Fragmento de Heráclito

Una de las múltiples ambigüedades del famoso fragmento de Heráclito sobre la guerra, «La guerra es el padre y el rey de todas las cosas; a unos los muestra como dioses, a los otros, como hombres; a algunos les hace esclavos, a otros les hace libres», es la cuestión de por qué exactamente la guerra produce la diferencia entre los dioses y los humanos. Por un lado, la guerra se refiere al acto de producción de cosas opuestas y, por tanto, la distinción entre los dioses y los humanos es simplemente una de las numerosas oposiciones que estructuran el mundo (como noche y día, caliente y frío, cielo y tierra, etc.).

Pero, por otra parte, si entendemos la guerra en el sentido estricto de combate, entonces la distinción tiene dos posibles significados. Uno es que el combate permite mostrar la diferencia entre aquellos a quienes los pueden matar, que son los humanos, y aquellos a los que les pueden matar, que son los dioses. El otro es que el combate permite distinguir entre los que sobreviven (los humanos) y los que mueren (que viven en la eternidad). Tanto en un caso como en el otro, pues, ser humano significa ser un ser que sobrevive. Entonces, a partir de esta definición de la condición humana surge la organización del poder, que se basa en la oposición entre los seres libres y los esclavos, una oposición que también depende de la guerra entendida como combate. En este breve fragmento está condensada la explicación de dos esferas clave: la de la vida humana como supervivencia y la del poder como lucha en torno a la libertad y la subordinación.

Uno de los efectos cada vez más evidentes de nuestro mundo global es justamente la superposición de ambas esferas, la esfera digamos existencial-ontológica y la propiamente política. En una situación de guerra global permanente e inacabable contra el terrorismo, la pobreza, la droga o el cambio climático, las comunidades humanas ya no podemos llegar a ningún momento de paz y tranquilidad en que podamos instituir un orden estable con una división clara entre amos y esclavos. La guerra global se hace antes de guerras de supervivencia que no establecen un orden político determinado, sino que reorganizan constantemente el espacio social a partir de la diferencia entre los que sobreviven y los que no. Es como si en la globalización la libertad se fundiera con la supervivencia y la esclavitud directamente con la muerte, creando un cortocircuito entre las dos esferas diferenciadas por Heráclito.

En medio de esta situación global, no es extraño que muchos independentistas sintamos que nuestro conflicto con el Estado español es en última instancia una lucha por la supervivencia, un deseo colectivo no sólo de libertad sino de un estado que nos asegure a nivel básico que hasta la muerte llegaremos vivos.

EL PUNT-AVUI