Yashar Kemal

 


Este viernes, 25 de septiembre de 2009, se tributó en Venecia un homenaje al escritor kurdo Yashar Kemal, del que la editorial Txalaparte publicó una obra suya en euskera: “Zanpa ezak sugea”, y en el que participó también como ponente el escritor vasco Fito Rodríguez, llevando consigo la admiración y respeto de nuestra tierra a este excelente escritor y gran persona.

Tan sólo existen unas pocas obras literarias kurdas traducidas al euskera y castellano, las más de las veces de Yashar Kemal, como El halcón, autor propuesto en varias ocasiones para el Nobel. Txalaparta en los años ochenta publicó un bonito libro de Suzan Samanci: Héllin olía a resina, en cuyo texto se observa con nitidez a una escritora embridada. Ése es el drama, que atenaza a los kurdos: hoy día es tarea casi imposible escribir libremente desde el Kurdistán. No siempre fue así. En el imperio otomano hubo cabida para las distintas lenguas y culturas, al igual que en Anatolia.

Decir que la cuna de la cultura no es ni Berlín, ni París, Washington, Londres o Paris es tan sólo constatar un hecho. Kurdistán existe como patria de los kurdos desde hace 4000 años. Las regiones que se extienden en los entornos del monte Ararat y en la franja entre el Eúfrates y el Tigres fueron cuna y centros de ciencia y cultura de la humanidad y, sin embargo, a muchos de nosotros hoy día nos cuesta trabajo ubicar y situar al Kurdistán en el mapamundi. Apenas si poseemos atlas de este país, tan sólo algún libro de última hora. El capítulo 5 de la excelente obra “Ser kurdo ¿es un delito? de Jacqueline Sammali está dedicado a la literatura kurda oral y escrita, y el conocidísimo sociólogo turco, modelo de intelectual comprometido, Ismail Besicksi en su importante obra “Kurdistán, una colonia internacional”, editada por Iepala, reflexiona en profundidad sobre los intelectuales en un país colonizado y de un país colonizador.

El primer libro sobre los kurdos publicado en castellano lo escribió el periodista Manuel Martorell y lleva por título “Los kurdos: historia de una resistencia”; también la editorial Hiru publicó un libro de entrevistas sobre “Mujeres en Kurdistán”.

Desde hace más de 90 años a los kurdos se les prohíbe leer y escribir en su lengua. Hoy rondan los 20.000 presos políticos kurdos en las cárceles de exterminio turcas y son cientos los autores que sufren la censura en mazmorras turcas; los huidos y errantes en otros países son legión. A muchos escritores kurdos y turcos hay que leerles entre líneas; decir lo que piensan puede significar en el mejor de los casos cárcel y destierro, en ocasiones la muerte. Por eso hay que gritar al viento y a la conciencia de las gentes que se está aniquilando a un pueblo con el apoyo, entre otros, de Europa. Se mata a sus escritores, poetas y periodistas, se mata a sus gentes, se bombardean y dinamitan periódicos y revistas, se  enmudece la televisión kurda con la ayuda y visto bueno de nuestros gobernantes.

Bastó que Ismail Besiksi afirmara y defendiera en su tesis doctoral la existencia del pueblo kurdo para que fuera condenado a años de cárcel y se tratara de taparle la boca. Para el gobierno turco actual ser kurdo es un delito, un grave delito. En el Kurdistán vive un pueblo prohibido, el kurdo, que tras la firma del tratado de Paz de Sèvres, el 10 de agosto de 1920, vio brotar la esperanza en sus ojos. En el artículo 64 se preveía un Kurdistán independiente, pero en el tratado de Lausana de 1922 los gobiernos coloniales se repartieron su territorio y su riqueza.

Hoy Kurdistán es un pueblo despedazado, repartido entre cuatro estados en el Oriente Próximo. Su riqueza, el petróleo y el agua, se ha convertido en objeto de rapiña de los grandes saqueadores del mundo. Con el advenimiento de la República turca con Mustafa Kemal, de Atatürk, comenzó el calvario de los kurdos. Lo dijo Mustafa Kemal en 1922, al día siguiente de la victoria: El Estado, que se acaba de fundar, es un Estado turco. Turco es quien acepta la turquidad. Ser kurdo está prohibido.

El delator forma parte del sistema escolar en las escuelas kurdas. Dice Osman Turan: “Los alumnos kurdos aprenden a ser delatores. Para ser un buen turco hay que hablar turco, mi compañero debe denunciarme porque he hablado kurdo. Se crea la figura del polizón”.

Los kurdos, que aman su propio idioma materno, su patria y su identidad kurda, son tachados de “bandidos”, “asaltantes”, “traidores”, son tildados de “gentuza”. Uno de los acontecimientos más importantes, que motivó el desarrollo de la conciencia nacional kurda fueron los procesos judiciales del Este, iniciados por el régimen turco el 12 de marzo de 1971 en Diyabarkir. Por primera vez los kurdos defendieron su identidad de modo sistemático, resuelto y sin complejos ante los tribunales, ante el pueblo kurdo y ante el turco: gritaron al mundo que eran kurdos. Y este acto de valentía y conciencia tuvo gran efecto en la sociedad kurda. Surgieron iniciativas de pueblo, organismos culturales, círculos de estudiantes kurdos, que terminarían siendo disueltos.

En 1978 se fundó el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), se dieron encarcelamientos masivos, redadas en pueblos y ciudades. Y ante la postura pusilánime de los gobiernos europeos surgió  y se acrecentó entre los kurdos la conciencia nacional y el rechazo del colonialismo. En la prisión de Diyabarkir más de cuarenta revolucionarios kurdos fueron asesinados mediante tortura entre 1981 y 1984 porque estaban decididos a no renunciar a su identidad, querían ser kurdos y no turcos. Pagaron con su vida el precio de su mensaje a la opinión pública. Fue un grito valiente de pueblo contra la esclavitud a la que se veían sometidos. Fue el inicio de un movimiento de reivindicación, de dignidad y cultura. En palabras de Frantz Fanon: “Fue el primer disparo”.

Un escritor, que hoy día vive en Turquía, no tendrá problemas si escribe en francés, inglés o alemán pero será encarcelado por escribir en kurdo. Musa Anter, “tío Musa”, el poeta y escritor contemporáneo más venerado del Kurdistán turco, fue asesinado en 1992 en Diyarbakir por los servicios secretos turcos. Jacqueline Sammali cita un trozo de la carta que un niño kurdo escribió al enterarse de la muerte de Musa Anter:

“… Tío Musa, te han matado porque no quisiste aceptar ser esclavo. Cuando te convertiste en mártir lloré mucho y no olvidaré jamás el día en que ellos te hicieron mártir… A esa gente que te asesinó todavía no la han encontrado. Pero los niños kurdos les encontrarán y te vengarán algún día. He prometido que visitaré tu tumba, recogeré un poco de tu tierra, pondré flores verdes, amarillas y rojas y gritaré “viva Apo”.

Como dice Jacqueline, la carta de este niño ilustra el cambio de mentalidad de los kurdos: la lengua perdida y encontrada, la toma de conciencia de su identidad cultural. Pero “el viva la muerte”, lanzado por el Estado Mayor  de los militares turcos sigue haciendo peligroso hoy día el oficio de escritor kurdo. No en balde Adnan Hassanpour y Hiwa Butimar, escritores kurdos encarcelados y condenados a muerte, fueron en el 2008 galardonados con la pluma del Club PEN vasco, reconociendo de ese modo su trabajo a favor de la libertad de expresión. Hoy mando un eskerrik asko agradecido al gran Yasher Kemal.

Publicado por Nabarralde-k argitaratua