Donostia, capital europea de la cultura

El periódico “El País”, al recoger la noticia de las fiestas de invierno de Donostia-San Sebastián, afirmaba lo siguiente: «Donostia 2016 ha tenido un protagonismo especial en el inicio de la jornada festiva, cuyo guión se vio alterado esta vez para dar resonancia al proyecto de la capitalidad cultural. Voces, músicos y tamborreros interpretaron el himno europeo, un fragmento de la Novena Sinfonía de Beethoven, que se vio deslucido cuando un numeroso grupo de personas acompañó la música con una sonora pitada».

Y los que hemos asistido a la celebración de la capitalidad europea de la cultura nos preguntamos sobre el porqué de la pitada en la Plaza de la Constitución y de la desilusión generalizada tras el hermoso y costoso acto de «Luz y Sonido» que se desarrolló en el puente de María Cristina ahora renombrado “Puente de la Convivencia”.

Las preguntas y respuestas que encuentro en estos actos son las siguientes:

1- No nos gusta cómo se ha tratado a la ciudad por la Comunidad Europea.

Para Europa, San Sebastián (que no Donostia) es una ciudad española a la que se le ha concedido el título de ser ciudad cultural 2016. No conocemos los gestos (si han existido) de que Europa considerara a Donostia como una ciudad de un Pueblo Vasco que tiene dentro de los pueblos europeos una cultura milenaria expresada en una lengua, la más antigua de toda Europa anterior a la entrada y difusión del indoeuropeo.

En segundo lugar, no nos gusta cómo se está comportando esa Comunidad Europea que invierte millones en promover unas celebraciones culturales mientras que en ese mismo momento expolia de sus pertenencias a los emigrantes, que ha dejado que desaparezcan miles de niños absorbidos por las mafias y está dejando aparcados a los refugiados que mueren en suelo europeo. Como dice Costa Gavras, «Europa fue un gran sueño, pero eso se acabó».

3- No nos gusta que se insista en el continente festivo y en el eslogan de la convivencia, sin especificar el contenido. En toda la celebración festiva del Urumea, ni por los altavoces ni por la Televisión Vasca se especificaron los graves problemas que hay que plantear y solventar para hacer realidad esa convivencia.

4- No basta con querer promocionar el turismo y la gastronomía vasca en general y donostiarra en particular. Ni el turismo ni la gastronomía crean convivencia con la población general. Pero, por el contrario, el turismo y la gastronomía acentúan la desigualdad.

5- Y si queremos añadir a la convivencia la participación ciudadana, debemos saber que muchos de los presentes en el puente de María Cristina en la inauguración de la ciudad europea de la cultura 2016 estaban convocados a través de las distintas asociaciones de voluntarios de la ciudad. Más aún, cada asociación podía llevar ostensiblemente y en lugar preferente el emblema de la asociación de voluntarios a la que representaba.

6) Porque, nos guste o no, la convivencia exige un planteamiento de la realidad, y aquí en Donostia (sin ningún ansia de revancha ni partidismo) están aún pendientes graves problemas históricos que conviene dejar asentados para poder hacer viable la convivencia.

He aquí algunos de estos problemas: –Qué pasó en la guerra de 1936 y concretamente con la entrada del general Mola en tierra guipuzcoana.

–Por qué no se ha dado el paso necesario y exigido de esclarecer la exhumación de los caídos en la guerra civil.

–Por qué no se ha dado por parte de los historiadores y periodistas una explicación razonable del exilio, de la huida y del destino a diferentes partes de Europa y América de esos «refugiados» donostiarras en particular y vascos en general.

–Por qué nuestros mayores han tenido durante lustros tanto miedo a hablar de la guerra civil y de sus consecuencias.

–Por qué nació ETA. Cuáles fueron las circunstancias de su nacimiento y cuáles fueron las verdaderas causas de su prolongada actuación.

–Por qué parece imposible la convivencia personal y las declaraciones públicas de gran parte de las variadas víctimas de este conflicto.

–Cómo y por qué podremos convivir mejor a través de la cultura si no ponemos en claro los hechos históricos encriptados que nos impiden serenar primero nuestros ánimos.

–Por qué Donostia no se inmuta con la existencia de ese peso grave social de tener no solo cientos de presos en la cárcel, sino del desajuste social que comportan las familias de presos que deben exponer semanalmente su vida para visitar a esos presos.

–Por qué Donostia-San Sebastián es una de las ciudades más caras del Estado español.

–Por qué está dividida la sociedad donostiarra, y esto cada vez más, entre ricos y pobres, creciendo exponencialmente la desigualdad. Y para colofón periodístico, el mismo día de la celebración de la capitalidad al menos uno de los muertos en la calle era un pobre.

Donostia-San Sebastián es el paisaje inmejorable para los que gozan de buenas entradas económicas, pero los que viven en los barrios no gozan de las ventajas de una ciudad con este precio de los pisos y con este índice de vida tan desmesurado.

No sabemos cuál es la esencia de la ciudad en la que conviven tantas razas y se hablan tantas lenguas, pero sí que muchos de sus miembros no se acaban de asentar sino en trabajos precariamente pagados, con alquileres negados a los inmigrantes extranjeros y con servicios rechazados por los autóctonos y ejecutados por gentes llegadas de fuera.

¿Cómo puede realizarse una convivencia si vemos que nuestros mayores están acompañados y cuidados por personas inmigrantes que no conocen el mundo al que han llegado ni pueden entablar una conversación con las personas que cuidan y atienden?

Vivir en armonía con nuestros vecinos exige conocernos y dejar que nos conozcan.

Necesitamos una ciudad abierta, plural, acogedora, solidaria, empezando por los que llevamos lustros viviendo en ella y que antes de la declaración de la capitalidad cultural europea y probablemente después de la misma nos hemos encerrado en nuestros guetos domiciliarios, políticos y sociales.

Sin embargo, dos actos de la inauguración de la capitalidad europea de Donostia cumplieron los fines perseguidos de la participación ciudadana y de la convivencia. Me estoy refiriendo a la masiva actuación de las comparsas de tambores en la playa de la Concha y al magnífico concierto del Orfeón donostiarra en Santa María. Además, creo que económicamente hablando fueron parcos en gasto si los comparamos con el coste del acto de luz y sonido al que no le faltó participación ciudadana pero sí ciertamente entendimiento del acto que se realizaba y convivencia de los participantes.

Naiz