No hay mal que por bien no venga, dicen

Desde que Artur Mas, haciéndose eco de la amplia demanda de la ciudadanía catalana y de las fuerzas políticas que le dan soporte, apostó decididamente por reivindicar el derecho del pueblo catalán a escoger democráticamente su futuro político, determinando clara y oficialmente si desea continuar insertado (¿sometido?) como uno más del resto de los pueblos que integran el actual Estado español, u opta más bien por la separación del mismo ante la negación de otras posibilidades, quedó claro que los catalanes tenían en su mano la posibilidad de hacernos un gran favor al resto de la comunidad que hoy compartimos. El favor que podían hacernos a los demás, y que cada día está más próximo a producirse, es el de demostrar -urbi et orbe, y de un modo real y gráfico- las contradicciones y enormes limitaciones de esta precaria y condicionada democracia en la que nos mantienen instalados desde hace 38 años.

No es menos cierto que el enfoque que han dado tanto Convergencia Democratica de Catalunya como Esquerra Republicana a su, en nuestra opinión, legítima reivindicación democrática, resulta desgraciadamente incompleto y parcial, desde nuestro punto de vista, al no haber contemplado en la consulta -y sometido al refrendo popular- la posible solución confederal, en la que muchos catalanes históricamente han venido coincidiendo. Pero hay que reconocer que los pasos que ambos partidos políticos han protagonizado estos últimos años nos están haciendo un enorme favor a todos los otros pueblos que en el resto del Estado también nos encontramos molestos e incómodos, cuando menos, con la articulación territorial que diseñó la Constitución del 78 y que, por tal motivo y por otros que no hacen al caso pero son fáciles de imaginar, propugnamos la conveniencia de iniciar un segundo periodo constituyente desde la libre adhesión.

El Gobierno de Rajoy, al que difícilmente se le puede calificar de improvisador ni de conducirse con atolondramiento en este asunto, ya ha empezado a amenazar con la aplicación al caso de Cataluña del artículo 155 de la Constitución. Una inflexión que obedece sobre todo a profundas creencias imperiales y, es de suponer, también a razones de tipo electoral, una vez constatada la pérdida de votos entre su propio electorado que le ha supuesto la falta de reflejos manifestada hasta ahora en este asunto.

Pero parece que el Gobierno de Rajoy está fatalmente condenado a que, cada paso coherente con su ideología que avanza en este tema, deje cada vez más claras las contradicciones de este régimen plurinacional. Sin ir más lejos, estos días ante los empresarios andaluces, Rajoy se ha manifestado escandalizado porque los catalanes pretendan crear unas nuevas fronteras en un mundo globalizado como el que vivimos ahora. Olvidando que al sur de Andalucía su gobierno intenta elevar el rango de las fronteras a la categoría de sagradas mediante el recurso de seguir instalando esos muros y esas concertinas y leyes especiales que hacen que todo aquel que pretenda traspasarlas sin permiso del Estado español tenga que dejarse el pellejo en el empeño, y teñida con su sangre la tentativa de entrar en nuestro país buscando la libertad y la dignidad, todo lo ilegalmente que se quiera.

NOTICIAS DE NAVARRA