1968, arqueología del presente

1. PARADOJA.

El 18 de mayo de 1968, por la tarde, Raimon dio un recital en la Facultad de Económicas de la Universidad Complutense de Madrid. Como era previsible, la policía hizo acto de presencia masiva y cargó a la salida. Raimon compuso una canción, ’18 de maig a la Villa’ (’18 de mayo en la Villa’), donde «durante unas horas nos sentimos libres». Es uno de los pocos momentos destacados de la iconografía española del 68.

La peculiar capacidad francesa de generar y difundir etiquetas políticas y culturales hará que el ritual del aniversario (50 años) se concentre probablemente en el mes de mayo. Pero el Mayo Francés, -por mucho que sea marca universal- es un momento entre muchos de un año especialmente turbulento. Y por eso me parece bien abrir el debate sobre aquella época sin esperar la hora francesa, como hace estos días el Ateneo Universitario Sant Paciá.

Desde 1848 no se había dado una explosión de revueltas tan universal. Además de París, Berkeley, Gdansk, Varsovia, Berlín, Frankfurt, Milán, Praga, México, Tokio y un largo etcétera fueron escenarios de la expresión de un malestar muy generalizado, anticipación de una mutación ideológica, política y cultural profunda. En cada lugar, obviamente, respondía a circunstancias particulares y tomaba formas y resoluciones diferentes. Por poner dos ejemplos, en Praga la revuelta acabó con invasión del ejército soviético; en México, con la matanza de la plaza de las Tres Culturas, en vísperas de los Juegos Olímpicos. Probablemente este año marca el final del mito de la revolución leninista.

Además de su universalidad, las características principales de las movidas del 68 son tres.

1) En sus grandes diferencias tienen algo en común: la contestación a los modelos culturales e ideológicos vigentes en los dos lados de la Guerra Fría. Una de sus características fue el carácter antisoviético, no sólo en los países del Este sino también en Occidente. El poeta José Bergamín paseaba por el Barrio Latino en pleno mayo, vio la puerta del ministerio de Cultura abierta, entró, llegó sin oposición al despacho del ministro, su amigo André Malraux. Y éste le dijo: «Felizmente tenemos al Partido Comunista».

2) En los dos lados se abrieron brechas irreversibles en los mecanismos de control social y dominación ideológica. Y se produjo una aceleración en la liberalización de las costumbres, del comportamiento sexual, de las cuestiones de género. Inicialmente los efectos fueron más importantes en el terreno cultural y moral que en el político. La restauración del orden fue inmediata en todas partes. Los efectos políticos llegaron más tarde. Y culminaron con el derrumbamiento de los sistemas de tipo soviético.

3) La gran paradoja del 68 es que pretende construir un discurso revolucionario alternativo, con confusa mezcla de consignas libertarias, fabulaciones trotskistas, materiales de los desechos del leninismo y delirios maoístas, al romper las hegemonías mentales y morales de la posguerra, terminó abriendo la vía a la llamada transición liberal y, con ella, a la hegemonía neoliberal, a partir de los años 80, que nos ha llevado a las dos décadas nihilistas (todo era posible) y a la crisis de 2008. Los caminos abiertos los aprovecharon otros, y más de un revolucionario se les incorporó rápidamente.

2. RETRASO.

La prioridad de la lucha antifranquista hizo que los aires del 68 entraran lentamente en Cataluña y en España. Desde el punto de vista de la política orgánica, y vehiculados por gente que había estado en París, se formaron organizaciones de diferentes características que desde la extrema izquierda pretendían cuestionar la hegemonía de los revisionistas (PSUC-PC). Algunos se perdieron en uno de los epifenómenos del 68: la violencia de los años 70. Otros, como Bandera Roja, acabaron en la casa grande del PSUC.

Al mismo tiempo, tanto desde los campus americanos como desde la vecina Francia, llegó la nueva cultura en materia de costumbres y de relaciones personales (con una gama de manifestaciones diversas: moda hippie, activismo feminista, liberación sexual, Gauche Divine). Y los ‘Hechos de Praga’ tuvieron un efecto importante: algunos partidos comunistas, como el español, que habían guardado silencio cuando la ocupación de Hungría, en el 56, marcaron distancias y así nació el eurocomunismo, que sería su etapa final. El 68 es parte esencial de la arqueología del presente.

ARA