Todorov, madurez europea

Si hace poco nos referíamos a Bauman como un europeo del siglo XX, podemos decir lo mismo de Tzvetan Todorov, el pensador búlgaro (nacionalizado francés) que nos ha instruido en la vindicación del individuo y de sus libertades y en el rechazo a cualquier régimen totalitario. El abanico temático de su obra es muy amplio y habla de una multiplicidad de intereses (la lingüística y la semiótica, la crítica literaria, el humanismo y la Ilustración, la conquista de América o la pintura flamenca) que confluyen con toda coherencia en el desenmascaramiento de las tiranías nazi y comunista que asolaron la Europa en la que él nació y se educó. La Bulgaria comunista de la niñez de Todorov quizás no era tan peligrosa como la Polonia que conoció Bauman, pero el pensamiento se encontraba igualmente secuestrado e intoxicado, y el veneno que flotaba entre la ciudadanía vacunó al joven hombre de letras contra toda concesión a las ideologías del odio.

No se trata ahora de buscar paralelismos fáciles con Bauman, sino que es lógico que ambos coincidan en el interés por la alteridad, por la figura del otro: «Este miedo contra los inmigrantes, contra los bárbaros, contra el otro, será uno de los primeros conflictos de la Europa del siglo XX «, advirtió en 2010, seis años antes de una crisis de los refugiados que desgraciadamente no podía constituir ninguna sorpresa para él. Si es cierto que la historia humana tiende a repetirse de forma cíclica, y a hacerlo en forma de abusos de poder, también lo es que estos abusos son combatidos y puestos en evidencia por los individuos o las colectividades que se atreven identificarlos y a enfrentarse a ellos, siempre en condiciones adversas. El autoritarismo se caracteriza, como sucede ahora mismo en España, por la apelación a la ley (que los mismos gobernantes han dictado a su conveniencia y a la de sus grupos de poder afines) como norma suprema e indiscutible, y son los insurgentes, los insumisos, como decía Todorov, que se atreven a desafiar esta ley al precio de ser tratados como delincuentes, los que acaban destapando estos mecanismos de poder absoluto, para que todo el mundo los pueda ver y pueda recobrar la conciencia de la propia libertad y la propia dignidad.

El conflicto entre la libertad y el poder a partir de la caracterización que había hecho Kafka; la lectura de la pintura de Goya en aportaciones que la emparentan con otro de los grandes hombres de letras europeos del siglo XX, Guido Ceronetti; la denuncia constante de los enemigos íntimos de la democracia (título de uno de sus libros importantes); el eclecticismo y la renuncia deliberada a toda ortodoxia de pensamiento (postestructuralista o de cualquier corriente), y una elegancia y claridad en el discurso que convierten la mayoría de sus textos en una experiencia de lectura fértil y cordial hacen de Tzvetan Todorov uno de los pensadores necesarios de nuestros días, que nos proporciona herramientas y puntos de luz para la construcción de nuestra madurez, lejana aún, como europeos.

ARA