EE.UU. abandonen su postura imparcial para adoptar otra más favorable a la India. Un hecho que lo evidenciaría es el establecimiento de la empresa militar Lockheed-Martin: la India sería el fabricante único de los cazas F-16 Fighting Falcon. El presidente Obama, en su visita a la India en enero de 2015, firmó la Declaración de Delhi, por la que se establecen relaciones bilaterales de alto nivel institucional entre los gobiernos de los EE.UU. y la India. Además, contenía compromisos comerciales y estratégicos que han permitido en el comercio entre los dos países elevarse a 107.000 millones de dólares. Un compromiso que este año se ha convertido en un hecho cuando el Primer Ministro de la India visitó Washington D.C. para reunirse con el presidente Obama y conseguir el apoyo de los EE.UU. para que la India forme parte del Grupo de Suministradores Nucleares.

Tampoco puede olvidar el conflicto entre China y la India: algunas regiones indias ocupadas por China en 1962 y después recuperadas de nuevo son todavía territorio en disputa entre ambos países.

La visita del Dalai Lama y de la tercera máxima autoridad del budismo tibetano a una de estas regiones ha hecho crecer la tensión entre los dos países. Desde un punto de vista económico, las relaciones entre las dos potencias son muy débiles a causa de la competencia comercial. China, por ejemplo, intenta atraer empresas con sede en la India para reducirla económicamente. En la última década, 139 compañías indias de telecomunicaciones han invertido 12.000 millones de dólares en China pero, por otra parte, compañías de acero y telecomunicaciones chinas han sido acusadas de vender productos por debajo del coste, causando problemas a las compañías indias en su país.

 

En esta competencia, sin embargo, hay una excepción: el campo militar y la Defensa. En las reuniones bilaterales sobre Defensa y Seguridad, China muestra gran voluntad por establecer relaciones pragmáticas con la India y llega a importantes consensos en la gestión y control de fronteras, para que predomine la estabilidad. A pesar de las tensiones, estos encuentros no han dejado de existir.

 

Además, Beijing impulsa una campaña contra la corrupción y contra la falsificación de moneda con Pakistán y la India como aliados. Ambas lacras afectan a los tres países como consecuencia no deseada de sus intercambios comerciales. El retorno de China a la línea dura del pragmatismo maoísta la sitúa como rival de la India, pero sus relaciones son estables pese a subidas de tensión aisladas.

 

El ruido de tambores de guerra en Cachemira, por tanto, afecta a una multiplicidad de relaciones. Las relaciones entre los dos vecinos concentran muchos intereses internacionales, desde el Reino Unido y su Alto Comisionado para el Pakistán, hasta las relaciones entre China y EE.UU..

 

Las repetidas solicitudes del Pakistán a la comunidad internacional para que vigile que la India cumple las directrices de las Naciones Unidas van de la mano de la voluntad de aislarla, a pesar de su alianza con los EE.UU., y sitúan el conflicto por Cachemira más allá de sus fronteras e intereses.

La mejora de relaciones entre la India y Afganistán, la vinculación con el terrorismo, y el hecho que Irán es cerca, dibujan una región polarizada entre la causa militar y la causa política por Cachemira y configuran tres bloques:

– Un primer bloque China-Rusia-Irán y sus aliados africanos, latinoamericanos y asiáticos.

– Un segundo bloque en torno a los EE.UU., la Unión Europea y sus alianzas por todo el mundo.

– Y un tercer grupo de países con intereses en los dos bloques anteriores. Aquí entra la India, que tiene acuerdos con Rusia y mantiene rivalidades con China y Brasil, entre otros.

La relación entre Pakistán y la India puede cambiar de la noche a la mañana, a pesar de mantener desde 1947 sus respectivas independencias y la tensión para hacerse con el control total de Cachemira. Depende más de los políticos que de la voluntad de sus ciudadanos o de los militares. Por eso muchas veces se ha visto el conflicto o la voluntad de ir a la guerra de esos países como un intento de sus gobernantes de hacer crecer su popularidad interna, más que como intentos serios de recuperar territorio. Desde 1947 no ha habido cambios fronterizos en la región y en todas las guerras posteriores, incluyendo la de independencia de Bangladesh en 1971, las líneas fronterizas de Cachemira no se movieron, sino que incluso se consolidaron.

Todo apunta que las tensiones existirán y quizás aumentan, pero no acabarán en guerra. El coste económico, social y político de un conflicto bélico es demasiado alto para que los primeros ministros Modi de la India y Sharif del Pakistán puedan asumirlos. Así pues, la escalada entre los dos países podría ser una válvula de escape del incremento del nacionalismo interno, con el límite de la estabilidad en la región, que unos y otros necesitan si quieren prosperar.

EL NACIONAL.CAT

http://www.elnacional.cat/es/iglobal/conflicto-cachemira-india-pakistan_126723_102.html