El imperialismo lingüístico

He leído con mucho gusto -y recomiendo, ahora que viene Sant Jordi- el libro ‘El imperio de la lengua común: guía del imperialismo lingüístico español’. Es una obra de Juan Carlos Moreno Cabrera, bien editada por Voliana Ediciones (el editor, Jordi Solé Camardons, es a la vez el traductor del texto del castellano al catalán).

Lo que más me ha llamado positivamente la atención de la obra es el autor. Juan Carlos Moreno Cabrera es hijo de Madrid (nació en 1956). Es catedrático de Lingüística General en una universidad madrileña (la Universidad Autónoma). Subió como los otros chicos madrileños de su generación (educado en castellano y en el desprecio a las otras lenguas del Reino de España -como el catalán- y de la América hispana -como el guaraní). Pero…

Si la lucha en defensa de la dignidad y de la plena normalización de las lenguas minorizadas del planeta es una causa justa, y desde el catalanismo lingüístico estamos convencidos de ello; si la gente de Madrid son seres humanos y, por tanto, capaces de sumarse a todas las causas justas, ¿cómo es que son tan pocos los madrileños que hacen un discurso lingüístico como el de Juan Carlos Moreno Cabrera? Misterio.

El hecho es que todo lo que dice el autor de ‘El imperio de la lengua común’ encaja con lo que decimos desde el catalanismo lingüístico e incluso mejora nuestro discurso. ¿Por qué lo mejora? Pues, paradójicamente, porque piensa y escribe desde Madrid, es decir, desde el centro de lo que él mismo llama imperialismo lingüístico español, lo que le obliga a tener una visión de conjunto -por tanto, completamente del área donde el castellano ha sido y es lengua de imposición: el Reino de España y las antiguas colonias americanas.

Hay dos datos de Juan Carlos Moreno Cabrera que a mí me resultan particularmente simpáticos y que algo quizás explican que sea un lingüista madrileño quien defienda nuestra lengua. Una es que es un pensador a la vez marxista y demócrata. La otra es que es discípulo de Jesús Tusón.

Hay, todavía, otra cosa que es muy de agradecer de Juan Carlos Moreno Cabrera como autor y es la honestidad intelectual, demostrada por el hecho de que, a la hora de presentar los argumentos -que él combate- del nacionalismo españolista para intentar justificar la imposición del castellano, los expone con una claridad de lo más respetuosa.

¿Y cuáles son en este libro los antagonistas del autor? Pues los malos de la película, por orden de aparición en escena, son estos:

Ramón Menéndez Pidal

Miguel de Unamuno

Fernando Savater

el dictador Primo de Rivera

Adolfo Suárez

el rey Juan Carlos I

Claudio Sánchez Albornoz

Juan Ramón Lodares

Ángel López García

Francisco de Quevedo

¿Y cómo es que el dictador Franco brilla por su ausencia en esta lista? Mi respuesta es que no está, sencillamente, porque Franco era hombre de pocas palabras. Ya lo dijo Dalí: «Franco es el mejor escritor del mundo. Claro que nunca ha escrito nada».

En la presentación de este libro, el mismo autor explica -claro y castellano- cuál es la tesis principal de la obra:

“La ideología del españolismo lingüístico intenta justificar el predominio o hegemonía del castellano a base de una supuesta demostración de que esta lengua es superior a las lenguas con las que convive. Sin embargo, ni uno solo de los argumentos aportados, a veces disfrazados de análisis supuestamente objetivos y científicos, tiene la menor consistencia probatoria de esa supuesta superioridad. La hegemonía del castellano tiene que ver con la imposición de esta lengua, no con ninguna propiedad de ella que la haga superior a las demás lenguas con las que está en permanente contacto. Esta es la tesis fundamental del presente libro”.

Como muestra del libro, he aquí algunos trozos que pienso que vale la pena subrayar. Para empezar, una frase que sirve de conclusión de toda la obra:

«El imperialismo lingüístico panhispánico es una ideología perversa».

 

Más. En la página 122:

«Estamos, pues, ante una serie de manipulaciones ideológicas con el objetivo de presentar el español o castellano como única lengua que tiene la legitimidad histórica por ser la lengua común exclusiva del Reino de España (y de buena parte de América)».

 

Y en la página 127:

«Un elemento esencial de esta ideología, que muestra su carácter etnocida, es la negativa a aceptar que el catalán, el gallego o el euskera son lenguas propias de las naciones que hablan estas lenguas desde tiempos inmemoriales».

 

Y en la página 174:

«La asociación del español con el progreso económico y de las otras lenguas con el retraso económico es una de las constantes del pensamiento del nuevo imperialismo lingüístico panhispánico».

 

Y, finalmente, en la página 197:

«El imperialismo lingüístico se presenta a sí mismo como defensor del progreso, de la modernidad, de la globalización, los derechos humanos y de la libertad, cuando en realidad no es más que una ideología racista, excluyente, imperialista, retrógrada, particularista y que recurre a las manipulaciones más burdas y descaradas para asegurar su justificación y aceptación».

«Cuando esta ideología se aplica a la lengua española, surge el imperialismo lingüístico panhispánico».

http://blogspersonals.ara.cat/anysdaprenentatge/2015/04/11/limperialisme-linguistic/