Una ‘kunsthalle’ para la villa de Uharte

Magnífico reportaje el elaborado, con motivo del Día Internacional del Museo, por Idoia de Carlos (DIARIO DE NOTICIAS, 17-05-2015), y muy esclarecedoras las palabras que sobre la filosofía y condición de nuestro Centro de Arte nos viene a dirigir su actual director, Javier Manzanos, marcando la equidistancia entre la tradicional concepción del espacio expositivo como mausoleo-santuario-tanatorio y aquella otra tan en boga del parque temático y de atracciones (sin lugar a dudas, en referencia a la acusación de falta de identidad del nuestro vertida desde instituciones cercanas). Lo mejor, no obstante, viene a ser, su última frase: “Trabajamos para las personas, no para el arte”.

No puedo estar más de acuerdo, solamente que a veces el aislamiento como desarraigo y la crítica fácil tanto de la nueva clase política en ciernes como de la ya establecida desde tiempo atrás, supongo, en nada favorece tan ardua labor.

Tal vez, para facilitar en algo el entendimiento de lo que se pretendiera en origen, leo colaboración del historiador del arte Tomás Llorens, que fuera director del Reina Sofía, sobre el objeto de la actividad museística (Para quién y para qué son los museos, El País, 09-05-2015). En él se hace referencia a una polémica establecida en torno al concepto de la kunsthalle (sala de arte), que al decir del mismo consiste en ser “una institución pública cuyo objetivo es exponer arte contemporáneo”, alejada tal vez un tanto en el tiempo, desde el punto de vista de su creación, puesto que surgiera a finales del XIX, teniendo su sentido en ser centros de exhibición de muestras temporales. La distinción entre ser un museo y constituir una sala de arte da pie a Luis Alonso Fernández, en su tratado de museología del año 1995, a recordar el cómo fueran definidas ambas instituciones por parte de Hans Heinz Holz: “cámara del tesoro y lugar de exposición”. Matizando a continuación: “Un expresivo y doble título para distinguir entre la misión del museo (reunir y exponer objetos de arte) y la otorgada a la künsthalle -sala de arte- (sitio del acontecer del arte).”

Es bien cierto que nuestro Centro de Arte no cuenta con un fondo propio y permanente para su exhibición. También lo es que ello ha sido debido a una opción sobrevenida impuesta por la imposibilidad, en su momento, de llegar a acuerdos con una parte de la familia que ahora ha facilitado su colección al Museo de la Universidad de Navarra, opción con la que particularmente siempre fuera escéptico, y que conllevara, al final, no contar con ninguna otra. Tampoco con la colección que durante unos años justificara la segunda de las fundaciones de nuestra villa: la del pintor y escultor Buldain.

Volviendo sobre el tema, es premisa de toda kunsthalle contar con una kunstverein, o asociación de arte local sin ánimo de lucro. La de nuestra población uhartearra se denominó durante el tiempo de su existencia, Irudimen, y surgió, según fuera recogido por la prensa local del año 1996, ante la deficiencia de la, por aquel entonces, recién inaugurada casa de cultura que “…contempla una sala que se dedicará a taller de pintura, lo que nos parece muy bien, pero insuficiente. En esos talleres se inicia a la gente en el arte y lo que nosotros estamos demandando es un taller de segundo nivel, en el que no se enseñe a pintar o esculpir, sino que sea lugar de encuentro para los artistas ya iniciados. Un sitio en el que uno pueda trabajar con libertad, cosa que no se puede hacer en casa por falta de espacio para trabajar con ciertos materiales y dimensiones. Pero en el que, además, la gente se junte para hablar de arte, organizar exposiciones y compartir experiencias”. Y terminaba la información con un: “Esperamos que nuestra iniciativa sirva para darle un nuevo impulso a la vida artística de Huarte” (información de J.J. Balerdi en Diario de Navarra de 2 de febrero). Ello tuvo como primera consecuencia la exposición que durante ese mismo año los ocho artistas que inicialmente compusieran el colectivo y la asociación realizaran en el Planetario de Pamplona y sala Juan Bravo de Madrid.

Además, y por si fuera poco, nuestra villa contó -y cuenta- con iniciativas privadas como el taller de grabado Zubiarte, aula de pintura Zokorena y asociación Cantamañanas en torno a la pintura de graffiti y mural. Un movimiento que indica bien a las claras que el interés en torno a las actividades artísticas sigue viva. Y dispone de una cierta colección de arte público y al aire libre de los últimos, escultórico en el parque Mokarte y parque fluvial y de naturaleza pedagógica como el instalado en la plaza de El Ferial. Con este acervo, de sujetos y objetos, artistas y obras de arte, nuestro centro bien hubiera podido contar con una colección en torno a la iniciativa local, suponiendo un mayor enraizamiento y aceptación por parte del vecindario. Éste también era uno de los supuestos que deberían haberse recogido en el documento estatutario de la desaparecida fundación Buldain. Y si bien el conjunto de todo ello tal vez no hubiera dado para una colección permanente que por sí misma constituyera el kunstmuseum (museo de arte) -que en parte hubiera podido ser un museo de lo nuestro, del arte local-, sí habría ayudado a considerar nuestro centro como una kunsthaus o Casa del Arte.

 

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