José Ángel Lema: “Arrasate estuvo integrado a finales del siglo XII en una tenencia del reino de Navarra”

Divulgar el conocimiento de la historia local, desempolvando episodios y personajes del pasado, es el objetivo del IV ciclo de conferencias organizado por Arrasate Zientzia Elkartea. El invitado de esta semana ha sido el historiador José Ángel Lema

Arrasate ha traspasado fronteras gracias a su modelo cooperativo. Pero hace cinco siglos también lo hizo a merced de su reputado acero y la red comercial que lo distribuía. De este destacado episodio histórico y de otras cuestiones como la concesión de la Carta Puebla por Alfonso X El Sabio en 1260 y la consiguiente formación de la comunidad de vecinos, ha hablado esta semana el doctor José Ángel Lema Pueyo (Donostia, 1960). Orígenes y primera evolución de una villa guipuzcoana: Mondragón siglos XIII -XVI fue el título de la charla que este experto en historia bajomedieval vasca pronunció el martes en Kulturate. Lema es profesor del Departamento de Historia Medieval, Moderna y de América de la Facultad de Letras de la UPV/EHU.

 

Algunos defienden que Arrasate fue una población enmarcada en el reino de Navarra. ¿Qué tiene que decir al respecto?

-El primitivo asentamiento de Arrasate, desde el punto de vista jurisdiccional, estuvo integrado en una tenencia o distrito administrativo que a finales del siglo XII pertenecía aún al reino de Navarra. Se conoce también con el nombre de tenencia de Aitzorrotz, que desde 1181 abarcaba toda Gipuzkoa y la parte oriental de Álava. A partir de 1200 como consecuencia de las conquistas de Alfonso VIII, que se hizo con la mayor parte de Álava, Duranguesado y tierras guipuzcoanas, la citada tenencia pasaría a estar bajo control castellano. Dentro de Gipuzkoa en el siglo XIII se distingue una demarcación conocida como tierra de Léniz, que comprendería desde la actual Elgoibar hasta Salinas de Léniz. De ella se desgajarían distintas villas como la propia Mondragón, Salinas, Bergara y Elgoibar, así que para finales de la Edad Media se quedó reducida a las actuales Eskoriatza y Aretxabaleta.

Hablemos de la actividad siderúrgica. ¿Fue la extracción de mineral de hierro de Udalatx el sustento de la economía local?

-Fue lo que le dio más fama a Mondragón. Desde la época fundacional hay constantes alusiones a los venaqueros (mineros), los masuqueros que trabajaban en las ferrerías hidráulicas de la zona y también a los tenaceros de las acererías. Para comienzos del siglo XVI se han constatado la existencia de hasta siete ferrerías mayores dentro del término municipal de lo que era la villa de Mondragón, que prácticamente no ha experimentado grandes cambios, y varias decenas de ferrerías menores en las que se supone que se labraba el acero. Mondragón podía exportar mineral en bruto, en barras para su trabajo y conforme avanza la época moderna, objetos fabricados como clavazón, armas… Pero el comercio no se limita a esto y, asimismo, consta la existencia de otras dedicaciones profesionales, no tan famosas pero necesarias, de carpintería, cuero, zapatería y textil.

¿Por qué sobresalía el acero de Mondragón?

-El que le labró más prestigio a la villa se conoce sobre todo a partir del siglo XVI, que se escapa un poco de mi época… En su alta calidad al parecer coinciden, por un lado, las peculiaridades de las menas del monte Udalatx, y por otro, el procedimiento del templado, basado en refrigerar rápidamente la barra obtenida de la fragua mediante un baño de agua o aceite, que permite que la temperatura del metal pueda bajar varias centenas de grados en cuestión de segundos. Se ha hablado, a su vez, de las cualidades del agua del río Deba. En cualquier caso, se han conservado testimonios de época moderna que no acaban de detallar el procedimiento técnico mondragonés. Por otro parte, parece que el desarrollo de nuevos métodos en el norte de Europa comenzó a desgastar el prestigio de la villa en este punto a partir del siglo XVIII.

¿De cuánta población estamos hablando en aquella época?

-Se conoce el número de vecinos. Eran hombres adultos, muchos de ellos con una familia a su cargo. Para comienzos del siglo XVI había en torno a 613 vecinos que multiplicados por cuatro o cinco nos daría una horquilla del orden entre 2.500 y 3000 habitantes, la mayoría de ellos concentrados en el núcleo esencial de la época que estaba comprimido por la muralla, que tenía problemas para crecer. Además, hubo problemas de habitabilidad; la muralla protege pero, al mismo tiempo, comprime. La villa se sabe que sufrió diversos incendios, uno en 1305 que parece que fue casual, la famosa quema de 1448 (situada en el contexto de la lucha de Bandos), y el devastador incendio de 1489, donde no se dieron razones políticas ni militares. Hubo que reconstruir la ciudad, que complicaría también las obras de la iglesia que se estaba reedificando desde 1448.

¿La proyección internacional de la que gozó Mondragón en el siglo XVI ha sido superada posteriormente?

-Hay un dato que el pasado verano me sorprendió leyendo sobre economía. El profesor de la universidad de Cambridge y economista de prestigio internacional, el surcoreano Ha-Joon Chang, en su manual sobre historia del capitalismo, al hablar de la variedad cooperativa señala que la de Mondragón es la primera o la segunda de las más importantes del mundo en su categoría…

Ha colaborado en la transcripción de los fondos documentales medievales del Archivo Municipal.

-Así es. Arrasate desde el punto de vista archivístico es uno de los municipios guipuzcoanos que mejor ha conservado el patrimonio desde finales de la Edad Media. Desde la Carta Puebla poco a poco va aumentando el número de documentos reales y documentación local. Es muy rica. Estamos hablando de varios de centenares de documentos hasta 1520, y a partir de ahí se dispara.

¿Qué hacía diferente a la villa?

-A parte de la potencia de su industria de fabricación de hierro, así como su movimiento asociativo de cofradías y gremios, hay que destacar que, mientras en Gipuzkoa muchas parroquias estaban bajo control de señores, en Arrasate la controlaba el Ayuntamiento de acuerdo con el obispo. Este factor es importante no solo desde el punto de vista espiritual, sino también económico. La parroquia cobraba diezmos, que son rentas que gravan en torno al 9% o 10% de las producciones agrícolas, y está por ver cómo grava la producción del hierro y el acero. De modo que la gestión de ese conjunto de rentas no escapaba de una supervisión municipal.

¿ Es importante conocer la historia? ¿Nuestro pasado?

-Para sentirse orgullosos de las raíces. Además, conocer el pasado en ocasiones puede dar lecciones pensando en el futuro.

* profesor de historia medieval y paleografía

NOTICIAS DE GIPUZKOA