Diego Garate: “En Atxurra hay muchas novedades que superan las expectativas que teníamos”

“La arqueología vasca está en su época dorada”. Así de contundente se muestra Diego Garate, arqueólogo del Museo Arqueológico de Bizkaia. Y es una voz autorizada en la materia, ya que ha participado en los descubrimientos de numerosas cuevas decoradas de la Comunidad Autónoma Vasca.

¿Es esta conferencia una oportunidad de que la arqueología llegue al público?

-Desde hace unos años se están dando unos descubrimientos muy importantes y el tema del arte parietal (el de las cuevas) le interesa bastante a la gente. Estamos intentando darles difusión a todos los proyectos arqueológicos que se desarrollan y que lleguen al público.

Usted participó en el descubrimiento de la cueva de Atxurra, en Berriatua, que se calificó como una de las revelaciones más importantes desde Santimamiñe.

-Atxurra es importante por dos factores. Por un lado, por la gran cantidad de representaciones que hay, más de un centenar, cuando en Santimamiñe no llegan a cincuenta. No obstante, todavía nos quedan más de tres años, como mínimo, de estudio de la cueva. Por otro lado, destaca la disposición de los paneles a mucha altura, lo que ha permitido su conservación. Sin embargo, Atxurra está abierta desde finales del siglo XIX y por allí ha pasado mucha gente. De hecho, hay hasta grafitis.

Esta cueva la excavó Barandiaran entre 1934 y 1935. ¿Qué ha sucedido para que hasta casi un siglo después no se volviera a explorar?

-En esa época los arqueólogos eran más generalistas y, por ejemplo, Barandiaran era arqueólogo, pero también topógrafo, etnógrafo… Eso le permitía tener una visión global, pero hoy en día hay especialistas en arte paleolítico que ya saben lo que van buscando. Además de ello, la revolución tecnológica nos ha dado acceso a la documentación y han surgido programas que contrasta los colores de un panel al sacar una fotografía y así, podemos detectar las figuras más pérdidas.

Comentaron cuando se dio a conocer el descubrimiento que quedaba todavía mucho por descubrir en Atxurra.

-Hemos comenzado ya con el proyecto de investigación de la cueva y sí se han descubierto cosas. Lo único que puedo avanzar es que hay muchas novedades. Sin duda que Atxurra cumple y supera las expectativas en cuanto los conjuntos de figuras que teníamos en Euskadi.

En Atxurra destaca un grabado de un bisonte y en Armintxe (Lekeitio), otro de sus descubrimientos, dos leones. ¿Qué indica ello sobre la Euskadi de hace 14.000 años?

-El bisonte de Atxurra tiene en torno a una veintena de proyectiles. Se debe tener en cuenta que el arte parietal, el del paleolítico, no es un arte de escenas. Ellos reflejaban animales sin relación entre sí. En algunos casos como este, sí podemos hablar de que, por lo menos, transmiten algo. Este bisonte es la figura más cazada de todo el arte paleolítico. En cuanto a Armintxe el que reflejaran felinos nos muestra que, por lo menos, los conocían. Y es que hay muy pocos rastros de felinos en el cantábrico durante esa época.

Armintxe está en el centro de Lekeitio, ¿nadie sospechó de que allí podía haber grabados?

-De Armintxe llamaba la atención que está en una zona muy buena, en el centro de Lekeitio y al lado de la costa. Además, Lumetxa -otra de las cuevas decoradas- no está ni a medio kilometro. Por lo que tenía muy buena pinta. No obstante, es una cueva urbana muy machacada, porque incluso se había llegado a tapar con material de construcción de los edificios cercanos.

En el último lustro Euskadi ha pasado de tener catorce cuevas decoradas a 34. ¿Se puede negar ‘el vacío vasco’?

-No lográbamos entender por qué en Cantabria o Asturias había medio centenar de cuevas y en Las Encartaciones se acababa el arte paleolítico. Plantearse que los grupos que vivían aquí no pintaban era absurdo, porque, en el fondo, eran la misma gente. Desde hace cinco años hemos empezado a prospectar de manera sistemática y han ido apareciendo, por lo que sí, hablar de vacío vasco ya no tiene sentido. Vemos que se está equiparando la densidad de cuevas con respecto al resto del Cantábrico.

DEIA