Memoria Histórica: de Gernika a Sanjurjo

A escasas horas de que se celebre -este mismo miércoles- el 80º aniversario del bombardeo de Gernika sobre la población civil por parte de la Legión Cóndor nazi bajo las órdenes del general golpista Francisco Franco, aún es obligado realizar un ejercicio de memoria colectiva no solo para que aquellos ignominiosos hechos, sus trágicas consecuencias y las mentiras que sobre ello se vertieron no se olviden, sino como reconocimiento a las víctimas y a la verdad, como exigencia de reconocimiento y justicia. Y todo ello con la esperanza de que el recuerdo sirva al menos como antídoto para que jamás pueda repetirse. Sin olvidar que más de 80 municipios vascos sufrieron durante la guerra que siguió al golpe militar de Franco continuos bombardeos contra la población civil, con un balance de miles de víctimas. La reciente visita del lehendakari Urkullu al campo de concentración nazi de Auschwitz supone, en este sentido, no solo un hermanamiento entre quienes han sufrido la barbarie -Euskadi fue a la postre un campo de pruebas de Hitler-, sino también un llamamiento al recuerdo y una exigencia de paz. En este contexto de conmemoración del 80º aniversario de estos crímenes contra la humanidad, ha causado estupor la ceremonia de inhumación en Melilla de los restos mortales del general doblemente golpista José Sanjurjo -que fueron exhumados en noviembre, junto a los de Emilio Mola, otro genocida-, militar que lideró los pronunciamientos de 1932 y 1936 contra la legalidad democrática de la República. Un enojo acrecentado por la participación en estas exequias de miembros del Ejército español, como el comandante general de Melilla, Fernando Gutiérrez, y el presidente de la ciudad autónoma y senador del PP Juan José Imbroda. La explicación posterior de que “no se le rindieron honores militares” y de que la ceremonia fue “íntima y privada” resulta absolutamente improcedente en un país democrático. Además de una falacia colosal porque en la ceremonia de boato castrense participaron soldados, a lo que agregar que los restos de Sanjurjo se trasladaron de Madrid a Melilla en un helicóptero del Ejército. Coincidiendo con tan execrables hechos, al ritmo del cara al sol fue enterrado José Utrera Molina, ministro del dictador y acusado en la querella por crímenes del franquismo, sin haber respondido ante la Justicia ni ante las víctimas. El Estado español sigue teniendo una formidable deuda con la memoria, la verdad y la justicia. Desde Gernika a Sanjurjo.

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