Hacer capital Madrid

Es bien sabido que a finales del siglo XVI, bajo el reinado de Felipe II, la corte de Castilla se trasladó de Valladolid a Madrid. En aquella época las cortes solían ser itinerantes, por lo que nadie consideró que el traslado a Madrid fuera definitivo. Pero poca gente sabe que unos treinta años más tarde la corte castellana se volvió a trasladar a Valladolid. En efecto, en 1601 el valido de Felipe III, Francisco de Sandoval y Rojas, más conocido por el duque de Lerma, convenció al rey de Castilla de volver a trasladar su corte de Madrid a Valladolid. Un gesto que habría podido pasar desapercibido, por trivial, si no fuera que poco antes el duque de Lerma y su camarilla de nobles cortesanos se dedicaron a adquirir numerosas propiedades y fincas del casco urbano de Valladolid, los arrabales y los márgenes del Pisuerga: desde palacios y casas nobles, hasta tabernas, hostales y fincas de cultivo y de caza. Obviamente, las pudieron adquirir a un precio de saldo porque el traslado de la corte a Madrid, tres décadas antes, había hecho caer los precios de aquellos innumerables inmuebles que, hasta entonces, habían acogido la nobleza cortesana, las principales instituciones de la corona y la multitud de gente que se reunía en el entorno. Una vez reinstalada la corte en Valladolid, el duque de Lerma revendio todos los inmuebles revalorizados indecentemente a los mismos cortesanos a quienes unos años antes se los había adquirido por cuatro cuartos.

Pero se ve que el duque no tendría suficiente. Y reinvirtió parte de sus ganancias sustanciosas a comprar a precio de saldo todas las propiedades que el traslado de la corte había dejado en repentino desuso a un Madrid en decadencia. Y, como no podía ser de otro modo, pocos años después, el duque de Lerma persuadió al rey de volver a trasladar toda la corte a Madrid. En el asunto, también intervinieron las autoridades locales de Madrid, que hacía tiempo que conspiraban en secreto para recuperar la capitalidad del reino. De modo que se avino a recompensar económicamente el duque para que les hiciera la gestión y convenciera el rey de la conveniencia de volver a trasladar toda la Corte. El duque de Lerma mismo organizó el traslado y revendió sus nuevas propiedades, fincas rústicas y palacios a los antiguos propietarios a precios astronómicos, incluso al rey a quien con tanta astucia y lealtad aconsejaba. Así es como el primer duque de Lerma se convirtió en el hombre más rico de todo el imperio, con una fortuna estimada de más de cuarenta millones de ducados de la época.

Pronto, el interés de Estado y la desacomplejada corrupción del duque empezaron a correr de boca en boca. Sus hazañas financieras llenaban los debates de las plazas, las tertulias de las tabernas, las fiestas de los ‘tablaos’, los tratos de los mercados y los baños públicos, hasta que una noche de baile llegó a palacio y a oído del rey. A fin de evitar una dura condena más que probable, el duque de Lerma solicitó a la Iglesia el ordenarse cardenal, porque entonces el clero gozaba de plena inmunidad. Este fue el origen de una copla satírica que hacía: ‘… y para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España se vistió de colorado’. Como resultado de aquella experiencia especuladora, los nobles cortesanos y los altos funcionarios de la corona decidieron  no volver a trasladar nunca más la corte y centralizar en Madrid todas las instituciones del Estado. Y así fue como en 1606, fruto de la conspiración, la corrupción y la especulación urbanística, Madrid se convirtió en la capital del país de al lado, en un penoso augurio de todo lo que había de venir.

Han pasado los siglos y los cortesanos todavía recurren a los mismos ingenios para hacer capital a Madrid. A principio del otoño de 1981, medio año después del golpe de estado del 23-F, la joven democracia supo recompensar a la familia Franco por los cuarenta años de desinteresado servicio de su jefe. Se comenzó a construir la autovía A-5, que debía unir Madrid y Extremadura. El trazado penetra directamente en la finca que los Franco tienen en Valdefuentes, entre Móstoles y Navalcarnero. An sus alrededores se pudo levantar la exclusiva urbanización Parque Coímbra y un centro comercial con un Corte Inglés y una pista de esquí cubierta. En el cambio de siglo, fieles a su modelo de negocio, los Franco repitieron la proeza. Fomento proyectó las R-5 y AP-41 -actualmente fallidas- por la misma propiedad de los Franco por donde dos décadas antes habían hecho pasar la autovía A-5. De hecho, la AP-41 nace en la misma finca de los Franco. Normalmente la construcción de autopistas implica la expropiación de 75 metros de anchura. En el caso de las radiales de Madrid, se expropiaron 150 metros de anchura de punta a punta del itinerario. Y se pagaron a € 3,161 / m2 por decisión judicial, a pesar de que, inicialmente, Fomento las había pagado a 28 € / m2. Los Franco, los Serrano Suñer y unas pocas familias más, cuyas fincas están convenientemente situadas en los alrededores de las autopistas radiales, se repartieron 1.800 millones de euros en sobrecostes que asumió el Estado. Todo dentro de la legalidad más escrupulosa.

El caso es que la construcción de la I-5 y la AP-41 permitió a Franco obtener la recalificación de buena parte de los terrenos de su finca, incluidos en un parque natural, donde ahora se alzan tres mil nuevas viviendas de alto nivel en la urbanización Valdeluz, en Arroyomolinos. Sin embargo, a día de hoy sólo hay edificado un 40% del total de viviendas proyectadas.

Pero la historia no termina aquí. Actualmente, la comunidad de Madrid planea construir un circuito de fórmula 1 en unos terrenos situados en Navalcarnero, justo en el umbral de la finca de los Franco. Dentro de la finca de los Franco se proyectaba el construir un nuevo aeropuerto privado que tenía que dar servicio a los VIP asistentes al circuito, siguiendo el infructuoso modelo del aeropuerto de Ciudad Real. De momento, parece un proyecto congelado, en espera de mejores tiempos. Sin embargo, ya se han empezado a recalificar más de 13 millones de metros cuadrados de la finca de los Franco, lo que servirá para construir un campo de golf, una zona de ocio con hoteles (uno de ellos de siete estrellas), un distrito financiero y un gran centro comercial. En total, una vez reactivado el sector inmobiliario, se prevé que en la finca de los Franco acabarán viviendo más de 300.000 personas.

Cuando todavía no se habían construido las radiales -hoy en quiebra- de este nuevo proyecto vinculado al circuito de fórmula 1 y al aeropuerto del suroeste, se calculaba que el valor del patrimonio de los Franco era de más de 600 millones de euros. Antes de diez años habrán triplicado esa cantidad. Para hacer capital a Madrid sólo se necesitan buenos contactos y un buen plan de infraestructuras públicas, aunque no sean económicamente viables y tengan que acabar rescatando y ampliando las concesiones de las autopistas de Fomento en Cataluña con tramos amortizados cientos de veces.

VILAWEB