Serrescachen derria?

Y luego todos a una a voz en grito: «¡ascatasuna!». Y tirábamos los jerseys para encalarlos en los banderines de la plaza del pueblo…¡Qué tiempos! Luego ya aprendimos que en realidad lo que decía la canción era «Zer eskatzen du herriak?» (¿Qué pide el pueblo?) y que la respuesta es «Askatasuna!», con k, (¡Libertad!), pero a principio de los 80 los críos que no sabíamos euskera y lo mismo cantábamos esto que las canciones de Heidi o la Gallina Turuleta, hacíamos lo que podíamos. Luego ya fuimos ampliando un poco la culturilla general y con la llegada al euskaltegi descubrimos a Mikel Laboa, Benito Lertxundi, Oskorri… y una pequeñísima parte de ese tesoro inmenso que son las canciones en euskera. Es curioso ver el gran poder de atracción que tienen composiciones como Oi, Pello, PelloGaraziko herriaAldapeko… Urepeleko artzaina… en muchísima gente, aunque no sepan euskera. Son como un cordón umbilical afectivo que les une con la que fue la lengua de su familia, de su pueblo, y que sienten que debía haber sido también la suya.

Estos pensamientos me vinieron ayer a la cabeza mientras preparaba una entrevista con un señor llamado Txema Hidalgo, autor de una recopilación de 1.500 canciones populares navarras en euskera. Impresionante. La mayoría son piezas recopiladas por los primeros grandes folkloristas como Azkue y el Aita Donostia a principios del siglo XX, pero también hay alguna que otra inédita recogida de viva voz, por ejemplo, a Angel Aintziburu de Luzaide, una auténtica enciclopedia viviente. Canciones de amor, épicas, satíricas, infantiles, cancioncillas que se cantaban mientras se deshojaban las mazorcas de maíz, se machacaba la manzana o los hombres volvían de una batalla.

Txema y algunos otros y otras de los que cantan con él en la Estafeta el primer sábado de cada mes en Iruñea Kantuz, no manejan el subjuntivo ni el nor-nori-nor, pero ese cariño atávico que sienten por el euskera lo contagian desde la primera nota.

Reyes Ilintxeta
Noticias de Navarra