Vicios privados, virtudes públicas

Han pillado al delegado del Gobierno español en el País Vasco comprando un CD en un top manta del Barrio Viejo de Bilbao. El delegado en cuestión se llama Carlos María de Urquijo y la noticia ha aparecido en el diario Deia, con una foto que muestra el momento preciso en el que hacía esa compra.

A Carlos María de Urquijo lo nombraron para el cargo en el 2012. Tiene con las instituciones vascas una actitud idéntica a la que en Catalunya tenía María de los Llanos de Luna, y quizá tendrá Enric Millo cuando se acabe la comedia. Exceptuando lógicamente al PP, ningún partido vasco lo soporta. La agencia Efe publicaba el domingo un breve resumen de sus méritos para haber conseguido esa casi unanimidad: “El 25 de noviembre pasado, el pleno del Ayuntamiento de Vitoria instó al Gobierno central a destituirlo de manera automática y urgente, algo que reclamaron dos semanas después las Juntas Generales de Álava. En julio, fue el PNV el que exigió el cese de Urquijo por sus ‘ataques al autogobierno vasco’. El portavoz peneuvista en el Congreso, Aitor Esteban, lo ha calificado recientemente de ‘nefasto’ y considera que su actuación va justamente en contra del talante dialogante que ahora exhibe el Ejecutivo central, en minoría en el Congreso y necesitado de apoyos para llevar adelante los presupuestos”. Recuerda también que “Urquijo ha demostrado ser durante su mandato un acérrimo defensor de la legalidad, presentando más de un millar de recursos contra las instituciones vascas y pronunciando frases como ‘la oportunidad política no puede impedir cumplir la ley’ o ‘la ley es para todo el mundo, nos guste o no”.

Lo que me enamora de este hombre es la excusa que da en el mismo Deia, al que reprocha haber publicado la foto y la información con el objetivo de atacarlo políticamente. Le importa un pito que el año pasado el mismo PP, con la reforma del Código Penal, dictara que el top manta es un delito castigado con la cárcel y que a quien compra ahí se le pueden clavar multas de diversa cuantía. Dice Carlos María de Urquijo que se trata de su vida privada, y que cuando compró el CD estaba con su familia “y no actuando como delegado del Gobierno”. Es decir: como delegado del Gobierno español nunca en su vida habría comprado un CD pirata, pero como lo hizo cuando iba de paisano no pasa nada. El trabajo de estos delegados es cuqui. Cuando acaban su jornada laboral dejan el cargo en la percha y salen a la calle tan panchos. Y sólo vuelven a ser delegados del Gobierno cuando, al día siguiente, vuelven al trabajo y se ponen una vez más el cargo encima de la americana.

No recuerdo que Rob Ford, aquel famoso alcalde de Toronto a quien hace unos años pillaron fumando crack –el vídeo donde aparecía dio la vuelta al mundo– argumentara que cuando fumaba crack no actuaba como alcalde de Toronto sino como ciudadano corriente. No tuvo suficiente ingenio para sacarse de la manga esa excusa despampanante.

LA VANGUARDIA