El País Vasco, sin ganas de cambio

El auténtico fenómeno diferencial ha sido la contundente victoria de la fuerza gobernante, el PNV

Las llamadas elecciones del cambio no han llegado al País Vasco, donde los comicios han tenido un carácter y unos resultados muy diferentes de los que se han dado en España. Así, en Euskadi los partidos que tradicionalmente han tenido la hegemonía política han sido capaces de resistir -con mayor o menor fortuna- la ola de cambio que se ha dado en otros lugares y de minimizar los efectos de la entrada en el mapa político vasco de Podemos, que a pesar de ser significativa ha sido menor que en España -en el caso de Ciudadanos, sus resultados han sido puramente testimoniales.

En cualquier caso, el auténtico fenómeno diferencial que ha habido en estas elecciones en el País Vasco ha sido la contundente victoria lograda por la fuerza gobernante, el PNV. Mientras que en todo el Estado las principales fuerzas con poder institucional han sufrido de lo lindo los efectos de los recortes, la crisis económica y la corrupción, la formación jeltzale ha sido capaz de superar con nota este escollo. Así, no sólo no ha evidenciado ningún tipo de desgaste, sino que incluso ha conseguido sumar 30.000 votos más a los que ya obtuvo en las municipales y forales de 2011.

A la hora de explicar las causas de estos buenos resultados en las urnas, dos han sido los factores clave. Por un lado, la formación nacionalista ha sido capaz de rentabilizar a su favor buena parte del voto útil de los ciudadanos que consideran que en estos momentos la recuperación económica debe pasar por delante de ningún tipo de proceso soberanista.

El otro factor fundamental que explica la clara victoria del PNV tiene que ver con su principal rival político, la izquierda abertzale. En las municipales de hace cuatro años, Bildu obtuvo unos espectaculares resultados y se convirtió en la primera fuerza en Euskadi en número de concejales y estuvo a punto de superar también el PNV en votos. Aquellas elecciones permitieron a los independentistas conseguir 109 alcaldías, entre ellas la del Ayuntamiento de San Sebastián, y la Diputación de Guipúzcoa, dos instituciones que ahora han perdido en favor del PNV. A pesar de que los independentistas consiguen unos resultados homogéneos al conjunto del territorio de Euskadi, donde son la segunda fuerza, la pérdida de las dos principales instituciones que gobernaban pesa mucho en el ánimo de sus simpatizantes.

La formación liderada por Urkullu fundamentado su crecimiento electoral en los buenos resultados obtenidos en Vizcaya, su tradicional granero de votos, pero sobre todo en tierras guipuzcoanas, tradicional feudo de la izquierda abertzale, donde ha logrado apoderarse del voto de los electores descontentos con las políticas y la gestión de Bildu. El hecho de que, a diferencia del 2011, en esta ocasión no hubiera presente la amenaza de la ilegalización de la izquierda abertzale, que tantos votos movilizó hace cuatro años, también puede haber jugado un papel importante en la disminución de los independentistas, que en esta ocasión han perdido unos 22.000 sufragios.

Lo que más factura ha pasado a EH Bildu, sin embargo, ha sido la irrupción de Podemos, que ha logrado atraer una parte significativa del electorado de izquierdas. Esto ha permitido a la formación liderada por Pablo Iglesias convertirse en la tercera fuerza política de Euskadi si se tienen en cuenta sus resultados en las Juntas Generales, donde ha sumado casi 150.000 votos. A quien también ha pasado factura la irrupción de Podemos es el PSE, que ha vuelto a perder votos respecto a 2011 -unos 20.000- y ha recibido duras derrotas en algunos de sus feudos tradicionales. Peor aún es la situación para el PP, que en estas municipales ha obtenido 44.000 papeletas menos que hace cuatro años y ha pasado de 164 concejales en 79. Su único consuelo es que probablemente acabarán conservando la alcaldía de Vitoria gracias a Javier Maroto, un premio muy pequeño para un partido que precisamente se hunde en tiempos de paz.

EL PUNT – AVUI.