Aquellos 150.000 vascos refugiados

Llevamos cinco años estremeciéndonos por la guerra en Siria, el “invierno árabe”, la tensión Israel-palestina y toda su secuela de muertos, heridos y refugiados. Y al final, como no nos toca directamente, lo oímos como música de fondo, salvo algunos que trabajan en el lugar de los hechos o aquellos que denuncian la pasividad europea y española.

Por eso es bueno recordar como Euzkadi sufrió una tragedia parecida y, en algunos casos más dura, y que por haberse producido hace ochenta años y no haberse transmitido por televisión o películas parecería que aquello no ocurrió nunca. Y sí ocurrió con el agravante de que había un Comité de No Intervención formado por Inglaterra y Francia que añadió a aquella tragedia la indiferencia europea. El propio Lehendakari Aguirre lo denunció con amargura, pero no se quedó quieto. Organizó con su gobierno un éxodo ejemplar para aquellos que se habían jugado la vida en defensa de la legalidad y haciendo frente a la movilización hacia lo desconocido del 10% de su población, que se dice fácil. Por eso estoy totalmente de acuerdo que el día de Euzkadi sea el 7 de octubre en reconocimiento de aquella generación perseguida y a la que le abolieron su gobierno a cañonazos y les tocó sufrir lo indecible.

La diferencia con aquella situación y la actual es que aquel Gobierno Vasco de concentración con la precariedad de sus medios se ocupó de los suyos, cosa que no hizo la República española, ni lo hace Siria, ni los árabes. Solo tienen a su favor que los medios cubren su agonía, nada más.

Pero volvamos a Euzkadi. La intensidad de los bombardeos aéreos efectuados por la aviación sublevada y nazi sobre Bilbao, Durango, Amorebieta, Otxandiano, Gernika y Eibar, que causaron cientos de muertos de población civil, la escasez de alimentos, la falta de armamento y aviación, y la dureza de aquella vida, todas ellas consecuencia de la guerra y de la proximidad del frente hicieron que el Gobierno Vasco organizara una gran evacuación con el fin de poner bajo abrigo a las personas que no habían tenido ninguna responsabilidad en la lucha, así como evitar que las mujeres, los ancianos y los niños vivieran aquel horror.

El Gobierno Vasco organizó, con sus propios medios, una gran evacuación que estuvo muy ordenada y que comenzó a ponerse en marcha durante la primera quincena de mayo de 1937 y que debía durar hasta el 25 de octubre .Dicha evacuación fue realizada por treinta barcos controlados por el ejecutivo vasco que hicieron 61 travesías. Los barcos habían sido acondicionados al respecto y cada uno tenía un personal-médicos y enfermeras-destinados a ocuparse de los servicios sanitarios.

Los barcos citados desembarcaron 116.746 personas en los siguientes puertos franceses:

84.111 en Pauillac

21.635 en La Pallice

9.000 en St. Nazaire

1.650 en Nantes

350 en Verdon

A pesar de que todos los barcos y toda la organización dependía del Gobierno de Euzkadi, 103.115 ciudadanos vascos figuraban en dichas expediciones de evacuación y el resto eran personas provenientes de Asturias y Santander, que se beneficiaron de tan certera organización.

A ésto hay que añadir los alrededor de 40.000 vascos que ya se habían refugiado y que provenían de Gipuzkoa y los pocos que habían podido huir de Navarra. Mi ama, tías y amona tuvieron que huir por monte desde Iruña y con ayuda de contrabandistas.

En los puertos franceses, estos refugiados fueron asistidos en el cambio de moneda, la distribución de víveres y leche, la ubicación de sus maletas y la asistencia médica a los heridos y enfermos, por un personal competente que había sido designado a este efecto por la Delegación del Gobierno Vasco que funcionaba desde Bayona y Burdeos. La colaboración que ofrecieron y aportaron los delegados vascos a las autoridades francesas fue muy eficaz y facilitó grandemente la complicada tarea de las autoridades locales.

Nada más llegar a los puertos les eran asignados residencias, pisos y centros de acogida y es de destacar que con sus propios medios nuestro gobierno, independientemente de los demás refugios existentes bajo el control de las autoridades francesas, tuvo las siguientes residencias de refugiados:Orthez, Guethary, Saint Christau, Dax, Narbonne, Sete, Pesenas, Chateau du Loir, Noyon, Chatenay Malabry, Enghien les Bains, Compans, Marcluir.

Pero no solo esto, sino que el Gobierno Vasco organizó colonias de niños en Saint Jean Pied de Port, Poyanne y Armendaris.

En dicho informe se nos dice que más de 8.000 niños fueron recogidos por familias francesas, bajo el control del Gobierno de Euzkadi, sin olvidarnos de los casi cinco mil niños que salieron por mar hacia Inglaterra, Francia, Bélgica, Holanda y Rusia. A Inglaterra fueron 1.600 chavales, controlados y organizados por el Gobierno Vasco llevando con ellos a 66 profesores y 12 sacerdotes.

Paralelamente a este trabajo dirigido a la población civil fueron evacuados los gudaris enfermos o heridos en la contienda. Y no solo eso sino que para atenderlos se montó el hospital de La Roseraie en Bidart, donde estuvieron atendidos 250 mutilados y 50 enfermos. Los servicios sanitarios de aquel hospital fueron asegurados por seis médicos y 20 enfermeras. Aquel antiguo casino tenía no solo servicios médicos, sino talleres de reeducación y escuelas técnicas de ortopedia, costura, fundición, carpintería, electricidad etc., donde se enseñaba además matemáticas, contabilidad, francés y otras habilidades para que aquellos jóvenes pudieran rehacer su vida en el futuro. Contaron incluso con una magnífica Coral y una sección pediátrica donde nacieron decenas de niños.

Pero no todo quedó en La Roseraie porque también en Cambó hubo otro hospital, el Osasuna para atender a los tuberculosos y en Berck Plage (Pas de Calais) el Gobierno Vasco estableció un hospital para 150 niños. También hubo uno menor en Saint Etienne (Loire), por lo que se puede decir que en términos generales en los refugios existieron escuelas para niños y una enseñanza superior para los de más edad, admirablemente organizado y dirigido por 32 profesores. Todos esos refugios poseían asimismo servicios sanitarios dirigidos por 31 médicos inspectores, doce enfermeras y seis odontólogos.

Pero no todo quedaba aquí, sino que más de cuatro mil vascos recibían una subvención que les permitía vivir en familia, en diversos refugios. Y no tengo espacio para describir la magnífica organización que tuvo el Gobierno Vasco en Barcelona, cuando se refugió allí el Gobierno Vasco y cuando cayó Catalunya en 1939 ya tenían establecidos servicios sanitarios en la frontera con Francia y aunque los vascos hubieron de sufrir la suerte de los demás y ser conducidos a campos de concentración tuvieron uno propio organizado según sus pautas y por su sentido del orden y de la corrección.

Y tampoco tengo palabras para seguir describiendo la magnitud de lo que hicieron y la capacidad de organización de nuestra gente que lo había perdido todo, como los sirios, pero había un Gobierno serio y ordenado que además, desde el punto de vista artístico creo una gran Coral, el grupo Eresoinka que se paseó por todos los grandes escenarios europeos llevando la llama de la lucha vasca .Esta coral residía en Saint German en Laye (Seine) donde sus miembros vivían en colectividad .Será difícil que nunca un Orfeón tenga más calidad artística que Eresoinka. En Bry sur Marne, el gobierno estableció otra residencia para los niños del Grupo artístico Elai Alai, que como el Eresoinka ejecutaba admirablemente los cantos y los bailes de un pueblo perseguido. Y, finalmente, otra gran realización vasca fue el equipo de fútbol llamado Euzkadi que jugó en Europa y América para llamar la atención sobre un pueblo al que el fascismo le había arrebatado sus instituciones y su libertad.

Desgraciadamente todo esto no se conoce o se conoce poco. Parece mentira que no haya una y una buena película al respecto, pero es que tampoco hay un libro pormenorizado y que con vista de pájaro abarque todo lo que se hizo y se valore lo ejecutado por gentes a los que habían expulsado de su territorio y salían de su casa con una mano delante y otra detrás, o mucho peor, eran fusilados en Santoña, Larrinaga, Burgos y en aquellas inmundas prisiones y campos de concentración de la muy católica España de Franco.

La mayoría de los sufrientes de aquella miseria moral han fallecido y lo lamentable es que toda esta epopeya no está contada y debería hacerse un esfuerzo institucional serio para que las nuevas generaciones supieran que sus abuelos lo pasaron por lo menos tan mal como ahora los sirios y que mientras esto ocurría existía un Comité de No Intervención, tipo Poncio Pilatos, que miraba para otro lado y se lavaba las manos como el procónsul romano.

Luego lo pagaron cuando la guerra les afectó a ellos.

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