Jorge Wagensberg y Joan Martínez Alier: «La corrupción y los paraísos fiscales perjudican el medio ambiente»

Conversación con un físico y un economista y una conclusión: «El medio ambiente es una parte externa de nuestro interior sin la cual no podemos vivir»

 

– ¿Sabemos para cuánto tiempo queda de planeta?

Jorge Wagensberg: Hay un primer límite que es el depósito de combustible que tiene la Tierra, que es la energía del Sol. Se acabará dentro de unos 3.000 millones de años.

 

– Por este lado no tenemos que sufrir.

JW: No. De hecho, el tiempo de vida media de una especie en el planeta es de unos 10 millones de años, o sea que el hombre acaba de nacer. El problema es que no llegaremos a la media si esto sigue así.

 

– A eso me refería.

Joan Martínez Alier: Estamos influyendo tanto en el planeta que incluso se ha creado este concepto del antropoceno. Ya no estaríamos definidos por ningún período geológico, sino por la época en que la influencia humana en el planeta es excesiva. O sea que si el hombre es el rey de la creación, sería un rey como Nerón.

 

– ¿Qué es lo peor de lo que le estamos haciendo al planeta, en estos momentos?

JW: Hemos llegado a un momento en que los ritmos no se corresponden a la evolución. Siempre ha habido crisis climáticas. Pero ahora nosotros somos su causa. Sólo hay que ver cuadros pintados hace pocos siglos para encontrar paisajes que nos son familiares y donde están representados climas que ya nadie recuerda. Si miras los bajorrelieves asirios, ves a los príncipes matando leones para divertirse. Eran leones con una melena negra fantástica, que vivían en el norte de África. Ya no existen. Ante nuestras narices están desapareciendo especies importantes.

JMA: En esto del tiempo, el lenguaje económico esconde la realidad. Decimos que la Tierra produce 95 millones de barriles de petróleo cada día. Pero un geólogo te diría que ahora no producimos nada, que ese petróleo el se produjo hace mucho tiempo. Lo que estamos produciendo, realmente, es el dióxido de carbono, que está cambiando el clima.

 

– ¿Podemos comer todos?

JMA: Sí, claro. Hay comida hoy en el planeta para los 7.000 millones, y de sobra. Además, la población humana se está estabilizando, porque las mujeres lo han decidido. Y viene de lejos: el censo de 1905 de Barcelona se ve que en el Eixample había más natalidad que en los barrios obreros, por que las mujeres decidieron tener menos hijos.

 

– ¿Si a usted, físico, y a usted, economista, les dieran el poder de solucionar el problema de agotamiento del planeta, ¿por dónde empezarían?

JMA: Los economistas tienen demasiado poder mediático y político, con esta obsesión por el crecimiento económico, que no se mide bien. ¿Contamos los desechos radiactivos que producimos? ¿O el dióxido de carbono que emitimos? ¿Lo restamos del crecimiento? Hay un predominio cultural del razonamiento económico que lleva el sistema mismo.

JW: Aunque parezca extraño, yo empezaría por detalles que deben resolverse con más urgencia de lo que parece, como la corrupción, por ejemplo. La corrupción perjudica muchísimo el medio ambiente. Al igual que le afectan a los paraísos fiscales, que pueden proteger a las organizaciones criminales a una escala global. Acabar con los paraísos fiscales ayudaría muchísimo a la economía mundial para poder funcionar de una manera armónica con el planeta. Sin corrupción sería mucho más fácil llegar a la conclusión de cuál es la forma de crecimiento que podemos admitir.

 

– Coger el transporte público, poner bombillas de bajo consumo, reciclar la basura… ¿Todo esto son cosquillas o es el inicio del cambio cultural que necesitamos?

JW: Esto influye para ir hacia una mentalidad que es interesantísimo cultivar ya desde la escuela. La escuela es mucho más importante de lo que parece. La conversación misma. En las escuelas no hay conversación y, en su defecto, luego es muy difícil que dos políticos hablen. Hay una idea de que tenemos que asimilar: el medio ambiente es una parte externa del interior. Yo no puedo vivir sin este exterior. Parece retorcido, pero es cierto. Y no es lo mismo aprender esto desde que tu cerebro se está formando que enterarte por un artículo de opinión cuando la cosa ya esta demasiado madura.

 

– ¿El cambio cultural sólo puede llegar con una catástrofe?

JW: Si la catástrofe es muy grande, ya no servirá. En el juego depredador-presa sólo aprenden los depredadores, las presas nunca.

 

JMA: Estoy de acuerdo en que la gente aprende a base de catástrofes. Un ejemplo de aquí: con la sequía de hace 10 años en Barcelona, un consejero poscomunista y verde ¡llegó a admitir que había rezado a la Virgen de Montserrat para que lloviera! El hecho es que el consumo de agua en Barcelona por persona ha bajado un poco por conciencia, un poco por los precios y un poco por que la gente vio que el agua ya la tenían que llevar en barcos.

 

– ¿Por qué nos debe preocupar que se pierda esta biodiversidad?

JW: Por cuatro razones. Dos que emocionarán una parte de la población. La primera es la ética; ahora, hay muchas personas a las que la ética no les dice nada. También hay una segunda razón: la estética. Si miras cualquier trozo de naturaleza, lo que aprecias enseguida es la gran belleza que tiene este trozo. ¿Por qué hay que salvar una especie? Sólo por la belleza. Pero también hay mucha gente a la que ni la ética ni la belleza les dicen nada. Y entonces vienen los dos argumentos importantes. Uno es el económico, que resulta que el 100% de lo que comemos tiene una procedencia más lejos o más cerca de la biodiversidad. La tercera parte de los principios inmediatos de los medicamentos también vienen de la biodiversidad. O sea que dentro de la biodiversidad está la solución de muchos problemas que en este momento no sabemos si podremos resolver. Y está, por último, la razón científica. Esta idea de que cada día desaparecen especies sin que nadie las haya estudiado, desde el punto de vista científico, es un sacrificio de soluciones futuras a muchos problemas. La vida es una lucha contra la incertidumbre, y para luchar contra la incertidumbre hay que tener un buen surtido de soluciones. Lo que nos garantiza la biodiversidad es un surtido.

 

– ¿La naturaleza tiene derechos?

JMA: El artículo 72 de la Constitución de Ecuador dice eso, que la naturaleza tiene derechos. Y lo explica: dice que la naturaleza tiene derecho a que sus ciclos sean respetados y sea regenerada.

JW: El caso más claro son los animales. Los animales sufren y tienen derechos, y hay que ver el progreso moral que ha habido a través de los tiempos, eso que Hegel llamaba ‘zeitgeist’. Por ejemplo, en la fiesta de inauguración del Coliseo se sacrificaron 9.000 animales. Hacían barbaridades, como por ejemplo mirar qué pasa si enfrentamos un elefante con un toro, y se morían de risa viéndolo. Desde entonces hasta ahora hemos avanzado. Por no hablar de los esclavos que no tenían derechos porque se consideraba que no eran seres humanos con derechos.

 

– ¿Y por esa regla de tres acabaremos siendo todos vegetarianos?

JW: Buena pregunta, porque la verdad es que no se puede vivir sin contradicciones, pero sí podemos vivir con las mínimas contradicciones.

 

– ¿Tienen alguna esperanza de que la Cuarta Revolución Industrial solucione algunos de estos problemas?

JW: Sí, hay muchas líneas de investigación que van en esta línea. Por ejemplo, lo que hoy entendemos como economía azul, o biomimetismo, que es adaptar las soluciones que la naturaleza ya ha encontrado y nosotros todavía no. Un ejemplo clarísimo es la arquitectura. Ahora tenemos aparatos de aire acondicionado que consumen energía fósil y envían residuos a la atmósfera. Pero si coges una termita de la sabana, soporta 50 grados de temperatura y mantiene una temperatura interior de 27 grados. ¿Cómo lo hacen? Es una cuestión de diseño, que las termitas han resuelto y los arquitectos no. No se trata de copiar la naturaleza, sino de inspirarse en la naturaleza para encontrar una solución que sabemos que existe. La hélice de un barco provoca un desperdicio de energía increíble, prácticamente un litro de gasolina se va al crear una estela de espuma blanca que sólo agita y calienta el mar, pero no mueve el barco. No hay ni un solo mamífero, ni un solo insecto, ni un solo pescado, ni un solo pájaro que deje una estela blanca, que malgaste energía así. Para empezar, sería castigada, porque es la presa diciendo al predador «¡Eh, que estoy aquí!» Más ejemplos: la hidrofobia de las plantas acuáticas. El loto es una planta oriental que tiene un prestigio de pureza y belleza increíble. Y lo que es increíble es que el agua no la moja, las gotas se comportan como gotas de mercurio, ruedan, y al rodar, hacen efecto detergente: por tensión superficial capturan las partículas de suciedad y la planta siempre está limpia y pulida. Un rascacielos recubierto como un loto no te hará gastar un millón de euros cada año para limpiarlo. Se lava solo cada vez que llueve. O maneras de pegar en superficies. Las lagartijas que pegadas al techo, totalmente liso, aguantan cuarenta veces su peso. ¿Cómo lo hacen? Hoy sabemos que no es una ventosa, sino que son billones de pelos que se meten entre los átomos y las moléculas de la superficie, y hacen una atracción nuclear, molecular. Imagínate que llegamos a dominar estas soluciones naturales.

JMA: La frontera de la extracción va llegando a los lugares más periféricos del mundo. Ahora se saca petróleo, cobre y oro de lugares donde antes no se había hecho, y en unas concentraciones mucho más pequeñas que antes; por tanto, con tecnologías mucho más agresivas, que en vez de ser miméticas son inventos antinaturales. Y hay gente que lo padece muy de cerca y protesta. Hay una línea de mejorar tecnologías, y hay una línea de escuchar más las protestas de aquellos ecologistas populares.

JW: Individualmente somos inteligentes, pero colectivamente somos imbéciles. Y no se olvide que los movimientos de personas han existido siempre. Nosotros somos inmigrantes en Europa. El ‘Homo sapiens’ es un inmigrante, el auténtico europeo es el ‘neanderthalensis’, que desapareció.

 

– El historiador israelí Yuval Noah Harari explica en ‘Sapiens’ que si se encontraran un neandertal y un sapiens, el neandertal tenía suficiente con un par de tortazos. Pero en cambio se impuso el sapiens, y su hipótesis es que se impuso sencillamente por la palabra, por su capacidad de crear mitos y decir mentiras, que de repente les permitió agrupar miles de personas alrededor de una causa.

JW : Donald Trump sería un sapiens que está haciendo honor a la teoría.

ARA