El arte de la guerra

Muy bien. Se ha organizado el mando principal del ejército. Ahora es necesario que sepa entrar en el campo de batalla con orden, disciplina y una estrategia bien urdida. Dejenme hacer el símil militar para explicar la Gran Lista Sobiranista y la confrontación existente entre Cataluña y el Estado español. Soy consciente de que actualmente vivimos una época de pacifistas de salón e ilusos soleados. Desear la paz y la no violencia no quita que tengamos que llegar a los extremos de oír tonterías constantes contra la policía o contra las armas, sin ser conscientes de que en realidad vivimos en un mundo no muy seguro, a pesar de las apariencias. Aunque sólo sea por un día, concédanme esta licencia.

Empecemos por una gran frase: «La mejor política es desbaratar la estrategia del enemigo». Y en este sentido, hay que reconocer que la lista encabezada por Raül Romeva ha descolocado tanto a los cabecillas de Madrid como más de un independentista.

Se necesitan cinco factores esenciales para averiguar cuál es la situación real antes de empezar la pelea. Primero: «La fuerza moral, es decir, la armonía entre el pueblo y sus gobernantes». A trompicones, esto se va consiguiendo. Segundo: «El cielo, el día y la noche, el frío y el calor…» O sea, los imponderables que hay siempre que prever, por extraños o imposibles que parezcan. Tercero: «La tierra, distancias largas o cortas, terreno accidentado o plano…» Por tanto, dominio total del territorio y de los lugares estratégicos. Cuarto: «El mando, que quiere decir las virtudes del general: sabiduría, rectitud, benevolencia, coraje y firmeza». Esperamos que estos cinco que encabezan la lista practiquen con creces estas cinco virtudes. Y finalmente: «Orden, es decir: disciplina y organización y el dominio de la logística». Ojalá que el resto de componentes de la lista entiendan y sepan poner en práctica estas cuestiones.

«El ideal supremo es vencer al enemigo sin batalla». Es por eso que necesitamos un muy buen estratega (y creo que en este sentido, hasta ahora, hemos estado bien servidos). Éste tal, que desconozco quién es, aunque lo intuyo, nos ha llevado a donde estamos. Chapeau. Y recordemos que también tenemos un muy buen historiador a la cabeza. Es necesario, pues, que ambos estén dispuestos a no cometer los mismos errores monumentales que nuestro país ha cometido a lo largo de la historia: cuando nuestros condes no se declararon reyes de Cataluña, cuando Jaume I dividió los territorios entre sus hijos, cuando en el Compromiso de Caspe no se fue suficientemente consciente de la mano negra que se confabulaba contra nuestro pueblo, etc.

Tenemos mando del ejército. Los regimientos se van organizando. Pero tengamos presente que la batalla aún no ha comenzado. Estamos esperando con ansia los trapos sucios que el Estado dejará colar a través de sus muchos, potentes y siniestros medios de comunicación (mil veces más subvencionados que los nuestros). Cuando empiece la guerra de verdad (recuerdo que estoy hablando siempre metafóricamente), sobre todo al día siguiente de las elecciones en caso de que el soberanismo gane, ¿sabrán los elegidos estar a la altura de las circunstancias?

El rey Jaume I, en su ‘Libro de los hechos’, se duele de cómo, por culpa de no hacer las cosas bien hechas, el ejército de su padre perdió ignominiosamente la batalla de Muret: «Y aquellos de la parte del Rey no supieron alineaarse en la batalla, ni ir juntos, y cada rico hombre [los señores de linaje más ilustre] atacaba por sí mismo y atacaba contra natura de armas. Y por el mal ordenamiento y por el pecado que era en ellos, se tuvo que perder la batalla…»

Salvo el texto de nuestro Rey, todas las ideas bélicas que se han apuntado entre comillas provienen de un clásico chino del quinto siglo antes de nuestra era: ‘El arte de la guerra’ de Sun Tzu, un libro que convendría seguir punto a punto si queremos salir vencedores. Es cierto, nuestros enemigos también lo tienen. La gracia está en ver quién lo sabe poner en práctica como es debido.

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