O aquí o allí

El Convenio Económico Navarra-Estado es, mirándolo fríamente, casi imposible de desentrañar, de ahí que cuente la leyenda que durante lustros solo hubo una persona en Diputación capaz de manejar todas las claves técnicas del asunto y de ahí, por supuesto, las notables fluctuaciones registradas de unos años a otros, los supuestos cristos que se organizaban para llegar a acuerdos -que finalmente salvaban siempre in extremis los de UPN, que eran muy buenos en ese teatrillo que nunca pasaba a mayores, lógicamente- y el que actualmente se está montando cuando por vez primera Navarra ha extendido el dedo medio de la mano derecha señalando a Madrid, gesto que por sí solo divide a la afición en dos grupos muy diferenciados e irreconciliables: los que aplaudimos con las orejas aunque solo sea por la novedad y el chuleo de décadas -nos bastaría con analizar el pírrico nivel de inversiones de España en Navarra en comparación con las comunidades limítrofes desde el inicio de la democracia, empezando por un TAV del que aún nos deben 45 millones- y los que, por contra, o se acojonan o directamente piensan que cualquier cosa que haga este gobierno, incluso tratar de que Madrid no nos levante 93 millones dudosos, es pésimo, aunque con la mano izquierda lleven la bandera de Navarra. En esto del convenio, las dos banderas no se pueden llevar. O estás aquí o estás allí y si estás con los de allí simple y llanamente te importa menos lo de aquí que lo de allí, por mucho que se te llene la boca de navarridad de barra de bar, y mucha bandera en el balcón el día 3 del 12 y mucho pin en la solapa, que de esos hay decenas de miles. Aquí lo de que se trata es de si esos 93 millones son nuestros o se los damos a Cospedal para pagar a las mafias del armamento, por ejemplo. Me están empezando a llegar tantos por ejemplos a la mente que 93 millones me parecen una minucia. ¡A por ellos!

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