Apología del terror

La sarta de estupideces que dejó como rastro de su paso por Navarra Fernández Díaz describe la nula calidad ética y humana del personaje, algo que ya era sabido. Pero tampoco había que esperar más de Fernández Díaz, responsable de la ley Mordaza que recorta los derechos democráticos de información y expresión, y un señor que alardea de misa y comunión diaria que miente diariamente. Fernández Díaz tiene los días como ministro en funciones contados, después de que se desvelara como dirigente de una policía política oculta con complicidades periodísticas que utilizaba todo tipo de artimañas para acosar y fabricar pruebas falsas contra sus adversarios políticos. En su visita relámpago a Iruña lo peor fue su apología del terror envuelta en buenas palabras al defender la permanencia de Mola y Sanjurjo en Los Caídos. Mientras en Alemania y otros países donde hubo actos de genocidio se sigue juzgando a los responsables aún vivos, Fernández Díaz reta fanfarrón que “algunos quieren ganar ahora la Guerra Civil”, situándose sin vergüenza en el lado de los golpistas que asesinaron a más de 3.200 navarros y navarras. La apología del terrorismo es un delito, y lo que ocurrió en Navarra en el verano y otoño de 1936 fue un genocidio terrorista. Tanta chulería y torpeza merecen una actuación de la Fiscalía o una denuncia judicial.

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