Las pequeñas editoriales, refugio de escritores honrados

1.- Miguel Sánchez-Ostiz

Luego de leer “El escarmiento” del escritor Miguel Sánchez-Ostiz he saboreado su nuevo libro: “La sombra del escarmiento (1936-2014)”, una especie de soliloquio particular, sangrante, revelador, coro de sentimientos presentes de una ausencia turbia, ennieblada. Un grito en la noche, un respiro, un uf tras una vuelta con papel y lápiz por las fosas entre matorrales de hace 75 años con zapatos embarrados, entre huesos recién recuperados, tras asistir al “cementerio de las botellas” de Ezkaba o escuchar el latido emocionado del nieto ante el  abuelo fusilado y ¡por fin! descubierto, vieja ausencia presente en el hogar, interrogante de sangre y muerte clavada como saeta agónica en la familia por otro vecino del pueblo o por matones comarcales sedientos de venganza e ignorancia, campuzos de siega, rodillas de religión y poder.

Un libro con muchas preguntas al hoy desde el ayer: a la religión, al gobierno, a los escritores de comedias mendaces y hermoseadas, al silencio, a la cobardía, al miedo, a los políticos, a los ayuntamientos… Un repaso de crónicas, de libros escritos, de colaboradores de muerte, pero también de gente honesta, valiente y noble como Galo Vierge y su libro “Los culpables”, Ayerra y su libro “No me avergoncé del Evangelio” o el extenso trabajo llevado a cabo por José Mari Jimeno Jurío, por citar tan sólo a algunos. Y también un repaso a su vida: “Un escritor ni puede dejarse arrebatar esa libertad y escribir al dictado de quien sea para contentar a la familia, a la parroquia, al partido o a la cuadrilla… Me pasaba como a mi personaje Arana, que los asuntos relacionados con la guerra me interesaban, pero me resistía a escribir de ellos de manera frontal no fueran a salpicarme, porque cuanto más de cerca lo hagas, más te salpican… Los horrores del pasado me sirven para tomar partido en el presente, que es el que me concierne”.

Sin duda que “El escarmiento” y su reflexión sobre el mismo, reflejada en el libro “La sombra del escarmiento (1936-2014)”, además de un ejercicio literario importante, ha supuesto para el escritor y ciudadano navarro Miguel Sánchez-Ostiz un fuerte impacto personal, un replanteamiento como escritor en nuestros días a la luz de los acontecimientos del presente y del pasado: “En España la impunidad es una forma de gobernar, de someter y de amparar los abusos gubernamentales del pasado y del presente, y los crímenes de Estado. Es por lo visto un estilo imperecedero”. Y “El escarmiento” es tan sólo la primera parte de, como al final del mismo se dice, una segunda parte, titulada “El Botín”, y que a decir del editor de Pamiela, Txema Ardanaz, aparecerá en la primavera del 2015.

Confiesa Miguel Sánchez-Ostiz: “En 1986, cuando me ocupaba de las páginas literarias del periódico falangista, Arriba España, entendía la creación literaria de una manera bien distinta a como la entiendo hoy. Pero eso es muy fácil decirlo ahora y considerar aquel tiempo como perdido y aquellos trabajos como vanos. No sirve de nada, me sirve a mí para explicarme mi propio interés por el Escarmiento, sus protagonistas, sus víctimas, y porque entiendo la escritura como una puesta en claro personal y una forma de rebelión contra todo lo que suponga coacciones a la libertad de conciencia.

Hoy creo que un escritor no puede dejar de lado aquello que siente necesidad de escribir por temor a indisponerse con sus convecinos o conciudadanos, a perder el favor de los poderosos o el de quienes no tienen poder, pero están armados de poderosos prejuicios que les empujan a encontrar culpables donde no los hay y sobre todo a no tratar a las personas como lo que son por sí mismas y sus obras sino por su origen familiar, étnico o geográfico”.

2.- Gregorio Morán

Narra Cristian Jara que “en una inusual presentación denominada “derecho al pataleo”, el periodista y escritor Gregorio Morán expone los motivos por los cuales su libro El Cura y los mandarines, historia no oficial del bosque de los letrados ha sido censurado por editorial Planeta pocos días antes de su publicación. Luego de haber estado a punto de publicar en editorial Planeta El cura y los mandarines, “el libro más duro que he escrito” cuando ya tenía “las segundas galeradas, la carátula, los elogios desbordantes al autor”, un libro al que “solamente faltaba darle al botón para empezar a imprimir”, Gregorio Morán (Oviedo, 1947) recibió la noticia de que dicho manuscrito no se podía publicar por “11 malditas páginas” en las que critica a la RAE y donde además ironiza sobre algunos “autores de la casa”.

Y Félix Población aclara la cuestión contándonos cómo “hace muchos años, con ocasión del lanzamiento y promoción de un periodiquillo de opinión ciudadana en Salamanca, quise contar con el apoyo de algunos iconos de la cultura patria. Ni el escritor Torrente Ballester, vecino de esa ciudad a quien tuve oportunidad de tratar en diversas ocasiones, ni el académico y entonces catedrático de aquella universidad Víctor García de la Concha, me prestaron la más mínima atención. Alguien me dijo entonces que mi publicación era en extremo progresista y que a esos dos señores les pesaba su pasado azul. Consideré demasiado rigurosa esa opinión y me limité a lamentar su indiferencia.

Celebro que mi estimado y admirado Gregorio Morán haya tenido oportunidad de publicar su libro El cura y los mandarines. Historia no oficial del bosque de los letrados en la editorial Akal, luego de que Planeta lo apremiara a censurarlo si pretendía editarlo bajo su sello. No son once las páginas malditas, a juicio del editor Lara, que deberían haber sido eliminadas de la obra, sino tan solo un par, las que corresponden al excura García de la Concha, exdirector de la Real Academia de la Lengua (RAE) y actual presidente del Instituto Cervantes.

No ha sido nada comedido Morán, en la reciente rueda de prensa en la que habló de su libro, a la hora de glosar la figura de su paisano (natural de Villaviciosa), pues aparte de referirse a sus tiempos de magistral en la catedral de Oviedo y a su especialidad en la confesión de mujeres (como el canónigo Fermín de Pas de La Regenta clariniana), el escritor ovetense incidió en el pasado falangista del académico y en su talante reaccionario, hasta el punto de considerar al Espíritu Santo coautor de las obras de Santa Teresa. No satisfecho con esa recordación, Gregorio Morán considera a don Víctor un trepa de toda la vida, que logró sus ascensos en el escalafón desde que, como profesor en Salamanca, cultivó el pupilaje de Lázaro Carreter, académico y director de la RAE, además de guionista de esa peli de arte y ensayo titulada La ciudad no es para mí, con Paco Martínez Soria.

Las páginas a censurar versan precisamente sobre la Academia de la Lengua, una institución en la que prima el trato de favor -según Morán-, relacionada con la editorial Planeta gracias a la publicación del diccionario del español, uno de los mayores negocios editoriales de los dos mundos, del que García de la Concha es colaborador eficacísimo, según expresión literal del propio José Manuel Lara. El autor de “El cura y los mandarines”, donde se hace una crítica de la cultura y la política en España desde principios de los años sesenta hasta 1996, dedica también hasta dos capítulos a Juan Luis Cebrián y al diario El País, periódico al que considera un “falso intelectual colectivo” y con cuya colección de ejemplares vivió una muy interesante aventura lectora.

3.- Hubertus Mynarek

Hubertus Mynarek escribió un libro tituladoEl papa polaco. Balance de un pontificado”, 8 capítulos y  192 páginas y fue publicado en el 2005. Y cuenta en el prólogo: “Mi libro originariamente debía aparecer el la editorial  Fischer de bolsillo. Y aquí yo quiero aclarar debido a qué curiosas circunstancias no se editó. Ya en la primavera de 1996 esta editorial, una de las mayores productoras de libros de bolsillo en Alemania, me rogó que escribiera un libro sobre Juan Pablo II, debía ser un balance detallado de su pontificado. Pero se me advirtió repetidas veces que mi libro aparecería a la muerte del papa Wojtyla. Ya en 1996 se preveía la muerte cercana de un papa cada vez más achacoso.

El 7 de marzo de 1996 firmé yo el contrato con Fischer. Ya previamente, el 26 de febrero del mismo año, lo habían firmado los responsables de la editorial, Martín Bauer y el Dr. Hubertus Schenkel. Algunos meses después entregué el manuscrito a la editorial con el título El papa polaco. Balance de un pontificado. Y no sólo fue aceptado por la editorial sino que también fue elogiado por su contenido y estilo. La editorial hizo unas primeras galeradas.

Pero el papa, aunque cada año se esperaba que muriera, tardó en morir. Y no sólo no murió sino que debido a sus diversas actuaciones hizo que se siguiera hablando de él en todo el mundo. Así que  envié a la editorial Fischer una serie de añadidos y actualizaciones al texto de mi manuscrito. También éstas las aceptaron totalmente y me felicitaron, y  las imprimieron en unas nuevas galeradas de mi manuscrito.

Las últimas actualizaciones de mi texto del papa me pidió la editorial dos días antes de la muerte real de Juan Pablo II. Algo que conseguí trabajando duro, día y noche, en este corto espacio de tiempo. El Dr. Peter Sillem, “de la dirección de programas de libros de documentación” de la editorial Fischer-libros de bolsillo,  se mostró muy contento al examinar estas últimas actualizaciones. E hizo que se imprimieran en la definitiva galerada. De nuevo me llamó y, sonriente y feliz, me anunció por fin “la próxima semana aparece su libro. Usted recibirá también de inmediato los primeros ejemplares de prueba”.

“La próxima semana” debería haber sido la semana del 10 al 17 de abril. Pero en su lugar recibí, como si dijéramos del cielo despejado y con gran sorpresa mía, un escrito de fecha 6 de abril de 2005, suscrito por Peter Lohmann (“Gerente de programación”) y Peter Sillem, en el que se me comunica que “no se han dado  los requisitos ineludibles de planificación para la publicación diligente de un libro”. Se referían a mi libro.

A la editorial no se le podía ocurrir una excusa más absurda para una ruptura grosera del contrato, puesto que tuvo todos los años, desde 1996, en sus manos para una planificación perfecta, incluida la de la condición de que aparecería sólo a la muerte del papa. Incluso lo había anunciado ya en internet como tomo de bolsillo 13502, y el libro estaba perfectamente a excepción de las tapas.

Claro está, la editorial Fischer de bolsillo sabía que había roto el contrato y que ante un tribunal le resultaría difícil justificar. Así que dejaba una puerta abierta. No desistía directamente del contrato, pero en el escrito comentado me abría la posibilidad de  editarlo “a partir de noviembre de 2006” como libro de bolsillo de Fischer, dejando ver claramente que mi libro del papa, tras medio año, habría perdido toda actualidad. Así que añadió en su escrito dulce y amigablemente: “Por razones de actualidad sería bueno que ofreciera el libro a otras editoriales interesadas. En este caso nosotros estaríamos dispuestos a devolverle sus derechos sin costes añadidos”.  Es decir, descargaban en mí la responsabilidad.

Quien tiene el poder no necesita justificar su proceder. Presenta sólo excusas. Telefoneé al señor Lohmann. En vano. No estaba dispuesto a decir las razones auténticas por las que la editorial de pronto no quería editar mi libro. Dijo que hablaría de nuevo con el abogado de la editorial y que me llamaría. Y me lo prometió solemnemente.  ¡Hasta hoy! Me puse en contacto con Peter Wensierski, redactor de SPIEGEL. Le pareció el caso “explosivo”, me llamaría en cuanto supiera algo a través de Lohmann o Sillem. Por lo visto ambos callaron como muertos porque Wensierski no me ha vuelto a telefonear.

Por lo que a mí solo me cabe hacer suposiciones ante la pregunta de por qué una editorial apreciada y tenida como seria no estuvo dispuesta a publicar un libro contratado. Suposiciones que en cualquier caso me parecen más fundamentadas y cercanas a la realidad que  las palabras hueras, evidentemente engañosas de los “requisitos carentes de planificación”, que la editorial adujo como por encanto, cuánto más sabiendo que la editorial Fischer pertenece al grupo editorial Holtzbrinck, en íntima relación financiera con la Iglesia católica.

Hay que tener presente el contenido de mi libro sobre el papa. En contraposición de todos esos numerosos libros sobre Juan Pablo II, casi todos entonando cánticos de alabanza sobre la dimensión y  perfección de este papa y su obra, mi libro es un análisis racional y objetivo y un inventario de los resultados reales etc de este papa, más allá de toda sugestión o histeria de masas. Carencias, déficits de este hombre. Esto no se ajusta al paisaje actual de medios, editoriales, políticos, también de intelectuales, que parecen haber perdido aquel ímpetu ilustrador,  no se ajusta a todos esos que, a cientos, peregrinan al Vaticano, lugar desde el que durante siglos enteros se ha ejercitado la anti-ilustración.

Existen sólo dos argumentos para este comportamiento de no publicar por parte de una gran editorial un libro ya aceptado y maduro. O que la editorial temiera que provocase una pérdida de compradores y lectores ante el entusiasmo acrítico y desbordante por uno de los últimos señores absolutistas de nuestro planeta al publicar un libro crítico sobre el papa, o que los representantes de los intereses eclesiales ejercieran directamente influjo en la decisión de la editorial contra mi libro”.

Conclusión

Porque, como concluye Ignacio Ayestarán en su extenso comentario a la obra de Miguel Sánchez-Ostiz: “Es difícil que (hoy día) le dejen escribir. Y si lo hace es bajo el precio de ser un clandestino, de publicar en circuitos más reducidos, de ser silenciado en los grandes medios, de desaparecer de la vida intelectual de muchos. Si uno escribe al margen o sobre los márgenes de la historia, si no se dispone a “hablar bien”, entonces será marginado y reducido a un lenguaje clandestino, para minorías no oficiales, o si se prefiere, para la mayoría silenciosa (porque al final las minorías no oficiales son mayoría”.

Quien quiera leer  historia interesante y veraz que se acerque a los catálogos de las pequeñas editoriales y deje de lado  lo ofertado mediante grandes anuncios y propaganda abundante.