Sorprendente revelación

Estos días han salido a relucir diversos datos sobre el inspector jefe de Policía Jesús Alfredo Gutiérrez Argüelles, involucrado en su día en la guerra sucia de los GAL y en otros sucios asuntos. Así, se ha sabido que, pese a su escabroso pasado, dirige en la actualidad el servicio 091 de la Policía barcelonesa y parece que hay gente que se extraña de ello. ¡Como si se tratara del único caso similar!

Es de sobra conocido que dicho inspector de Policía fue detenido junto con tres GEO por la Policía francesa, en octubre de 1983, cuando estaban intentando secuestrar en Hendaia a Joxe Mari Larretxea. Ese episodio era harto conocido, pero lo que no se ha sabido hasta ahora, durante más de 30 años, es que el inspector Argüelles ya había sido detenido días antes por la misma Policía. Lo detuvieron, armado, en un intento anterior de secuestro del mismo Larretxea.

Eso es lo que ha revelado, sorprendentemente, el exsubcomisario José Amedo, que fue uno de los principales protagonistas del terrorismo de Estado practicado usando las siglas GAL, en su libro «Cal viva». En la página 70, dice que se disponían a secuestrar a Larretxea en Hendaia, distribuidos en dos grupos. Argüelles se encontraba en un callejón con dos de sus hombres y se vieron sorprendidos por la Policía francesa, que los detuvo. Amedo se apercibió de que sus colegas habían sido detenidos y precisa en «Cal viva» que:

«Todos íbamos armados. Además, Argüelles portaba un fuerte analgésico que yo le había facilitado para dormir al etarra. Pensé que lo mejor que podía hacer era comunicárselo desde Irún a Sancristóbal, para que este hablase con el ministro Barrionuevo y lo arreglaran a nivel político, como así ocurrió. Dos horas después la Policía francesa ponía en la línea fronteriza a Argüelles y a sus dos acompañantes».

He aquí lo que, según Amedo, sucedió entonces: «Una vez en Bilbao, a altas horas de la noche, subimos al despacho que Francisco Álvarez tenía en la antesala de su vivienda en la propia Jefatura Superior de Policía, donde se encontraban Sancristóbal, Plancha y, esta vez, Damborenea, hombre fundamental en las decisiones de la trama que se estaba montando. Sancristóbal llamó a Vera para decirle que ya habíamos regresado y que se iba a cambiar la estrategia para capturar a Larretxea.

Vera le contestó que los franceses estaban muy cabreados y que Barrionuevo había tenido una fuerte discusión con su homólogo francés, en la que había estado a punto de intervenir el propio Felipe González para mediar con François Mitterrand».

Más adelante, Amedo relata en su libro que «Como ya no se podía regresar a Hendaya con armas, se tomó la decisión de reclamar la presencia en Bilbao de tres miembros de los GEO expertos en operaciones especiales para que acompañasen a Argüelles». Y fue pocos días después, el 18 de octubre de 1983, cuando volvieron a detener al inspector Argüelles en Hendaia, junto con los tres GEO. El escándalo fue mayúsculo y hubiese sido mucho mayor de haberse sabido lo sucedido días antes.

Las autoridades francesas ocultaron por completo que Argüelles y otros dos policías españoles ya habían sido detenidos días antes, armados, y puestos casi de inmediato en libertad. Otro tanto hicieron en múltiples ocasiones, para cubrir los errores cometidos por los españoles. He ahí una prueba más de la complicidad de dichas autoridades en la guerra sucia.

Tras caer con las manos en la masa, a punto de secuestrar a Larretxea, el inspector Argüelles y los tres GEO fueron en principio encarcelados, pero bien pronto liberados por la Justicia francesa, que nunca supo que Argüelles había sido detenido en Hendaia no una, sino dos veces. Aunque los cuatro agentes se comprometieron a comparecer en el juicio a que serían sometidos en Francia, jamás cumplieron su promesa. No la cumplieron, a pesar de que el entonces Ministro del Interior español, José Barrionuevo, afirmó rotundamente que «Nosotros hacemos honor a nuestros compromisos».

Una veintena de años después, en 2002, las autoridades españolas devolvieron el favor a las francesas tras ser detenidos por azar en el Estado español dos agentes secretos franceses, cuando estaban preparando un asesinato con una sofisticada arma de guerra. Sucedió lo mismo que con Argüelles y los GEO. Según uno de los magistrados que dictaron la puesta en libertad de ambos agentes, todo «vino atado desde el Ministerio del Interior y desde la Fiscalía General del Estado. No pudimos hacer nada para evitar su puesta en libertad».

De no haberse frustrado el secuestro de Larretxea, poca duda cabe de que habría terminado de modo bien similar al de los refugiados Lasa y Zabala, a quienes secuestraron en Baiona dos días antes de que intentaran hacer otro tanto con Larretxea. Lo habrían torturado, hasta arrancarle todo cuanto supiera o tan siquiera imaginara, y después enterrado en cal viva, como a Lasa y Zabala. Seguro.

Amedo lo sabe de sobra, y también sabe que Segundo Marey habría tenido idéntico final de haber sido el responsable de finanzas de ETA que daban por seguro que era cuando lo secuestraron. Es bien fácil de probarlo, pero ningún juez de la Audiencia Nacional se ha mostrado nunca interesado en indagar al respecto.

En su día, tras pasar unos años en prisión, Amedo decidió tirar de la manta. Entregó al juez valiosas pruebas sobre la implicación de altos responsables políticos del PSOE (Barrionuevo, Vera, Sancristóbal, Damborenea…) y estos fueron a su vez encarcelados. Eso sí, por bien poco tiempo, porque todos ellos fueron indultados casi de inmediato por el Gobierno.

Ahora bien, lo que Amedo le contó entonces al juez fue tan sólo una pequeña parte de lo que sabía, y otro tanto se puede decir de lo que ha ido soltando después. Siempre se ha guardado muy mucho de revelar el resto… salvo cuando su desmedido ego le ha hecho meter la pata y contar lo que no debía. Debe de ser la razón por la que ningún juez ha mostrado nunca interés alguno en hacerle ciertas preguntas. Por miedo a que, en uno de sus prontos, diga la verdad.

Xabier Makazaga