Montenegro: Lecciones de independentismo


Sólo hace tres años escasos que los montenegrinos votaron en favor de la independencia de su país respecto del Estado de Serbia y Montenegro, el último reducto que quedaba del antiguo estado de Yugoslavia, tras el conflicto de los 90 en los Balcanes. En este tiempo, las consecuencias de la independencia montenegrina han sido y continúan siendo impactantes: el PIB de Montenegro ha crecido un 84%, el paro ha caído 22 puntos porcentuales (del 32% al 10%) y el sueldo medio ha pasado de 232 euros a 465 euros, o lo que es lo mismo, se ha doblado. Las mejoras en la vida de los ciudadanos de Montenegro han sido tan espectaculares que incluso la minoría de origen serbio, que en el referéndum de la primavera de 2006 votó en contra de la independencia, ahora votaría a favor. Entonces la independencia obtuvo el apoyo del 55.5% de los montenegrinos; ahora, una vez constatados los beneficios de la independencia, la cifra sería mucho más alta.

Lo confirmaba el jefe de la oposición y líder del Partido Socialista del Pueblo de Montenegro, el proserbio Srdan Milic, que entonces hizo campaña por el «no» a la independencia respecto a Serbia: «es dificilísimo estar en contra de la independencia si se tiene en cuenta lo que hemos ganado teniendo un Estado propio». Por esto ha prometido que si en las próximas elecciones legislativas su partido logra la presidencia de Montenegro y él llega a ser el primer ministro del país, no abolirá la independencia ni legislarà para volver a unirse a la actual República de Serbia. Unos 200.000 de los habitantes de Montenegro son o se consideran serbios, aproximadamente el 30% del total de 700.000 habitantes, la mayoría de los cuales votó a su día contra la secesión, pero que ahora cambiaría sin dudarlo el sentido de su voto.

Esto desmonta uno de los mitos del unionismo, la teórica controversia que se viviría en el país después de un triunfo independentista en un referéndum de autodeterminación, con sucesivos referéndums en poco tiempo para determinar si la opción independentista «todavía» es la mayoritaria. Como constata el caso montenegríno, a quien ha probado el gusto de la libertad y los beneficios de la no-dependencia, ya no le valen otras opciones. El sentimiento unionista respecto al antiguo Estado decrece exponencialmente después del referéndum, mientras los partidarios de la independencia se disparan para no bajar, tras observar los enormes beneficios para el país a todos los niveles.

La mejora de la situación económica de Montenegro también ha comportado que haya dejado de depender de las inversiones procedentes de Serbia y Rusia. Las inversiones foráneas se han multiplicado, especialmente las de Alemania y Austria, pero también las procedentes de Hungría, del Reino Unido o de Irlanda. Montenegro busca ahora la adhesión a la Unión Europea, algo que según Miodrag Vukovic, presidente de la comisión de Exteriores del Parlamento montenegríno, ya habrían logrado si la independencia de Serbia se hubiera producido hacia el año 2000 en lugar de seis años después.

En su contra juegan todavía la corrupción y el crimen organizado, rèmoras de épocas anteriores. A pesar de haberse reducido desde el logro de la plena soberanía, todavía representan un lastre importante. El presidente montenegríno, Milo Djukanovic, lleva 20 años en el cargo, desde que al 1990 ganó las elecciones cuando Montenegro todavía era una república dentro de la antigua Yugoslavia. De hecho su familia es la propietaria del principal banco del país, el Prva Banka, donde el gobierno ha invertido grandes cantidades de dinero para evitar la quiebra, a raíz de la crisis económica mundial.

Vukovic, desde su silla parlamentaria, lo admite, y lo atribuye a los reducidos sueldos que todavía se cobran en Montenegro. Él mismo cobra sólo 850 euros como diputado, y un policía cobra poco más de 300 euros mensuales. Mientras tanto un alquiler bordea los 400 euros. La situación ha mejorado muchísimo (sueldos duplicados en tres años), pero todavía resta lejos de ser la óptima con respecto a los sueldos, puesto que el país vendía de una situación de dependencia total de los subsidios y de las inversiones rusas y serbias. A pesar de esto, el crecimiento vertiginoso de la economía montenegrina desde la independencia hace prever a los empresarios -montenegrins y foranis- que en poco menos de una década la prosperidad económica será un punto común de la mayoría de los montenegrins.

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